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Había pasado al menos dos horas llorando en mi habitación, supuse que Sergio no le había contado nada a nadie respecto a lo que estaba viviendo y decidí respetar su decisión cuando me tocó ignorar los llamados y golpes en mi puerta que daba Benja, me quería dar algo que me compró pero tuve que decirle que no me sentía bien para que no me vea de este modo.

—¡Abrime, no me puedo ir de joda sin el amor de mi vida! —pidió Paulo y con todo el pesar del mundo, me levanté para abrirle la puerta—, ¿Qué te pasa, mi sol? Tenés una cara de demacrada tremenda.

Me volví a tirar sobre mi cama y Paulo se tiró al lado mío, a diferencia de mi, él ya estaba vestido mientras que yo seguía en pijamas pensando en la posibilidad de tener que afrontar una vida en la que no esté Sergio.

—Me puedo llevar a Benja —le conté intentando llevar hacia otro lado mi cabeza, no había hablado con nadie desde la charla que tuve con el Kun, por ende no le había contado ni a Enzo la buena noticia.

—¿En serio?, ¡Eso es increíble!, ¿Y por qué estás mal?, ¿Le contaste a Benja ya? —soltó una pregunta atrás de la otra y negué.

—No, es que no me siento muy bien —mentí, odiaba mentirle a Paulo pero decirle lo que realmente pasaba no me parecía una muy buena opción.

—Bueno, ahora Enzo está haciendo dormir a Oli porque se quedan con tu mamá los nenes pero ya mismo lo estoy yendo a buscar para que lo dos hablen con Benja así que levántate que después de que le cuenten, nos vamos —me ordenó y salió corriendo de mi habitación, a veces me preguntaba cómo Paulo podía ser una persona tan buena y repleta de luz después de todo lo que había pasado.

En lo que Paulo se había ido, me dispuse a buscar algo para ponerme. Era mi último día en Buenos Aires y además de eso me había enterado de una noticia devastadora, dos razones suficientes como para tomar hasta olvidarme de dónde estoy o a dónde voy.

Busqué un top de tiras que me gustaba bastante, era engomado y las tiras estaban en la parte del pecho así que no era tan incómodo, parecía más un chalequito. Agarré un short negro de la misma tela que el top, a diferencia de este, el short era brillante y el top no.

Enzo llegó a mi habitación con Benja, noté como el más grande venía emocionado. Seguramente Paulo ya le había contado para que no le tome por sorpresa la noticia, por suerte para mí, ya estaba cambiada cuando entraron sin golpear.

—¡Ahora sí mira lo que te compré! —dijo Benja tirándose a mi cama con una bolsita.

Me la tendió y abrí su regalo, una sonrisa de oreja a oreja se hizo presente en mi rostro cuando ví lo que había dentro. Era un hermoso marco dorado con una foto del día que nació Benja, recuerdo que ese día me había escapado del colegio en pleno recreo porque Sergio me avisó que Giannina había dado a luz.

—Es para que tengas algo de mi en Lisboa —sonrió orgulloso de su regalo y yo sonreí con él.

—Ah pero si es para eso no lo necesito, porque ya te voy a tener a vos —solté normal y me encogí de hombros.

Enzo empezó a reír cuando Benjamin se quedó tildado, al parecer estaba terminando de procesar lo que acababa de decirle cuando Enzo le dió un golpecito amistoso en el brazo y ahí fue cuando al fin reaccionó.

—¿De qué hablas? —me preguntó confundido y miré a Enzo, yo no era tan buena con la palabra como lo era él.

—Hablamos con tu papá y está de acuerdo con que te vengas a vivir con nosotros, si vos querés obvio —dijo Enzo y por el leve temblor en su voz, noté que estaba nervioso. Y cómo no estarlo, había notado que Enzo buscaba la aprobación de Benja bastante seguido porque sabía lo que significaba para mí ese pequeño saco de maldad y huesos.

—¿Irme a Portugal con ustedes? —volvió a preguntar, seguía impresionado y lo entendí a la perfección.

—Mirá, tal vez yo no seré tu papá y no busco ocupar su lugar. Pero a los dos nos importa la felicidad de Agus y creo que vos serías muy feliz con nosotros —el morocho rascó su nuca recuperando la compostura llena de confianza que siempre mostraba—. Te prometo darte una buena familia y una buena vida, a tu papá lo vas a tener siempre y por ahí es un cambio muy grande para vos, pero te podemos ayudar a adaptarte todos juntos e intentarlo, ¿Qué decís?

Benja abrió su boca y volvió a cerrarla con la misma rapidez, me miró a mi y después a Enzo, miró la foto del marco que me había regalado y se tiró a nuestros brazos. Suspiré aliviada y el color volvió al rostro de Enzo, al parecer Benja se había tomado bastante bien la idea.

—Sabía que no ibas a dejar que nos separen —susurró en mi oído y eso me hizo sonreír feliz—. Sí me quiero mudar con ustedes, al fin voy a estar con mi mamá y eso es lo más importante para mí. Pero tengo que hablar con mi papá y agradecerle por todo, lo traté muy mal hoy.

—Bueno campeón, me parece que eso vas a tener que hacerlo mañana antes de que nos vayamos. Porque tu viejo ya se fue con Leandro y Nico en Uber —Enzo revolvió el pelo de Benja y hasta yo lo miré confundida—. Bueno, habíamos pedido un Uber pero vos no estabas lista todavía así que nosotros dos nos vamos con Paulo en otro Uber.

—Bueno amor —reí dirigiendome al adolescente y besé su cabeza—. Nosotros nos vamos, portate bien y no hagas renegar a la abuela, ¿Si?

—No te prometo nada —se encogió de hombros con maldad y lo miré de forma severa—. Bueno está bien, me voy a portar bien. Chau tío.

—Chau sobrino —los dos chocaron puños y yo miré ofendida al chico, a mi no me había saludado.

—Ah listo, así sos.

—Chau, vieja menopausica —me dió un beso en el cachete y le pegué suave en el brazo.

—Chau, Otaku hormonal con olor a culo.

Rivales ||Enzo Fernández ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora