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—¿Sabés qué? Metete tu helado bien por el...

—¡La boca Agustina! —me cortó Sergio negando con la cabeza, y me pegó un sopapo en el hombro.

Hace quince minutos nos había traído a una heladería y hace quince minutos estaba peleando con el heladero para que me diera mi helado, el forro de mi amigo sabía que mi paciencia es casi nula e igualmente me trajo a una de esas heladerías que veía en tiktok.

Lo peor de todo es que había gente grabandome porque según era una persona famosa y se iban a hacer famosos ellos también, que estupidez. Benja sostenía a Olivia mientras ella miraba toda la situación y se reía, una vez le gritó 'basta' al heladero porque casi me largo a llorar de la frustración.

Ya me veía en las noticias de la mañana avergonzando a media Argentina.

"Agustina Otamendi, la hermana del futbolista de la selección argentina Nicolás Otamendi. Se agarró a las piñas por un helado en Qatar"

—¡Al fin! —celebré cuando por fin me dieron mi helado y ya Benja me pasó a Olivia, quién me lo robó a penas lo vio.

—¿Viste? Sos una exagerada, no era tan malo —mencionó jocoso el Kun mientras pagaba por los servicios del heladero.

—No vuelvo a salir nunca más con vos, a ningún lado —avisé comiendo el helado que me compartía la bebé.

Miré la hora y abrí los ojos en grande, estaba llegando media hora tarde a eso de buscar el pedido de Valentina, eso era muy poco responsable de mi parte y también era muy poco probable que el chico siguiera ahí.

—Si querés andá y dejanos a Oli a nosotros —se ofreció el Kun y negué.

—¿Y que me la pierdan? No gracias, en un rato vuelvo —le di un beso a Benja en el cachete y le saque el dedo del medio al Kun antes de irme con Oli.

No sabía muy bien donde quedaba el restaurante así que me acerqué a un hombre que tenía pinta de ser latino, deseaba que lo sea porque mi inglés es peor que el del Kun y a duras penas sé hablar español.

—Hola, disculpe —toqué su hombro y se dio vuelta con una sonrisa—, ¿Sabe dónde es esta dirección? —le entregué el papel que me había dado Valentina y rió.

—Mira muchachita, es ahí —seguí con mi vista hacia donde él apuntaba con el dedo y me sentí bastante estúpida al darme cuenta de que estaba literalmente al frente de nosotros—. Lo que sí, no creo que te dejen entrar con tu chamaca.

—Gracias señor.

Caminé rápido con Olivia a upa, rezaba porque estén todavía ahí sino yo quedaría muy mal con Valentina y no quería eso, más porque le había dicho que sí iba a hacerlo.

—Hola, disculpá —le hablé a la chica de la recepción y me miró con una ceja alzada mientras me escaneaba de arriba abajo. No le preste mucha atención ni me dejé sentir intimidada—. Tengo que retirar un vestido, ¿Sabés si alguien de acá...

—Ah, sí. Valentina —su expresión cambio repentinamente y me dedicó una sonrisa—. Sigame por favor.

Bajé a Oli al piso y agarró mi mano para caminar, las dos seguimos a la elegante mujer hasta que se paró delante de una mesa, nos dedicó una sonrisa y se fue. Alcé mi ceja claramente confundida, ahí había una mujer sentada con su teléfono y estaba muy segura de que Valentina me dijo que era un chico quien iba a traer el vestido.

—Hola, disculpa —la llamé con un poquito de timidez y Olivia se abrazó a mi pierna.

Se dio vuelta y me miró extrañada, de por sí ya me parecía raro que la entrega se hiciera en un restaurante pero no le di mucha importancia. Si me ponía a pensar, era un país desconocido donde las mujeres corren muchos riesgos y estás comprandole algo a un desconocido, un lugar público era la mejor opción.

Rivales ||Enzo Fernández ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora