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—Dale pedazo de putarraca –se quejó el cuti mientras me mordía el brazo—. Hablá o te hago hablar.

—A quién vas a hacer hablar vos, tonto —habló Enzo con las cejas alzadas mientras reía y me abrazaba por los hombros de forma territorial—. Vení a hablarle a mi verga.

—Cuando quieras rey —le guiñó un ojo y todos lo miramos con la ceja alzada—. Capaz que si le hablo te crece, pero no te prometo nada porque no hago milagros tampoco.

Solté una carcajada haciendome la pelotuda, capaz que así lograba librarme de la incómoda pregunta que De Paul me había hecho. Estaba cambiando de tema hace cinco minutos y escuchando las quejas de todo el plantel hace cinco minutos.

Paulo, Nicolás y Leandro ya se habían tomado tres botellas de agua en lo que todos esperaban a que yo responda, para mi mala suerte no era de esos juegos en los que si no respondes te tomas un shot. Según Juan Foyth, así no habría sido un juego picante y no tendría sentido.

—vos dejá de hacerte la tonta y hablá, dale —exigió el Kun mientras me señalaba con su dedo índice y me sentía invadida.

—Eh, dejenla —pidió Julián sacando el brazo de Enzo de encima de mis hombros y agarrando mi mano por encima de su amigo—. Si no quiere hablar, no la pueden obligar.

—Tiene que cumplir Juli, todos cumplimos —Dijo Leonel encogiéndose de hombros tan tranquilo y tímido como siempre, entonces me sentí en obligación de decir todo. Si el capitán lo pedía entonces había que hacerlo.

Le dediqué una tenue sonrisa a Julián, quien había sido el único en intentar hacer algo para que ya no me sintiera incómoda.

—Mi primera vez fue con Paulo —tosí cerrando los ojos, ya estaba lista para cualquier tipo de grito que nunca llegó.

Abrí un poquito los ojos para encontrarme con la imagen de todos los chicos shockeados. A Paulo se le había salido el agua por la nariz y se la estaba limpiando, seguramente pensó que dibujaría la situación de alguna manera pero que no contaría eso.

—¿Y cuándo me decís que fue eso? —preguntó Nicolás saliéndose de su Shock, estaba poniéndose completamente rojo y no era muy conveniente para Paulo estar sentado justo al lado de él en ese momento.

—Hace cuatro años.

Nicolás miró a Paulo y sin pensarlo, le metió una rápida piña que desconcertó al cordobés. Enzo rápidamente se levantó para frenar a mi hermano y Leandro reaccionó un poquito más tarde. Los demás no sabíamos lo que estaba pasando.

—¡te acostaste con mi hermana! —gritó enojado—, ¿En qué momento fue eso?, ¿Cuando te pedía que cuidaras si entrenaba o no?

—Nicolás, Paulo fue mi primer novio —solté rápido y me miró sorprendido—. Estuvimos un año juntos y nunca se lo dijimos a nadie, ni siquiera a Lean.

—¿No pudiste haberme dicho que estabas de novia con mi mejor amigo?

—No es eso —rodé los ojos exhausta y le hice señas a Enzo para que volviera a sentarse conmigo—. Ni siquiera te gustaba que hablara con Paulo, ¿Cómo te podía decir que estábamos juntos?

—¿Y fueron novios todo el tiempo?

—No todo el tiempo —Paulo limpió la sangre de su labio y golpeó a Nicolás en la espalda—. Después le presenté a Joaquín y ese fue un grave error.

—¿Joaquín te chajeó? Alto buitre —soltó el dibu prestando atención a cada palabra—. Esto se pone cada vez más interesante, ahora entiendo por que hay tanta química entre los dos.

—Yo no noto ningún tipo de química —soltó Enzo, quien parecía estar celoso por lo que se podía notar a simple vista—. Solo veo a dos personas que salieron y ahora son amigos, como Valen y yo.

—Exacto —sonreí dándole la razón al ex River y él alzó la cabeza con orgullo.

—Igual soy más fan de Enzustina —se encogió de hombros y choco los puños con el morocho.

—¿Enzustina? —preguntó el cuti confundido.

—Enzo más Agustina, enzustina —explicó como si fuera lo más obvio del mundo—. Es el nombre que le puse a su shipp.

—Yo me parece que voy a ir yendo a buscar algo para tomar —solté incómoda y me levanté para romper la ronda.

—Yo también —dijo enseguida Enzo.

Los dos nos fuimos a la barra sin decir nada, el ambiente de por sí ya estaba bastante tenso después del beso. Ninguno de los dos había dicho nada al respecto y no parecía hacer falta por ahora, honestamente yo no sabia ni como me sentía después de ese beso así que claramente no estaba lista para discutir sobre el tema.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —soltó poniendo un poco de hielo en su vaso.

—Sí, decime.

—¿Estarías con alguien que tiene una hija? —lo miré sin entender e hizo un ademán con sus manos mientras aclaraba su garganta—, a ver, te lo digo más directo; ¿Estarias conmigo?

—¿En algo serio? —pregunté y asintió—. No creo poder soportarte más de una semana.

—¿Y si te prometo que me voy a portar bien? —se acercó a mi con lentitud y puso sus manos en mi cintura mientras me empujaba hacia su cuerpo con suavidad.

—Ya te estás portando mal —susurré mirándolo a los ojos.

—Y eso es lo que más te gusta de mi —sonrió de costado y sentí que me iba a desmayar en cualquier momento, unió sus labios con los míos en un corto beso y se alejó.

Pero yo quería más que eso, no quería solo ese pequeño piquito.

—No sé de dónde sacas esas estupideces —intente llevarle la contraria mientras fingía naturalidad al poner los hielos dentro de mi vaso.

—Tu falta de resistencia me dice muchas cosas, morocha —me miró y se apoyó contra la barra, haciendo que las venas de su mano se marcaran—. Tu cuerpo me dice lo que tu boca elige ocultar.

—¿Desde cuándo sabes tanto sobre lenguaje corporal?

—Desde que aprendí que puedo adquirir cualquier conocimiento con tal de descifrarte —se encogió de hombros y me dirigió una mirada penetrante, sentí escalofríos por toda mi nuca—. Sos un completo enigma, Agustina.

Era la primera vez que decía mi nombre, y lo había dicho de una forma tan lenta que me pareció el sonido más hermoso del mundo.

Mi nombre sonaba tan bien cuando lo decía él.

—Le fuiste infiel a tu novio conmigo hoy, varias veces —soltó brusco y lo miré con los ojos bien abiertos—. Sos una nena buena así que creo que deberías dejarlo.

—Corté con Joaquín el día de la fiesta —confesé cargando la gaseosa complementaria en el vaso y me miró.

—Entonces supongo que tengo la motivación suficiente como para intentar enamorarte —sonrió dejándome ver su perfecta y reluciente dentadura, a veces me preguntaba si se lavaba los dientes con cif.

—Enamorar y seducir son dos cosas completamente diferentes.

—Ya te seduje morocha, ahora lo que quiero es enamorarte —me dio un beso en la comisura de los labios y después de un guiño se retiró dejándome sola conmigo y mis pensamientos.

¿Qué me estás haciendo Enzo?

Rivales ||Enzo Fernández ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora