Mientras viajaba camino a casa, no podría dejar de repetirme lo orgullosa que comenzaba a estar de mi,no podía dejar de pensar en el nuevo paso que había dado y la gran victoria que había levantado en lo alto de mi bienestar. Pasó tan solo pocas horas para que el miedo se desvaneciera y me diera cuenta que el llegar aquí no había sido tan malo ni repugnante. Agradecí por un instante a Nía por haber elegido el instituto pero ese instante pasó volando, en realidad todo había sido idea del maravilloso hermano que poseía
Al manejar nuevamente entre la arboleda que me guiaba a mi nuevo hogar podía oler el bosque, podía sentir la fría neblina comenzar a tapar el camino y observaba como el sol salpicaba apenas algunos rastros de la carretera. Era un camino precioso.
Cuando por fin pude estar frente al portón, bajé del auto. De inmediato llegó Daisy negando de forma exigente cuando vio que traté de abrir el portón.
-Es mi trabajo-
-Es una nada que haga esto, por favor- ella volvió a negar y abrió el portón, dándome señal de que pasara con el auto y no dijera ni una sola palabra. Al estacionarlo bajé del auto bufando y ella me sonrió taciturna.
-Sé que es una nada abrir un portón, pero debes saber tu lugar en esta casa-
-Mi lugar es habitarla y ayudar e cuanto pueda Daisy, no deberías preocuparte- ella sonrió y pasó un mechón de mi cabello por atrás de mi oreja.
-Te pareces a tu madre con el carácter tan fuerte que cargas- un escalofrío pasó por mi espalda- Pero no puedo negar que fuiste prácticamente la copia de tu padre. Esos bellos ojos que tienes son idénticos a los de él y aquella personalidad tan noble, vaya, tu padre estaría orgulloso de ti-
-Me hubiera encantado que me lo dijese- ella sonríe y me suelta el tirabuzón. Le dirijo una sonrisa emotiva y camino, ella no dice nada y suspira volviendo a la tarea doméstica que estaba por hacer.
Mientras subía las escaleras con la mirada baja y pensando en lo que anteriormente había hablado Daisy, no pude dejar pasar un suspiro y escuchar el alto grito de mi hermana. Negué cansada y dispuesta a ignorarla pero nuevamente gritó en busca de mi. Bajé nuevamente hasta ingresar a su estudio, donde era todavía un gran desastre. Cajas por aquí y por allá, pruebas de diseño en maniquíes que se encontraban regados por todas partes, había cajas llenas de diseños y telas, listones y dibujos de sus próximos diseños. Ella se encontraba de cuclillas frente una caja de botones.
-¡Estoy tan cansada! Llevo cerca de media hora buscando la maldita caja donde estaban mis alfileres y no ¡No los encuentro!- paso tratando de no pisar nada y la observo levantarse- Necesito hablar contigo, siéntate por ahí- no le discuto nada y tomo asiento en una silla cerca del escritorio donde ella se dirige. Ella se sienta y me observa por un rato en silencio- ¿Qué tal el instituto?-
-Bien, fue bueno volver- ella tuerce los labios en forma de sonrisa- Hice una que otra amistad- ella sonríe abiertamente.
-Ya era hora, hace mucho que no hablabas con nadie- yo asiento- Quería pedirte perdón Cassie, sé que no fui la mejor hermana cuando te dejé ahí pero quiero que sepas que en todo momento pensé por tu bienestar, por el hecho de que no quería que murieras sin saber que era la vida-
-Conocí la vida de una forma brutal ¿Cómo esperabas que saboreara lo rosa si solo había gris?- ella me observa sin palabras.
-No quería que murieses y no quería perder a una de las últimas personas que me quedaban, tuvimos bastante con nuestros padres y después con Jennet-
-Pudiste llevarme contigo- ella niega tristemente.
-Hubiera sido lo mismo, el lugar nunca cambia a la persona-
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Parallel
RomanceUna persona al mirarla puede jurar que se trata de un ángel sin alas, sin embargo al acercarse y mirarla a los ojos ella revela miles de demonios en sus ojos dorados. La joven Cassie Sanders posee belleza semejante a la de un ángel, cuna de oro...