Fenómeno (Capitulo 35)

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Después de aproximadamente 20 minutos de viaje llegamos. Artemisa nos miraba nerviosa.

-Los dejo, paso por ustedes en 1 hora- yo asentí. Luke bajó primero de la camioneta y después me ayudo a bajar a mí. Artemisa arrojó a las manos de mi novio un manojo de llaves. Me limité a girar despacio y mirar mi peor pesadilla. Sentí un gigantesco nudo en el estómago y mis pies comenzaron a fallar.

-Te puedes negar todavía- yo lo miré fijamente.

-Necesito vencerla- dije con los ojos llenos de lágrimas. Miré aquella casona, me dividía de ella un solo portón. Luke abrió el portón y me dejó pasar. 

Escuché el crujir de las hojas secas bajo mis pies. Sentí las lágrimas escocer en mis ojos, aunque no las dejé escapar. La casa se veía horrible, la casa que antes para mí era mi casita de muñecas ahora era una casona del terror. 

La pintura blanca que antes relucía ahora tenía inmensas manchas amarillentas. La madera de la cochera estaba llena de polvo y crujía por el viento, las ventanas estaban opacas y la puerta tenía varios cristales estrellados. 

Luke caminó hasta la entrada y abrió la puerta. Cuando entré sentí como me faltaba el aire, todos los muebles que mi madre y padre amaban estaban tapados con sabanas que antes pudieron ser blancas y que ahora estaban amarillas. Las alfombras rojas tenían una capa de polvo... y la mancha de la sangre de Samantha. Luke miró con horror la alfombra y el alrededor. Sentí un gemido salir de mi garganta y mis ojos estallar en lágrimas. Me tiré de rodillas sobre aquella alfombra y mi memoria reavivó todo.

Tenía 5 años, mi nana tenía el día libre y mis hermanos estaban afuera jugando con el balón nuevo de Eddy. Me encontraba en el sillón de cuero favorito de papá, jugando con mis muñecas. Escuché unos taconazos en las escaleras. Mamá.

Incluso a mi corta edad, verla fuera de su cama era toda una sorpresa. Vi cómo se pavoneaba. Traía su bata favorita de seda negra hasta los pies con un camisón largo de seda negra, sus tacones altos resonaban por toda la casa, su cabello liso y color zanahoria estaba suelto y le llegaba a la mitad de la espalda. 

Su mirada fue acida al verme. Un escalofrió pasó por mi espalda. De repente desapareció en el estudio de papá. Yo seguí jugando, mis hermanos no se habían percatado de lo sucedido. 

Después de unos minutos mi madre salió hecha una furia. Sus ojos violetas estaban hinchados y rojos, el rímel estaba regado por toda su cara, se paseó por el living.

-Mami ¿Qué tienes?- dije con mi vocecita apenas audible.

-Tu tuviste la culpa Cassie, tú me quitaste a mi Bryton, eres un monstruo- sentí la garganta arderme y mis sentidos ponerse alerta. Vi como la mano de mi madre estaba en su espalda, detrás de su bata- Hace cinco años ¡TU ME QUITASTE LO QUE MAS AMABA, HORROROSA PERSONA!- yo comencé a llorar y Samantha también.

-Mami, yo...yo no soy una mala persona- dije horrorizada.

-Si lo eres- sin más revelo lo que tenía en sus manos, un arma. La apuntó hacia mí- ¡Si tan solo no hubieses nacido en esos días! Si tan solo hubieras muerto ¡Bryton seguría conmigo! ¡SERIAMOS FELICES CON NUESTROS DOS HIJOS!- yo comencé a llorar más. Ella ahogo sus gemidos y se embarro más el maquillaje y me miro. Su mirada revelaba algo horrible, una amenaza y una advertencia de peligro.

-Cassie, Cassie, Cassie, eres un ser despreciable. Eres un monstruo. Eres un error de la vida, eres algo que jamás debió de concederse... ¡PUEDO VER EL FENOMENO, LA PERSONA HORRIBLE Y DESPRECIABLE EN LA QUE TE CONVERTIRAS!- Sus dedos estaban a punto de apretar el gatillo cuando mis hermanos entraron corriendo. Edward se paralizó al verla.

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