Cuando desperté pude notar que su majestad, la luna, ya me había dejado. En su lugar se había quedado el sol, en su máximo esplendor pues podía jurar que era el sábado más soleado del mes, dejando atrás completamente el frío de la noche anterior. El frío había salido corriendo, como un niño atemorizado. La mayor parte de mi ropa de cama estaba regada por el suelo de la habitación y las gruesas cortinas no permitían que viese que ya era temprano. Estaba en un poderoso hechizo del sueño, como lo diría mi hermano, el cual no me permitía despertarme por completo. Parecía estar sedada.
-Por lo que observo, no te piensas levantar hoy- Sonia entró con olor a frambuesas y labial pastel. Sus tacones resonaron por toda la habitación, dando a notar aún más su temible presencia.
-Largo- gruñí cubriéndome con las almohadas, ella se sentó en la orilla contraria de la cama y se echó a reír.
-Es tarde, deberías considerar que debes hacer algo productivo-
-Sacarte a patadas de la habitación sería algo productivo y me estás tentando a hacerlo-
-Jodida agresiva- me eché a reír contra las almohadas. Estaba seria pero algo en su voz denotaba que también le había hecho gracia- Tengo trabajo desde la 1 hasta las ocho de la noche, si necesitas algo llama a mi secretaria-
-Estoy cansada de secretarias, me basta con Aideé- me removí entre las sabanas cuando escuché como ella se levantaba y caminaba hacia la muerta- Maldición Sonia, tienes que estar ahí a la una ¿Qué diablos quieres a esta hora?-
-Cassie, son las doce y media- me levanté de golpe cuando escuché como la puerta se cerraba a sus espaldas. De la forma más desorganizada posible, pude terminar de arreglarme y arreglar la habitación. No todo era trabajo de Daisy y Sara.
Mi mente era un desastre, un desastre realmente vivo que comenzaba a infestar al tiempo y emoción. Antes de bajar a comer algo, lo que sea que se me cruzara en el camino, observé la sudadera de Luke a un costado de la cama, estaba doblada y a la espera de que se la devolviese. Tal vez esa sudadera había sido la culpable de aquel hechizo de sueño, lo que sea hubiese sucedido, me hizo la noche más tranquila de la humanidad.
No me sorprendió encontrar a Daisy y Sara en la cocina, ambas comían y platicaban alegres de sus vidas lejos de aquella casa. Sara no dejaba de decir lo feliz que se sentía por tener ya a su nieto favorito de regreso a Londres y Daisy no paraba de parlotear que tan molesta era Sonia con la comida. Cuando ambas se percataron de mi presencia se echaron a reír de nerviosismo, no dije nada y me uní a sus risas.
-Pensamos que no bajarías hasta la comida-
-Esa era la idea- dije tratando de engullir un plato de fruta picada que había guardado Daisy para mi- ¿Sabes el número de Edward?- Daisy dejó de picar la calabaza que preparaba para la comida y negó sin darme la vista.
-Siempre me comunico con su secretaria- yo bufo y dejo caer el tenedor en el plato- Comienzo a odiar la voz de su secretaria también- trato de levantar las comisuras de mis labios por acto de respeto pero simplemente no puedo. Mi móvil comienza a sonar y Daisy me indica que no hay problema y ella lavará el plato.
-¿Hola?- escucho las respiraciones tras la linea y después la voz aguda y dulzona de Su.
-¡Cassie! Cariño, hoy iremos a comer y me ha pasado por la mente que es fin de semana y te estás aclimatando así que no tienes planes- no puedo evitar reírme de su comentario y mucho menos pasar por alto la conversación con Luke por la noche- ¡Dime que no tienes planes para la comida!- Daisy bufa y deja caer el cuchillo de sus manos, después pone las manos en su cintura y se echa a reír conmigo- ¿Cass?-
ESTÁS LEYENDO
Parallel
RomanceUna persona al mirarla puede jurar que se trata de un ángel sin alas, sin embargo al acercarse y mirarla a los ojos ella revela miles de demonios en sus ojos dorados. La joven Cassie Sanders posee belleza semejante a la de un ángel, cuna de oro...