¿Compañeros? (Capitulo 10)

941 43 6
                                    

-Díganme que no volví a tomar- escuché los cuchicheos de Katia a mis espaldas, pues ella y Su habían dormido en mi cama mientras yo me hundía en el refugio de cobijas que había debajo de ella. Katia trataba de recordar todo pero parecía ser en vano- ¿Dónde estoy?- 

-En mi casa, dormimos casi a las tres- ella asintió sonriente al sentir los recuerdos volviendo. Su se levantó y, después de agradecer millones de veces la buena estancia, comenzamos a alistarnos para ir directamente al instituto. 

-No tomé, ¿Cierto?- Katia parecía estar aterrada y me observaba nerviosa en busca de explicaciones. 

-No has tomado ni una sola gota de alcohol, Kat- Su le sonreía con nostalgia mientras volvía a peinarse cientos de veces delante del espejo. Observé la escena con un nudo creciente en la garganta pues Katia de verdad que hacía todo lo posible por controlarse y seguir una vida mejor de la que solía llevar. Una vida negra, horrible y de la que buscaba salir sin un boleto de regreso.

La casa minutos después fue un desastre. Veníamos corriendo buen rato por toda ella para llegar a tiempo al instituto, por lo que Daisy ni siquiera tuvo tiempo de preguntar si queríamos desayunar algo. Cuando viajábamos por carretera rumbo al instituto, Katia estuvo bastante callada y arrinconada en los asientos traseros del auto. 

-Estás muy callada Kat- Su se alistaba los labios mientras observaba a Katia por el retrovisor. Me mantuve callada mientras observaba por igual a Katia cuando la carretera estaba aún más vacía. 

-Yo- ella suspiró y sonrió desganada- Estoy cansada, eso es todo- 

-¿No tiene nada que ver respecto a Alex, cierto?- a pesar de estar a una distancia considerable, pude escuchar como pasaba saliva y se removía en su asiento. 

-Son solo nervios, eso es todo ¿Puedes subir el volumen de la radio? Me encanta esa canción- 

No me sorprendió para nada que la canción hablara del adiós, de la rendición hacía un viejo amor imposible. No me sorprendió que también la canción hablara de rendirse y volver al mismo error, pero mucho menos me sorprendió que Katia al escucharla se volviera a arrinconar en el sillón del auto y sollozara casi a escondidas. Desde luego que Su y yo nos dimos cuenta, pero no dijimos nada, sentimos que era necesario para ella llorar en silencio y a sus anchas. 

Antes de llegar a nuestro destino, apenas unas calles antes, Katia se enjugó las lágrimas con las mangas de su suéter y dio un último suspiro. Al bajar del auto y darle cara, ni siquiera parecía que algo hubiese sucedido. Ella se despidió alegre y mencionó que tenía que llegar antes a clase de biología. La observé consternada, sin saber qué mencionar o hacer sin embargo Su se acercó aún más a mi y me sonrió. 

-Es algo que le reconozco, su manera de ocultar tan bien la realidad- ella me lanza una sonrisa a medias y se pone a caminar. Le sigo el paso después de unos instantes de reaccionar y darme cuenta que lo que hace Katia, ya lo habré hecho yo millones de ocasiones más. Me especialicé tanto en fingir mi estado de bienestar que llegué al punto de creérmelo, sabiendo a ciegas que no estaba para nada bien. Sin embargo, era mejor demostrar fortaleza que debilidad

-¿Dónde diablos se encontraban? Tuve que sacar los libros de literatura de la biblioteca por ustedes- Tonia nos observaba con los brazos cruzados y una clara molestia. Estaba enfadada y era muy claro que no era su mejor día. 

-Se nos hizo un poco tarde- ella bufó y caminó dejándonos atrás. 

-Parece que hoy no es el día de nadie- Su asintió burlona y alzando los brazos. 

Mientras caminábamos a clase de literatura, Tonia no para de quejarse del mal día que había. Decía que era realmente húmedo y que su cabello por la mañana no se acomodaba con nada. También denunció a la humedad de su agotamiento y dolor de cabeza que la inquietaba. Cuando entramos a la clase la mayoría de los asientos ya estaban ocupados y los nuestros estaban ocupados por un par de chicas que estaban recursando. Tonia bufó molesta y se acercó a ellas con los brazos sobre el pecho y clara expresión de molestia. 

ParallelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora