Me aferré prácticamente con las uñas al asiento trasero del auto, pues Tonia manejaba de una forma paranoica y tenía la sensación de que en cualquier momento chocaríamos. No deseaba morir yendo a un centro comercial, de compras. Maldición, vaya que esta chica estaba loca. Ella tenía la música al máximo volumen y tarareaba la canción junto a Robert, el cual parecía ni siquiera inmutarse a la velocidad y fuerza a la que Tonia manejaba. La canción era una de las canciones más melosas que llegaba a conocer, en realidad presentaba un relación de amor-odio con ella, sin embargo en aquel momento junto al sonido de la velocidad del auto y la lluvia que comenzaba a acariciarnos lentamente, era una canción maravillosa para un momento simbólico y perfecto.
El centro comercial era más lejano de lo que creía y me sentí algo incómoda ante el hecho de haber provocado que Tonia manejara tanto para encontrarnos. Observé la excelente estructura del centro comercial, el cual revesaba los edificios americanos. Era enorme, moderno y con aire de juventud esfumándose de las tiendas. Robert no paraba de alardear de que tan bueno era el clima para el equipo de soccer, pues la lluvia los favorecía. También no paraba de hablar de que tan bueno sería el partido y suplicó que grabáramos la mayor parte del partido, pues en verdad era importante para él que ganara el equipo y poder ganar apuestas con los equipos contrarios.
-¿Qué hora es?- preguntó Tonia.
-Un cuarto para las seis- ella sonrió encantada y suspiró antes de bajar el auto. Cuando imitamos su acción nos percatamos de que la llovizna había amenizado y que el viento soplaba de forma caprichosa, tan apenas que el frío parecía ser menor.
-Los chicos del equipo siempre vienen antes del partido, tal vez estén por aquí- dijo ella antes de caminar a mi lado para encontrarnos con los demás, los cuales ya estaban frente al centro comercial esperándonos. Su y Katia faltaban, al parecer ellas apenas saldrían de un curso especializado de biología por lo que las esperamos un poco más. Alex se acercó a mi y me saludó alegre, sin pena y con emoción.
-Me recuerdas tanto a una persona- fue lo único que dijo antes de darse la vuelta y hablar con Adam, me dejó tan confundida que solo me lanzaba pequeñas sonrisas en respuesta a que él no volvería a mencionar el tema.
Cuando ambas chicas por fin llegaron, con tal vez quince minutos de retraso, por fin pudimos acceder al centro comercial. Caminé alegre entre Su y Tonia, las cuales eran unas compradoras compulsivas. Nos adentramos a varias tiendas y en lo personal, aunque no fuera adicta a las compras como lo eran ellas, trataba de imitar un poco sus acciones. La mayoría de las tiendas a las que entramos eran marcas caras, por lo que me limité un poco al gasto compulsivo del dinero. Tenía en consciencia que no me pondrían ni un solo pero mis hermanos a las compras o gasto de dinero pero era algo que prefería guardar para alguna otra ocasión. Como la universidad.
La mayor parte de las tiendas a las que ingresamos, de ellas Tonia y Su salían con bolsas. No me opuse nada en comprar pequeñas cosas que llamaban por completo mi atención o decirles que ya estaba cansada, no después de escuchar a Su decir que para ellas era una forma de relajación y de meditación. Era una locura pero quien era yo para juzgarlas.
En una tienda de perfumes, Su y Tonia no paraban de pedir muestras de la mayoría de los que encontraban. No era que leyeran de que se componían, tan solo que aquella perfumería era de perfumes importados y por lo tanto sus presentaciones eran realmente deslumbrantes. Perfumes con cientos de colores y presentaciones realmente locas, pero con olor algo hartante. Tomé uno de los que se encontraban en las estanterías más bajas, era de color esmeralda con forma de una esfera totalmente. Acerqué mi nariz y al olfatear el olor me puse a estornudar. Era horrible, realmente dulce y horrible.
-¡Caray! Tonia ¡Ve quien va ahí!- Su gritó como desquiciada y al girar a observar su punto de emoción no pude evitar bajar inmediatamente la mirada y concentrarme en la esfera esmeralda. El equipo de Soccer venía con altanería y elegancia, ya todos vestidos con los respectivos uniformes y riendo a carcajadas.
ESTÁS LEYENDO
Parallel
RomanceUna persona al mirarla puede jurar que se trata de un ángel sin alas, sin embargo al acercarse y mirarla a los ojos ella revela miles de demonios en sus ojos dorados. La joven Cassie Sanders posee belleza semejante a la de un ángel, cuna de oro...
