Matar a un oso había sido una terrible experiencia, pero escuchar los ronquidos de Leo, era peor. Desperté con su brazo rodeando mi cuerpo. La corta distancia me hizo sentir aquel miembro que estaba erecto. Yo estaba inmóvil, tratando de moverme sin despertarlo. Tuve que hacer malabares para eso. Fui a la cocina, y me hice tres sándwich con tocineta y mayonesa. Y justo al abrir la boca para empezar a comer, Leo lo apartó de mi vista.
–¿Qué haces?, tengo hambre –protesté. Estaba impresionada por lo rápido de su reacción, parecía que no le dolía nada. Me miró con desprecio.
–¿Recuerdas que soy tu entrenador?, esta comida no nos ayudará –se acercó a mi–, Te voy a entrenar Lucy, y te enseñaré a defenderte. Así que comerás más sano.
Fue a la nevera y miró todo como si fuera basura. Pero sacó algunas cosas y preparó omelet con jugos verdes. Yo tenía algunos kilos menos desde que lo había conocido, y recuerdo que como entrenador, era intenso, a decir verdad, ya empezaba a gustarme mi cuerpo.
–¿Cómo te sientes? –le pregunté fingiendo que me gustaba el jugo verde.
–He estado mejor –me guiñó el ojo–, tenemos una conversación pendiente Lucy.
Si...la teníamos. Tomó mi mano de repente.
–En primer lugar, gracias por...haberme salvado dos veces. Tengo un pequeño problema con las drogas que pensé haber solventado, pero –miró su comida –todos tenemos debilidades.
–Una droga que tu me estabas inyectando también –debía aprovechar el momento, aunque debía ser cautelosa.
El tiró el omelet de mala gana en el plato.
–El fentanil elimina el dolor, y las veces que te he puesto es porque agonizabas. –suspiró–, pero veo que encontraste el antídoto, supongo que tu amado Gio te lo dio.
Sus palabras llenas de sarcasmo me hicieron gracia, aunque no podía atacarlo, no en ese momento cuando podía obtener respuestas
–Gio...mi Gym boy –empecé a decir, y enseguida sentí la mirada de Leo como dos navajas afiladas.
–¿Tu qué?– su rostro mostraba incredulidad –Gio no levanta lo que yo en el gimnasio –dijo de forma sarcástica. Su ego estaba herido.
Comió su omelet sin decir otra palabra, pero yo sabía que teníamos que hablar de ...lo que el vio, y lo que yo vi. Así que cuando se levantó, apoyándose de la mesa, lo solté.
–¿Porqué te cogiste a esa señora sabiendo que yo estaba ahí? –mi corazón estaba a mil.
La comisura de su labio se torció hacia un lado y sin mirarme, siguió caminando,
–Te enseñaba lo que era una verdadera cogida, no esa tontería que hiciste con Gio.
–Pues a mi me gustó, Gio lo hace bien.
Se acercó a mi en pocos pasos. Sus ojos penetraron los míos sin piedad.
–Eso es porque no te han hecho el amor de verdad. –me susurró de forma que casi era un gruñido.
Yo veía sus labios. Se veía sexy a pesar de haber tenido una pelea con oso y una sobredosis.
–¿Quién era ella?, trabajas para ella ¿no?
–Estás muy preguntona, pero te contestaré. Ella es alguien con mucho dinero e influencias. Está buscando lo que no se le ha perdido, y pues, yo la ayudo con eso. Es un trabajo temporal, el principal está con tu padre, por si quieres saber.
Quería preguntarle más, saber porqué tenía mis fotos en su teléfono, a quien buscaba Joana, saber porque hace unos meses me había golpeado justo antes de que mi padre se fuera, pero un mensaje llegó a su teléfono y su rostro cambió. Su tez morena palideció y su mirada cambió.
ESTÁS LEYENDO
Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)
Teen FictionLucy, una chica de 18 años decide meterse en el gimnasio para bajar de peso, pero al conocer a Gio, su amor platónico, su Gymboy, descubre los placeres de la seducción a pesar de que el tiene novia. Y mientras ella intenta bajar de peso y no morir...