Capítulo 12: Resiliencia

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Conduje una hora antes de que Leo tomara el volante. Cambió con mucha rapidez una llanta que se había dañado con los disparos de la bazuca. Ana estaba inconsciente e iba en la parte trasera, y yo no podía evitar sentir celos de ella. De todas las personas, ¿tenía que ser ella quien estuviera en nuestro escape?

Leo estaba herido. Tenía quemaduras, lesiones por golpes, un brazo herido por una bala, las heridas pasadas, y un así, seguía. Quise decirle que admiraba esa parte de él, pero su semblante era tan duro que no le dije palabra. Noté como veía a Ana por el retrovisor, y me di cuenta de que habían vivido varias cosas juntos. Sus ojos cambiaban al mirarla...era, amor. Yo quería que me miraran así, y empezaba a querer que fueran esos ojos con heterocromía.

Llegamos a una cabaña un poco abandonada. Tenía unos maizales y otras plantaciones, de hecho, el lugar parecía haberse quemado hace algún tiempo. Bajamos del auto y Leo cargó en sus brazos a Ana, y entró como si conociera aquel lugar como la palma de su mano. En su interior solo habían muebles viejos y libros tirados en el piso. Leo abrió una puerta en el suelo que llevaba a un sótano. Lo seguí. Era una sala de entrenamiento bastante equipada, tenía también una cocina y una cama en donde recostó a Ana. La miró con ojos de melancolía y acarició su rostro. Era como si yo no existiera. Observé a mi alrededor, tratando de esquivar aquel momento incomodo, y me sorprendí por todo lo que vi: máquinas de entrenamiento por un lado, botellas con una sustancia que desconocía y muchas cajas que tenían las iniciales de VB.

¿Qué era aquel lugar?, pero un detalle llamó de inmediato mi atención. Uno que me erizó la piel. Sentí que una corriente helada viajaba desde mi cabeza hasta mis entrañas, haciendo que mi tensión bajara de forma brusca. La foto de mi padre en la fábrica donde justo habíamos estado hace poco, junto a un hombre que conocía. Era el mismo que había visto en mis sueños una de tantas noches. Aquel que mi propio padre había golpeado y que le había arrebatado a su hija y esposa...¿Qué hacia esa foto en esa habitación?

–No toques nada –Leo llegó a tiempo para detenerme. Quería observar la foto de cerca.

–¿Dónde estamos? –pregunté tajante. Estaba molesta.

El abrió un botiquín y tomó unas píldoras, mirándome de reojo, y luego me entregó una pinza y agua oxigenada. Yo era su enfermera, su secretaria. Tome su brazo y apreté con fuerza. No me importó que gimiera de dolor. Quería ser parte de todo, pero no como Lucy la gorda, sino como Lucy la mujer que podía hacer cosas asombrosas. Había escapado de la muerte, había matado a un oso, había esquivado una maldita bazuca y estaba ahí para contarlo. Yo ya no estaba para juegos, porque sabía que estaba en uno muy grande. Enredada entre mafiosos en donde mi padre formaba parte, y yo estaba cansada de ser la víctima.

–Te voy a sacar la estúpida bala –empecé a decir, con voz amenazante, apretando más en su herida –Pero me vas a contar que carajo sucede aquí.

Leo me miró sorprendido. No sabía si era el dolor o que de verdad estaba sorprendido de mi actitud.

–¿Algo más?

–Si. Quiero que me entrenes para ser más fuerte. Si voy a pelear al menos quiero estar un poco a la par.

Sus pupilas quemaban desafiante.

–Entrenarte siempre fue el plan A. Solo que sucedieron ciertas cosas –susurró, apretando la mandíbula, luego tomó mi brazo y me acercó mas a él–¿Quieres que te entrene?, bien, pero te haré sufrir Lucy. Lo prometo. Ahora sácame la maldita bala y ayúdame con el vendaje.

No fue la respuesta que quería, pero así hice. Le saqué la bala, disfrutando un poco de su dolor, y suturé varias heridas. El se había tomado varias píldoras de fentanil, a pesar de haber tenido una sobredosis, pero eso al menos lo había ayudado a soportar el dolor. Limpié sus heridas y vendé su abdomen. El veía a Ana mientras yo hacia todo eso. Dolió. Más que el golpe en la cabeza, el accidente del auto, los golpes de Rey...dolió mucho más. 

Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora