Capítulo 31: Fuego ( final 1 libro)

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Decidí salir de la casa para tomar aire. El escuadrón de mi casa me vigilaba y tenían un radar en mi muñeca. Así que estaba jodida. Caminé cerca de la casa esperando que algo maravilloso me sacara de mi miserable vida. Porque era un robot andante.

Y cuando estaba pensando y repasando mi vida unos meses atrás, vi el gimnasio donde todo había empezado. Increíble como un solo lugar puede darte tantos recuerdos. Miré atrás para ver qué no estuvieran espiando pero incluso con el brazalete, no impedirían que yo husmeara por ahí. Tomé un gran respiro y seguí. Fui hacia las escaleras que conducían hacia la entrada y me encontré con la puerta. Imágenes de Gio, Ana y sus amigos llegaron a mi cabeza. Entré a la sala y el sonido de las máquinas, personas ejercitándose como si nada, estaban ahí.

La chica del mostrador me miró y abrió los ojos.

—Vaya, ¡Has adelgazado! Qué bien, ¿Entrenarás de nuevo?

La miré y sin pensarlo dos veces, me inscribí. Porque era mi terapia para sanar. No había peligro, ¿Cierto?, Gio y su gente no estaban a la vista, así que no había peligro (¿Verdad?)

—¿Necesitas entrenador? –preguntó la chica.

Lo pensé dos veces ....
—Si. —¿ Qué podía salir mal?

Se levantó y volvió con un chico musculoso, un poco más bajito que yo.

—¡ Hola!, ¡¿Estás lista para entrenar?!, me llamo miguel —dijo gritando y muy entusiasta.

No me gustó su ánimo, pero le sonreí.
Y debo decir que me animó la idea de vivir una vida normal, hasta que al llegar a casa, dos de los chicos que me cuidaban me estaban esperando en la puerta.

—¿Dónde estabas? Saliste del radar.

—¡Ay vamos! Solo fui hacer ejercicio. Pueden acompañarme mañana... porfavor. —les supliqué a ambos y cedieron un poco.

Pensé que le dirían a papá esa situación,  pero fue un secreto, porque al día siguiente uno  de ellos, me acompañó todo el día en el gimnasio. Miró de arriba a abajo a Miguel y  le pasó un aparato para detectar alguna arma.

—Le haces daño, y eres hombre muerto  —le dijo a Miguel.

Así que este solo me miró un poco inquieto y entré a la sala de pesas. Ese primer día me sentí extraña. Estar en un lugar con tanta historia pero sin aquellas personas, era algo increíble. De hecho, no reconocí a casi nadie. Miguel se portó muy bien, se tomó a pecho lo de la advertencia. Y me ayudaba con los ejercicios más fuertes.

Los días pasaron, y yo sólo estaba en un bucle. Una rutina, solo iba al gimnasio y luego veía Netflix. ¿Qué estaría haciendo mi padre?, Pero un día, uno no cualquiera, al abrir mi casillero, vi una nota con una letra muy bonita y una tarjeta

«Felíz cumpleaños Lucy»

¿Quién me habría mandado esa nota?. Dentro de la tarjeta, había un collar muy hermoso. Me sorprendió el regalo , y también que yo misma había olvidado mi cumpleaños. Diecinueve años. Tomé la nota y salí de ahí dispuesta a no entrenar, ya que era mi cumpleaños, quería salir, así lo hiciera con los muchachos de mi padre. Tomé una mancuerna y busqué con la vista a mi entrenador pero no estaba por ningún lado. Así que empecé hacer mi propia rutina, ya conocía ciertas cosas, no era la misma desde hace un año.

Luego de unos minutos, pasó a mi lado un chico alto, con cierto aroma. Volteé enseguida pero se perdió entre las máquinas. Una gorra negra cubría su rostro, y me inquietaba un poco. Su cuerpo esculpido llamó mi  atención pero...no podía ver su rostro por lo lejos que el estaba.

Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora