Capítulo 17.1: Entre drogas y verdades ( +21)

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Me serví café para despejar un poco mis pensamientos. ¿Porqué actuaba así? , era como si nos estuvieran viendo, me evitaba. Abrí uno de los cajones para buscar azúcar. Sabía que era malo , y más aún que me había operado, y no podía perder la cirugía, pero esta vez, lo ameritaba. Bajé al sótano de la cabaña dónde estaban las pesas y había un frasco con polvo blanco. Lo probé y supo bien. Así que me serví un poco en el café sin arrepentimientos. Un sobre amarillo llamó mi atención y lo abrí. Era la letra de mi padre.

« Querida Joana, te escribo estas letras porque pueden encontrarme si te ubico por teléfono. Primero quiero decirte que siempre te he amado y te amaré a pesar de lo que pase a partir de ahora. No te preocupes que todo estará bien. Nuestra hija falleció, pero está en un mejor lugar. Leoncio no debe enterarse jamás de nada, y por favor, no busques los rastros de ella. La mandé a incinerar. Sé que la querías ver pero era muy doloroso saber que tú, debías ver nuestra pequeña Elsa muerta.
Espera unos meses que pronto iré por ti.
Sabes cuánto te amo y que haré lo posible por buscarte,

Con amor y tuyo por siempre: Vito.»

Me quedé helada viendo aquella nota. Mi padre, mi hermoso padre había tenido una hija con Johana Lombardi. La misma que había estado con Leo aquella tarde...¿ Y aquella hija, había fallecido? Elsa...eso explicaría porque mi padre me protegía mucho. Su otra hija había muerto. La nota no tenía fecha, pero suponía que era mucho antes de que yo naciera. Porque entonces, ¿Dónde quedaba mi madre?, si, había sido antes. Y yo tenía una hermanita muerta. Vaya mierda.

En el sobre habían fotos de mi padre, Joana, Gio, de una bebé recién nacida ( supongo era Elsa, así que la guarde en mi pantalón)...y fotos mías.
¿Qué hacían mis fotos ahí? , también habían facturas de compras de lentes de contacto oscuros. Y algo se me vino a la cabeza. Recordé la noche en que el sujeto con máscara me acorraló y le ví los ojos. Uno negro y otro azul. Heterocromía.

Quise seguir viendo el contenido del sobre pero mi cabeza empezó a dar vueltas. Una punzada en el estómago me dio por vomitar pero solo eran arcadas. Luego, una ráfaga de escalofríos llegó a mi cuerpo y yo solo me sentía...feliz.

Era algo inexplicable. El calor invadió mis orejas, mi pecho, y sentía ganas de hablar. Subí las escaleras y Vi a Leo en la cocina bebiendo café. Yo me reí.

-Pues aquí está señor «tengo problemas con todo el mundo y nada me importa» -No, yo no había dicho eso-, pues adivina grandulón, ese café es mío.
Le arranqué la jarra y derrame en el suelo el café. Enarcó una ceja sorprendido.

-¿ Estás bien Lucy?

Aquello me hizo explotar.
-¿Bien? , señor «yo lo soluciono todo», pues no no estoy bien. Mi vida ha sido un completo desastre. Me han perseguido, golpeado, explotado sexualmente por un chico que me encantaba y que me quitó la virginidad. Luego, me doy cuenta que lo que hizo fue usarme, y mientras el estaba follandome, ¿ Yo en quien pensaba? En ti - No acababa de decir eso-, porque siempre has estado ahí, a pesar de que me ignores, y bueno, si, eres muy sexy, pero tú lo sabes - lo empuje con mis dedos, pero el solo me veía sorprendido tratando de no reírse- eres sexy y caminas semidesnudo delante de mi, con tus músculos enormes, provocándome sensaciones que no sabía que pudiera sentir. En el casino, no sé que te pasó pero tú, pues, ¡vaya! me hiciste sentir viva, y ahora actúas como si yo fuera nada. ¿Estas bien Lucy? , ¡No! Quiero que me hagas el amor como si no hubiera un mañana. Pero que sea eterno y de verdad. Ah, y para colmo, mi padre es un asesino que tuvo una hija con la mujer que te cogiste en frente de mi y ¿Preguntas si estoy bien?

Esas últimas palabras hicieron que Leo cambiará su actitud. Se acercó a mi a zancadas y me tomó por los hombros.

-¿ Cómo sabes eso? - dijo molesto.

Yo estaba flotando en las nubes. Solo pude reírme en su cara.

-Lucy, ¿ Qué tomaste?

Yo recordé el azúcar del café, me sentía extraña. Había dicho la verdad y nada me importaba. Mi zona límbica estaba desinhibida.

-Ese azúcar que tienes está extraño, tanto como tú, que no quieres follar conmigo, ¿eres gay? - ya hablaba como borracha.

-Por dios Lucy, acabas de tomar fentanilo en polvo. ¡Estás drogada!

El me colocó en el sillón y buscó una inyección que me quiso colocar pero me negué.

-¡ No! - me quité la ropa y quedé en lencería en frente de el- Quiero que - la lengua se me empezó a trabar-, me folles.
Tomé su mano y la puse en mi pecho. Pero el aprovechó la cercanía para inyectarme la naloxona. Y yo me desmayé, cayendo en sus brazos completamente.

Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora