Capítulo 27.2: OMG

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El cuerpo de Leo parecía sin vida. No respiraba. Un hoyo en mi pecho estaba creciendo y mi odio hacia Vito también.

–¿Porque? –grité mientras intentaba golpear a mi padre–, ¿Por qué lo hiciste?

Mis golpes no le hacían nada. Vito era dos veces mas corpulento y mucho más alto que Leo. Era un hombre que parecía un militar Ruso, pero nacido en Sicilia. 

—Hay amores que pueden matarte, y él es uno. Tarde o temprano, debía morir.

—Debió haberme matado a mi, en vez de mi hijo —dijo Kin un poco afligido. 

—No seas hipócrita, no e hagas el buen padre ahora.  ¿Cuántas veces me dijiste que no querías a ese bueno para nada de Luciano?, que querías venderlo a las mafias para deshacerte de él.

Al escuchar eso, me dieron ganas de llorar. Pobre Leo, no tuvo una verdadera familia. Corrí hacia el y vi que no respiraba. Estaba frío y pálido. Acaricié su rostro golpeado y lleno de moretones, pero Vito llegó y me tomó de la mano. 

—Basta, voy a rematarlo, solo por si acaso —empuñó el arma y le apuntó a la cabeza. Pero un disparo le hizo perder el arma. Vito maldijo en el aire y vi que su mano estaba llena de sangre —, ¡Qué carajos!

—Sabes lo que dice el dicho, ojo por ojo....—Volteé y vi a Joana, Gio, Rey y Alonso en un helicóptero junto a otros hombres. Habían entrado por la cascada en la cueva. Joana sostenía una pistola con la cual le había disparado a mi padre.  Gio me miró con desprecio, luego sus ojos divagaron y al ver a Ana, saltó.

Los hombres de Joana empuñaron sus armas y los de mi padre también. Todos se apuntaban pero nadie tenía orden de disparos.

—Joana... —mi padre estaba muy sorprendido—, ¿Cómo encontraste mi...guarida?

Joana bajó del helicóptero y caminó de forma muy calmada hacia mi padre. Sus tacones resonaban en la cueva. Nadie se atrevía a mirarla, ni siquiera tocarla. Y cuando llegó a estar cerca de mi padre, noté el contacto visual entre ellos. Alguna vez se habían amado con locura. Noté el magnetismo. Ella era increíblemente hermosa, y mi padre, debo decir que también era muy guapo, a pesar de todo. Pero eso duró unos segundos. Joana miró a Leo , se agachó y le quitó del a cabeza un dispositivo. Luego se levantó y fijó su mirada en mi. Fue una mirada extraña. Pude sentir rencor, odio, y al mismo tiempo...melancolía. ¿Sabía ella, que yo también estaba enamorada de Leo? , para mi sorpresa, le dio una cachetada a mi padre. Una fuerte, y el, la aceptó sin reproche. De hecho, no se molestó en tocarse la mejilla.

—Eres un cerdo. —Soltó con odio.

Mi padre la tomó del brazo y la acercó a el con fuerza.

—Lo soy, pero tu no eres santa tampoco. ¿Qué es ese dispositivo?

Joana se desató y al ver que Gio y los demás  apuntaban sus armas a Vito, les ordenó con la mano bajar sus armas.  Gio había desatado a Ana, que estaba bastante golpeada y se sostenía  a duras penas. 

—Este dispositivo es una mini bomba. Capaz de estallar y matar todo lo que esté a su alrededor a cincuenta metros.  Le pedí al agente Leo la ubicación, que sólo debía decirme las coordenadas, pero se negó a hablar. Así que, como sabía que el haría eso, le coloqué un rastreador, y ¡voila!, aquí estoy. —Le sonrió a mi padre. 

—¿Estuviste escuchando todo este tiempo? —el rostro de mi padre estaba cambiando de color, y eso explica porqué Leo no se había tomado la molestia de decir muchas cosas, incluso...no había peleado.  No quería que Joana presionara la bomba por ningún motivo, y se mantuvo al margen de decir algo comprometedor...hasta el ultimo instante y Ana lo sabía —, que sucia jugada. ¿A que has venido?

—Vine por dos cosas. Hace unos años, me prometiste un tesoro en unas islas del caribe, pero huiste y me dejaste con mi estúpido esposo —Hablaba como si estuviera en una entrevista de televisión–, pero para mi suerte, mi hermoso Rey me entregó el Pen drive que tu protegiste con una clave –Me miró de nuevo–, pensé que podíamos escapar, y mi plan era huir con mi hijito y mis muchachos, pero...¿Puedes creer que alguien cambió la clave del pendrive? , es decir, no me sorprendería que hubiera pasado ayer, pero...¡la cambiaron hace media hora!, así que me dirigía las islas, luego de haber estado en Italia un tiempo, y...¿Sabes que es lo que más me molesta?, que me hagan perder el tiempo. 

Mi padre estaba perplejo. Pero yo si sabía qué había pasado. Así que sonreí al darme cuenta que siempre fue Leo. Le colocó a Joana el chip de rastreo para que mi padre creyera que era Leoncio, y justo cuando le pidieron sentarse en la computadora, cambió la clave, porque se dio cuenta que Rey y Ana , le habían clonado la información. El era muy astuto, y lo había logrado sin que mi padre y Kin lo vieran, porque eran códigos de un programador. Pero, ¿Porqué despistar a mi padre de Leoncio?

—Yo no se de que hablas Joana. Estoy en el medio de una disputa familiar, así que puedes irte con tu Mata Hari y tus niños a jugar a los malos.

Gio y los chicos gruñeron.

—Ves, ese es el problema. No vengo solo por eso, también vengo a reclamar lo que es mío, y me fue quitado hace mucho tiempo —me miró con los ojos bien abiertos —, ¡Quiero a mi hija!

Mi padre soltó un sonido de exasperación y se escuchó un murmullo entre todos los de la cueva.  Vito Bonvertre me miró con ojos de arrepentimiento, y dolor. Eran los ojos de un padre que había hecho cosas oscuras por amor. 

—¿De qué hablas?, tu hija está muerta.

—¡Nuestra hija querrás decir!, nuestra hija es ella, y me la arrebataste cuando nació. Eres un malnacido, me diste la hija muerta de Lorena, la madre de Leo. ¡Mataste a una niña recién nacida y me quitaste a la mía de mis brazos!, ¿Sabes todo el sufrimiento que me has hecho todo este tiempo?, destruiste mi vida por completo —se abalanzó a mi padre y empezó a golpearlo en el pecho, hasta que no pudo más y este la abrazó. 

—Lo hice para proteger a nuestra hija. Porque sabes que la iban a matar si...

—¡Cállate! —Joana le colocó la mano en la boca— , no deben saber...

—¿Saber que engañaste a mi padre con Vito, su pero enemigo, mama? –Gio estaba anonadado ante la noticia. Yo apenas estaba tratando de entender lo que estaba pasando. Porque al parecer, Joana pensaba que yo era su hija, y de ser así...Gio y yo...

—Hijo, yo... —Joana balbuceaba mientras Vito intentaba sostenerla. 

—¡No!... ¿Todo este tiempo tenías ese secreto y no me lo contaste? —Gio estaba en shock, me miró y nos dimos cuenta al mismo tiempo, que habíamos cometido el peor de los pecados. —      ¿Lucy, es mi hermana? —Retrocedió y yo no podía salir de mi asombro. El me había quitado la virginidad...mi propio hermano.  Me había llenado la piel en algún punto, me había hecho arder en deseo, penetrado, y...me había gustado.

Vito tomó a Joana por el brazo y la sacudió.

—¿Quién te contó semejante cosa? ¡dime ! —gritó.

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Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora