Fábrica Lombardi unas horas atrás.
Leo se había adentrado en aquella fábrica en búsqueda de algo que le pertenecía y quería desde hace mucho tiempo: su libertad. Era un hombre que había ocultado muchas cosas, y que actuaba en función de su única piedra en el zapato. Aquella persona que lo había manipulado desde el principio, desde la parte psicológica. Se había adueñado de su psiquis, de sus sentimientos. Le había enseñado de los placeres del sexo, desvirgando todos sus sentidos. Lo había metido en el mundo de sadomasoquismo, del sexo duro, incluso de las drogas, a cambio de protección e inmunidad. Era una persona que desde el principio lo marcó de su propiedad, y que él, en su vulnerabilidad, se dejó seducir al principio por sus deseos carnales. Pero ahora, quería su libertad. Entró sigiloso, sabiendo que lo esperaban, Leoncio y sus hombres. Sin embargo, los conocía a todos. Había luchado contra todos sus hombres porque se formó con ellos, y sabía que ninguno podía ganarle. Llevaba sus chalecos salvavidas e incluso, algo que nadie sabía, el en una oportunidad acudió a un cirujano plástico, aquel que le fue quitado su licencia por experimentar y le incrustó una sustancia que endurecía sus huesos a tal nivel, que ni una bala podía traspasarlos. Por eso el, era más fuerte que una persona promedio, y nadie lo sabía.
También sabía que Vito no se encontraba ahí. Y que era una mísera trampa. No le había dicho a Lucy que su padre siempre había operado desde su guarida, aunque era probable que estuviera muy cerca. Y su debilidad hacia Ana también le preocupaba un poco. A pesar de todo, el estaba dispuesto a protegerla, porque ella era manipulada por los Lombardi. Quería sacarla de ahí, para que hiciera su vida, después de todo, ella llevó su hijo en su vientre por cuatro meses. Y sí, era probable que Leoncio, un hombre machista que tenía mano dura con hombres y mujeres, la estuviera golpeando y torturando. Mientras se adentraba a la fábrica, suspiró por arriesgar su vida por ella, a pesar de que ella lo estaba traicionando. En su mente pasó la idea de que le dio la clave del pen drive a Rey y este seguramente la iba a traicionar por tener la riqueza e inmunidad.
—Eres una tonta Ana —dijo en voz baja.
Prendió sus lentes para ver en la oscuridad, y caminó sigiloso esquivando todas las líneas rojas de seguridad. Sostuvo su arma siempre lista para empezar la batalla. Y justo al final del pasillo donde se encontraba, vio a Ana amarrada y golpeada. En su pecho sintió, una opresión y deseo de venganza. El se había prometido no sentir nada por nadie, pero le fue inevitable. Unas manos aprovecharon su momento de debilidad y lo arrastraron hacia un cuarto pequeño. Lo empujaron sutil hacia una pared y sintió unos labios que besaban con fervor los suyos y unas manos que tocaban su periné.
—Shhhh, mi esposo está cerca. Te está esperando para aniquilarte, ¿Porqué viniste si sabías que era una trampa? me sorprende de ti —susurró Joana.
—Losé, no soy tonto. Solo vine por Ana y...a que me liberes de una vez por todas. —Al decir esto, tomó a Joana por el cuello y la levantó.
Joana le había colocado un chip que liberaba una sustancia en Leo, que lo hacía obedecerlo. El había sabido controlarlo pero no podía quitárselo. Intentó hacerlo varias veces pero la sustancia era adictiva. Él también había desarrollado hacia Joana el síndrome de Estocolmo, pero su sed de venganza y un nuevo sentimiento que desconocía: el amor, lo habían hecho despertar poco a poco. El síndrome de Estocolmo, es decir, sabía que Joana era mala, perversa, pero le gustaba a pesar de su maltrato psicológico y manipulación. Porque ella lo usaba sexualmente cuando se le antojara y también, para algunas misiones de ella. Leo siempre había obedecido, era fiel a su dueña, solo que ahora, una persona le había enseñado que el sentimiento del amor, era más fuerte.
—Pues, que lástima. No quiero hacer eso. Suéltame —Leo apretó su cuello y obedeció después de pocos segundos. Joana se tocó el cuello y le sonrió—, buen chico, ahora mira lo que vamos hacer —sus manos se fueron al pecho de Leo para tocarlo—, irás con las manos arriba y te vas a rendir. Leoncio no te hará nada si tú cooperas. Te necesita. Y yo, te voy a proteger con esto— le mostró un aparato que electrocuta a las personas—, se que no te hará nada pero tú te harás el herido. Y caerás al suelo. Luego —le dio un dulce beso, mientras Leo apretaba sus puños—, te encerraré y nos iremos en dos horas a buscar el dulce paraíso de Vito, ¿De acuerdo?
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Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)
Teen FictionLucy, una chica de 18 años decide meterse en el gimnasio para bajar de peso, pero al conocer a Gio, su amor platónico, su Gymboy, descubre los placeres de la seducción a pesar de que el tiene novia. Y mientras ella intenta bajar de peso y no morir...