Capítulo 21: Huída y verdades

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―¿Tú, dándome órdenes a mi? ―Gio trató de quitar su puño pero Leo era muy fuerte. Era mi oso, que siempre venía por mi. Respiré profundo, no sabía cómo íbamos a salir vivos de ahí, estábamos en la cueva de lobos.

―Te doy las órdenes que me dé la gana. Ella es mía, es mi presa y sucede que me la has arrebatado varias veces. ―La voz de Leo era grave.

―¿ Ya te la cogiste? , porque no entiendo cuando aprecio puedas tenerle a una gorda como ella. Además, ella trabaja en mi casino, que curiosamente, ya no existe. ―Achinó los ojos viéndome con desprecio, como si supiera la verdad .

«Imbécil» pensé. Pero más que lastimarme, me daba asco.

―Quien me coja o no, no es asunto tuyo. Y me la llevo ahora mismo -apretó el puño de Gio tan fuerte, que hizo que este se arrodillara del dolor. Nadie se atrevía a enfrentar a Leo, le tenían...respeto. Leo había sido parte de ellos, y era evidente que era el más fuerte, tenía más altura, más edad, más musculatura...era mi verdadero Gym boy. Rey me soltó de pronto de mala gana. Aproveché para mirarlo, pensando que le diría a Gio que fuimos nosotros quienes le explotamos el casino, pero en vez de eso, no hizo nada ―. Si alguno intenta oponerse, ya saben que están las tumbas listas.

Leo apretó tanto que los huesos de la mano de Gio sonaron. Y cuando estaba bastante inactivo, lo soltó, y enseguida, me tomó del brazo para salir de aquel lugar que tantas desdichas me había dado.

Pensé que nos iban a seguir. El grado de autoridad me impresionó. Una vez fuera del gym, pregunté :

―¿Cómo me...―apenas abrí la boca, Leo me tomó por los hombros y me estrelló contra la pared. Estaba molesto.

―¿Porqué te fuiste ? Te dije que te quedaras tranquila, te busqué por todos lados y hasta pensé que estabas muerta.

No podía dejar pasar esto. ¡ Qué cretino!
―¿Y ver cómo te cogías a esa señora? Además yo no me fui, Leoncio Lombardi me secuestró.

Leonardo se quedó inmóvil y su tez se volvió pálida.

―¿Leoncio? ¿Cómo te encontró?

Su asombro me hizo sudar. Pero de repente, se acercó a mi y me cubrió con sus brazos, acercando su boca a la mía, a poco centímetros. No fue un momento romántico, como me hubiera gustado, sino que Gio, Alonso y Rey, estaban cerca, disparándonos con sus armas. Leo recibió las balas, pero ninguna le hizo daño, al contrario, rebotaban.

―¡Debemos correr! ―dijo con urgencia.

Me empujó hacia adelante. Justo a dos metros estaba su moto y me pregunté cómo iba yo a protegerme de las balas. Pero para mí sorpresa, Leo sacó un arma bastante delgada y rompió el vidrio de un auto apenas con un ligero movimiento. Me empujó dentro del auto y vi como los chicos se acercaban. Por suerte, habían varias escaleras que aminoraban su paso.

Leo rompió unos cables de abajo del volante y apenas el auto encendió, pisó fuerte el acelerador. Las balas seguían y el me hizo bajar la cabeza hacia su regazo para protegerme. En ese momento de peligro, tenía su sexo justo en mi rostro. Era...enorme.

―¡No vayas a subir la cabeza! ―dijo mientras retrocedía.

―¡Leo no huyas! ¡ Cobarde! ―gritó Gio, acto seguido unas balas impactaron el parabrisa y el vidrio cayó en mi rostro.

―¡Maldición!, ¡Me lleva!  ―dijo Leo molesto.

Levanté un poco la mirada y vi a Gio sosteniendo una pistola apuntando a menos de un metro a Leo. Sus brazos estaban tensos no cargaba nada de protección, el parabrisa se había roto y justo cuando Gio iba a apretar el gatillo, Rey bajó su brazo.

―¿Qué haces? ―dijo sorprendido y molesto.

―Es nuestro hermano. ―Rey estaba agitado.

Gio tenía los ojos desorbitados. Transmitía odio, y al mismo tiempo...tristeza. Tenía que matar a Leo y no podía apretar el gatillo. No era capaz. Y por lo que ví, Leo estaba tan tenso, que sus nudillos estaban blancos en el volante. Ellos habían tenido oportunidades de matarse entre sí, porque aquellas balas, no trataban de matarlo nunca. Gio tenía excelente puntería. Lo sabía muy bien. Gio, Alonso y Rey, no habían podido matar a Leo porque, le tenían cierto aprecio, a pesar de que parecían no tener alma.
Gio, hiperventilaba por la ira, pero se calmó poco a poco y gritando, apuntó al cielo y disparó.

Leo enseguida retrocedió, y tomó el arma pero también dudó. En cambio, luego de darme una mirada furtiva, pisó el acelerador. Gio y Rey nos vieron alejar con cara sombría y Alonso se subió la capucha del suéter. Yo estaba un poco confundida. Estar en el medio de aquellos chicos era un poco explosivo. Pero Gio me había herido, y algo en mi, había cambiado. Le había roto la nariz a Ana y me daba satisfacción haberlo hecho. Rey no me había delatado y no entendía porque y yo, me preguntaba dónde estaba mi padre.

―¡Carajo! ―gritó Leo cuando nos detuvimos en frente de mi casa, golpeó el volante tan fuerte que el se descuadró.

Yo necesitaba salir de ese mundo. Debía encontrar a Vito Bonvertre.

NOTA:

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Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora