Leo pasó la noche en vela acomodando municiones. Yo solo escuchaba mientras intentaba conciliar el sueño. En la mañana fui a la cocina y el estaba dormido en el sofá. Se veía como un ángel, sus cejas pobladas le daban un toque juvenil, vi su cuerpo con detenimiento, era un semental, un salvaje que estaba cambiando. Sus brazos y pecho exponían ciertos tatuajes, algunas calaveras que también tenía Gio, y un nombre : Lorena. Bastante pequeño, pero estaba justo encima de su tetilla izquierda, justo en su corazón. Tenía su lado dulce después de todo. Su pasado estaba marcado en su piel, y el se había metido en la mía desde que lo conocí . Miré su abdomen desnudo y luego vi aquel bulto. Me sonrojé al recordar lo de anoche. Quise tocarlo, por simple curiosidad, pero me contuve, en vez de eso, acaricié su frente lo más suave que pude. De pronto, empezó a moverse y murmuró dormido
—Ana...
Enseguida alejé mi mano. Sentí una punzada en mi corazón. Ana había sido su amor, y habían tenido un bebé que al parecer, abortó, así que ella siempre iba a ser su debilidad. Pero no dejaba de ponerme triste. Tomó mi muñeca con firmeza antes de bajarla y abrió los ojos.
—¿Qué haces?
—Yo...sólo te veía dormir. —Me estaba sonrojando.
Sus ojos me mostraron su heterocromía. Yo ya había descubierto que el usaba lente de contacto, así que se los quitaba en las noches y en su mirada, noté dulzura.
—¿Dormiste bien? —preguntó en un bostezo.
—No mucho. Me preocupa lo que va a pasar ahora en adelante- quería que todo acabara, pensé en la probabilidad de morir y de que jamás volver a ver mi padre, y también pensé en Leo, que era violento a veces, y a pesar de que el estuviera haciendo un gran esfuerzo por dejar las drogas, anoche intentó hacerme daño. Su personalidad era un poco extraña.
El me levantó el mentón con su dedo índice.
—No puedo prometerte nada, porque no es seguro. Incluso aquí, Gio sabe dónde estamos. Pero haré lo posible por protegerte Lucy.
—Si, ya eso me lo has dicho —volteé los ojos— , órdenes de mi padre.
—No, tu padre no me importa ya. Tu eres mía, y lo que es mío no dejo que nadie lo tenga.
Sentí mis mejillas arder. Me gustaba que me hiciera de su propiedad, aunque en ese contexto implicara su actitud salvaje. Yo era una masoquista.
—Prométeme que no dejarás que nos maten —tomé su mano y el la apretó.
—Oh, Lucy —se pasó la mano por su frente y por sus cabellos— pídeme otra cosa, pero en el mundo de la mafia, y más cuando eres alguien corrupto y maldito como yo, no puedes hacer ese tipo de promesas. Hoy iremos por el pen drive en el casino de Joana. Así que hay que alistarse.
Se levantó y fue al baño. Yo me dediqué a preparar comida para luego preparar todo. Iríamos por el pen drive y luego, ¿Qué iba a pasar?
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Leo pasó la tarde cargando las municiones en muchas armas y las ordenó en una especie de cinturón. Yo me había aprendido algunos nombres, y el me había enseñado a usar algunas. Se había puesto una camisa antibalas manga larga negra que dejaba ver su pecho. Y estaba arremangándose las mangas cuando me vio salir de la habitación. Me acercó a él tomándome del brazo. Mi respiración se aceleró un poco.
—Vamos a una fiesta repleta de mafiosos, ¿Eso es lo que vas a usar? —me miró con el ceño fruncido.
Yo me había puesto un vestido blanco que me gustaba y me había soltado el cabello. Ahora que había adelgazado, podía usar mi ropa de antes. Pero al parecer, a Leo no le gustaba.
—¿Algún problema? —pregunté sorprendida.
-No lo tomes a mal —me miró de abajo hacia arriba, deteniéndose en mis pechos—, te ves linda, pero vamos a la cueva de los lobos. Regla número dos de la mafia: debes vestirte como uno. Iré a comprar algo para ti, vuelvo pronto.
Yo me quedé en el lugar y antes de que saliera pregunté:
—¿Cuál es la regla numero uno entonces?
Suspiró y por encima del hombro, sin verme me dijo:
—No confíes ni en tu sombra.
Una hora después, Leo había llegado con una caja. Recordé aquella vez que me regaló el vestido rojo para salir del casino Lombardi, tenía buen gusto la verdad. Abrí la caja y habían dos hermosos vestidos uno negro y otro plateado con piedras que se ceñían a la cintura, zapatos de tacones negros, aretes de diamantes y ¡ropa interior negra muy sexy!, lo miré y vi brillo en su mirada.
—¿Te gusta?, dejaré que escojas, aunque el negro te sentaría bien.
—¿Cómo sabes mi talla? —pregunté mostrándole el hilo negro—, yo tengo ropa interior Leo.
El sonrió
—Si...—se pasó la mano por el cabello—, eso es para que no se te marque en el vestido, y... luego vértelo puesto.
Me sonrojé, pero era algo que a él le gustaba: ponerme nerviosa. Me coloqué el vestido negro, la ropa interior, los accesorios y al salir, Leo me esperaba de espaldas mientras se tomaba un vaso de whisky. Su silueta era perfecta incluso en esa perspectiva, su espalda era ancha y sus glúteos hacían armonía perfecta con su cuerpo. ¿Cuántas horas en el gimnasio habría pasado para estar así?, Tal vez muchas. Al verme, su sonrisa se amplió de forma perversa.
—¡Vaya! qué buen gusto tengo -dejó el vaso de whisky y se acercó—, solo una cosa más.
Se colocó detrás y posó sus manos con suavidad en mis hombros. En frente del espejo grande de la sala, empezó a hacerme una cola de caballo alta bastante apretada. Mi cabello había crecido, así que me veía bien.
—Si vas con un gánster, debes ser pretenciosa, o eso me gusta a mi —me susurró en el oído mientras sacaba de su bolsillo un collar de diamantes, el cual deslizó por mi cuello desnudo—, y un diamante en bruto, debe exhibirse, hacerle ver al mundo que tienes el más brillante —luego colocó sus manos en mi cintura, acercándome a él, de forma dominante, su voz me hizo poner la piel de gallina— , y sosteniéndola siempre para que no te la roben. Así, llamarás la atención, mi hermosa Lucy.
En el espejo, estaba aquella chica que había crecido y mejorado su autoestima. Había cambiado su cuerpo pero renació varias veces, y...en el camino, se enamoró de un chico del gimnasio, del más fuerte de todos. Y yo, era su diamante en bruto.
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Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)
Teen FictionLucy, una chica de 18 años decide meterse en el gimnasio para bajar de peso, pero al conocer a Gio, su amor platónico, su Gymboy, descubre los placeres de la seducción a pesar de que el tiene novia. Y mientras ella intenta bajar de peso y no morir...