Capítulo 21.1: La noche del deseo contenido (+21)

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Bajé del auto molesta. ¿Por qué yo tenía que pasar por todo esto?, estaba harta de todo. Abrí la puerta y Leo me tomó del brazo también molesto. Me empujó dentro de la casa y la cerró con fuerza. Su rostro reflejaba dureza y al mismo tiempo, una gran tristeza.

―Me haces perder tiempo, ¡casi nos matan! Y todo porque no te quedas quieta. Sé que dije que si volvías a escaparte no iba a ir por ti. Y esta vez solo lo hice porque nuestras caras estaban en la marca de búsqueda. ¿Sabes el peligro que corremos?

Yo lo ignore. Fui a la cocina y fui por un vaso de agua, si corríamos peligro, ¿Porqué estábamos en la casa? A la mierda todo y los secretos de mafia.  «jódete Leo» dije en voz baja.

Me tomó del brazo y me sacudió.

―Que insolente, ¡Te estoy hablando niña tonta! , mírame cuando yo te esté hablando ―dijo en voz alta.

Yo estaba cargada de ira. Así que le aventé el agua en la cara.

―Y tu a mi ―dije entre dientes soltándome de sus garras-...me respetas. Siempre tengo que andar detrás de ti como si fuera un perro que te sigue, ¿Y sabes qué? Ya me cansé de jugar a los mafiosos, ¡Te exijo que me lleves con mi papá!

El se secó la cara con su camisa negra, dejándome ver sus abdominales.

―Si ...no cuentes con eso ―me agarró por el cabello con fuerza, exponiendo mi cuello―. Te vas a arrepentir de esto.

―Se que no trabajas para mi padre, Leoncio me lo dijo, y por lo que acabo de ver, eres del bando de Gio. Eres un mentiroso, y farsante ¿Porqué me tienes aquí? ¡ Suéltame! ―Lo golpeé en el pecho, tratando de despegarme de él. Pero me tomó por las muñecas fuerte y me empujó encima de la mesa del comedor que estaba detrás de mí. Cayeron varios vasos y platos al suelo y el se abalanzó con rudeza encima de mi cuerpo. Sus labios casi rozaban los míos, nuestros ojos se veían con intensidad. No sabía que iba hacerme, pero su rostro trataba de revelarme algo que escondía desde hace mucho.

―Te dije hace tiempo que no debías levantarme la mano, ni golpearme. Y sí, tienes razón. Trabajé para Leoncio hace un tiempo, pero ahora estoy con tu padre. Esos chicos fueron mi familia hasta que me traicionaron. Y yo, no te llevaré con tu padre Lucy. ―Eso último lo dijo en tono grave.

Se escuchaban mis latidos tan fuerte, que el podía escucharlos. El me inactivó colocando sus piernas encima de las mías. Su aliento a menta me estaba hipnotizando y sus cabellos rozaban mi frente.

―Quiero que me lleves con el, ¡te lo exijo! ―grité

Su dedo índice se colocó en mis labios y apretó.

―Calla. No estás en condiciones de exigir.

―¿Por qué? ―lo enfrenté.

Sentí su miembro endurecerse justo en mi sexo.

―Porque eres mía.

―Suel...

Sus labios se abrieron y besaron los míos de forma salvaje. Su lengua era fuerte y dominante, como él, colocó mis muñecas encima de mi cabeza y con su otra mano abrió mi blusa de un solo tiron. Tocó mis senos y mis pezones que se erizaron encima del brasier, luego sujetó mi mandíbula y me hizo mirarlo.

―Te haré pagar por haberme pegado y lanzarme el agua en la cara.

Me levantó de la mesa y me cargó hacia el mueble. Yo me sujeté a sus caderas y me lanzó como si fuera una muñeca. Se quitó la chaqueta y la camisa, luciendo su increíble cuerpo. Sus pectorales que resplandecían y sus venas marcadas en su piel, me hicieron humedecer. Tomó mis piernas y me arrastró hacia él, volteándome justo en el mango del mueble. Mi cuerpo quedó encima de los cojines y mis glúteos quedaron a su merced. Sentí un fuerte azote en mis glúteos.

―Te has portado mal Lucy  ―se acostó encima y me susurró al odio― Yo no soy sutil, creo que lo has visto, y ¿sabes algo?, confieso que me excitaba la idea de que me vieras cogiendo con Joana.

Se quitó su cinturón y me bajó el pantalón. Sus manos apretaron fuerte mientras rozaba su miembro justo entre mis glúteos. Luego, de un tirón, bajó mi pantalón y me azotó un par de veces.

―¡Ah! ―me quejé―, le gustaba ser rudo. Aunque me gustaba esa sensación.

Sus manos rozaron mi ropa interior y recorrieron la zona.

―Así me gusta ―dijo suave.

Yo intenté voltearme pero el me sujetó con cuerdas las manos. Parecía un cerdito antes de ser comido. Gemí al sentir su lengua pasar por mi espalda y luego recorrer mis glúteos, hasta llegar a mi sexo. Luego, cuando pensé que iba a penetrarme, me levantó y me hizo arrodillarme para que lo viera.

―¿Crees que esto será sencillo? ―Levantó mi mentón con sus dedos―, tenía muchas ganas de hacer esto, y debo admitir que me había contenido, pero ya no aguanto más ―Con su cinturón, que aún cargaba en sus manos, me amarró el cuello―. Eres mía, mi presa, mi rehén, y harás lo que yo te ordene. ―Yo asentí, obediente y sacó su miembro del pantalón.

Justo cuando pensé que iba a meterlo en mi boca. Me levantó con el cinturón, y me quejé un poco porque me hacía daño. Eso lo hizo enfurecer un poco y me empujó hacia la pared. Luego subió una de mis piernas colocándola en su hombro y con un rápido movimiento, introdujo su virilidad en mi. Grité un poco al sentirlo dentro. Me impresionó la dureza, el tamaño. Tapó mi boca y empezó su vaivén. Fuerte, firme, sin tregua y mirándome a los ojos. Tomando el cinturón para contenerme y dominarme. Luego me hizo colocarme en el mueble en la misma posición de antes, pero tomándome el cabello y el cinturón con una mano. Era el signo de posesión y dominación. Me penetró y fue más duro esta vez. Gemía cada vez que venía hacia mi. Sus piernas chocaban con mis glúteos de forma salvaje. Su sudor se mezcló con el mío, y luego de varios segundos, se levantó.

―Arrodíllate y abre la boca― ordenó.

Yo me sentía extasiada. Su forma de hacerme el amor, tan explosiva, era diferente. Su amor era fuerte, rudo, como su carácter. Yo estaba aprendiendo de los placeres del amor y de la sensualidad. Leo me había enseñado lo perverso. Le gustaba que lo mirara desnudo, que lo viera coger con otra, ¡vaya locura!, pero yo también debía estar loca como para estar ahí, aguantando ese sexo salvaje. Así que abrí al boca para recibir su regalo.

El cerró los ojos y aminoró su respiración. Me levantó por el cinturón y me quitó el amarre en mis muñecas. Luego me arrinconó en la pared.

―¿Entendiste?

Yo solo asentí con la cabeza. Estaba asimilando lo que acababa de pasar. ¿Me había castigado?¿me había hecho el amor?, en el medio de mis preguntas, tocaron a la puerta.

―¡Mierda!

Nota:

Recuerden que Leo es un chico que es adicto a las drogas y le gusta ser salvaje. No se enamoren de chicos como el en la vida real.

Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora