«Nunca dejes que nadie te humille, ni permitas que te hagan perder el tiempo. Tiempo, una palabra tan corta y tan importante. Está en ti administrarlo, y está en ti saber darte tu puesto.
-Leo»
Pasé varias semanas aprendiendo a bailar. Metida en esa habitación oscura dónde no veía quien me observaba, pero sí me dejaban buena propina. Debo confesar que pensaba que Leo era quien estaba ahí afuera, viéndome, y eso era lo que me daba el impulso para bailar de forma erótica. Porque ya Gio, que no volví a ver jamás, estaba en mi lista negra. Tenía un plan para salir de ese infierno. Yo era la hija de un gánster, y estaba descubriendo quien era yo realmente.
En una de esos bailes, me dejaron una caja negra que decía : Lucy sabemos quién eres.
Al abrirla, habían fotos de mi primer encuentro sexual con Gio, sabía que esa foto aún andaba circulando, pero está vez, me la habían mandado junto a otra foto de...mi padre. En la foto estaba estrechándole la mano a Leo. No sabía si esa foto era reciente, pero me dio un gran escalofrío ver eso. Solicité a Eugine ver el nombre de quién me había visto ese día, pero ella se negó. Era algo anónimo. En ese casino no tenía amigos, solo enemigos.
Los días que siguieron siguieron dejándome la misma fotografía, junto a otras de Gio besándose con varias de las chicas que estaban ahí en el casino. ¿ Cómo Ana pudo estar con Gio por tanto tiempo? ¿Sabía ella que su querido chico malo le había puesto los cuernos varias veces?
Los días pasaron y yo estaba rodeada de mujeres operadas, que coqueteaban con hombres y mujeres por dinero. A diario veía bailes eróticos, luces, música a todo volúmen, risas hipócritas que me atormentaban, mientras yo solo estaba en la sala oscura. Una sala en donde yo bailaba por una propina. Donde no podía ver a mi visitante. Era lo que hacían las principiantes. Un título que un día, me fue retirado.
-Uno de los que te vio bailando, quiere que le hagas un baile privado -me dijo Rebeca de mala manera. La envidia se le notaba.
-¿Tengo opción? -yo no era una prostituta.
Ella estaba limpiando la mesa de los cocteles y me tiró el paño al pecho.
-Leoncio Lombardi, el padre de Gio, ha solicitado un baile contigo. ¿Quién te crees para negarte o incluso hacer preguntas?, eres una egocéntrica.
Sostuve la mirada mientras aquel nombre resonaba en mi cabeza. El padre de mi chico malo, el que me mantiene cautiva. No, no tenía opción. Me alisté para eso, estaba nerviosa. Mi cuerpo era otro, yo era otra. Bailé enfrente del espejo y me di cuenta de lo sensual que me había vuelto. Mis curvas coincidían con mis pensamientos, mis movimientos eran suaves. Yo tenía que ganarme la confianza de Leoncio, para así, salir de ahí.
Usé una lencería negra, y una mascara de conejo que cubriera mi rostro. Entré al cuarto y vi a un hombre de mediana muy apuesto sentado en una silla. Usaba camisa negra y pantalones de vestir. Movió su vaso de whisky al verme. Yo me movía al son de la música, al principio estaba un poco nerviosa, y más al ver su expresión dura. Pero luego me concentré en mi objetivo y me moví lo más sensual que pude. Mi piel era mi propio lienzo, mis manos eran pinceles. El me veía. No sonreía, ni movía los ojos. Solo me veía. Me acerqué a el y me senté en sus piernas. Fui un poco atrevida pero ya estaba haciendo mi baile. Moví mis caderas, mi rostro lo llevé atrás para ladear mi cabello. No hacía contacto visual a sus ojos, pero pude sentir los suyos en mi cuerpo.
De repente, el tomó mi mano con fuerza.
-Detente -Yo pensé lo peor-, tienes la marca de mi enemigo, Vito Bonvertre.
Yo tragué grueso. En mi muñeca había una marca de nacimiento, la misma que mi padre tenía...pero mi padre no se llamaba Vito, o al menos, en mis recuerdos no.
-Es una marca de nacimiento. -Me levanté de rus piernas y el me quitó la mascara.
-Puede que sea una coincidencia, si fueras su hija o pariente, te asesinaría aquí mismo, y le entregaría tu cabeza en una caja de regalo, pero...el no tiene hijos, y -sonrió de forma malévola-, no creo que siga vivo, así que...
No terminé de escuchar lo que el decía. Un zumbido llegó a mis oídos y mi corazón dio un vuelco. Salí de la habitación para adentrarme a la gran sala del casino, debía salir de ahí y, buscar a mi padre. El no podía estar muerto. Tropecé con un chico que me tomó por el brazo y justo cuando iba a darle las gracias, Rebeca y otro chico de seguridad me retuvieron para llevarme adentro. Grité y me retorcí, pero fue imposible. Adentro del salón Rebeca, quien estaba furiosa, me reprendió verbalmente por haber dejado a Leoncio en el medio del baile, quien al parecer le gustó, ya que me dejó una buena suma de dinero, ( creo que eso molestó aun más a Rebeca).
-Si vuelves a escapar, te atendrás a las consecuencias, ¿entiendes?, de aquí nadie se va, eres nuestra -me amenazó.
Yo no estaba de humor. Las lágrimas caían mientras me preguntaba si aquello era verdad. Y mi marca...era verdad. Tenía la misma marca en forma de media luna que mi padre en la muñeca derecha. Era una marca Bonvertre. Yo era Lucy Bonvertre, hija de Vito Bonvertre, enemigo de Leoncio Lombardi, así que Gio también era mi enemigo. Y lo único que sabia era que, que debía salir ahí, costara lo que costara.
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Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)
أدب المراهقينLucy, una chica de 18 años decide meterse en el gimnasio para bajar de peso, pero al conocer a Gio, su amor platónico, su Gymboy, descubre los placeres de la seducción a pesar de que el tiene novia. Y mientras ella intenta bajar de peso y no morir...