Capítulo 22: El invitado no querido

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Leo se colocó el pantalón y tomó una pistola. Miró por la ventana mientras me decía en susurro.

—Escóndete en la habitación. 

—Ni de chiste, ¿Qué tal si te hacen algo y yo quedo indefensa?, si van a matarnos,  que sea a los dos aquí.

La mirada fulminante de Leo fue sorprendente. Pero torció su comisura, haciendo una sonrisa perversa.

—Me encanta tu confianza en mi, al menos vístete y ponte mi chaleco antibalas. —Su tono era serio y sugerente.

Escudriñó por fuera de la ventana pero no vio a nadie. Luego, tocaron de nuevo.
Escuché el gatillo de la pistola de Leo, preparada para disparar, y gradecí que el fuera muy bueno en eso. Un objeto rodó por debajo de la puerta. Me asusté al ver que era una bala. Leo la paró con su pie, la tomó con sus dedos y sonrió. Sus músculos se relajaron, y sus hombros bajaron la guardia.

—Llevo tanta sangre en el pecho...—dijo Leo en voz alta, mirando la bala.

–Que llevo tatuado el infierno  —respondió una voz del otro lado de la puerta.

Aquella frase fue una contraseña, porque Leo bajó el arma y abrió la puerta. Rey se encontraba en el pórtico, con su chaqueta negra, mirada cabizbaja y las manos metidas en sus pantalones. Luego de un minuto de silencio, se frotó con la pistola en la frente.

—Sin armas. 

—La duda ofende —subió la mirada— , hermano. 

—No en este mundo donde todos nos podemos traicionar. Si no vienes a causar problemas, pasa.

Rey levantó los brazos demostrando que no estaba armado, y entró. Se quitó la chaqueta y se la dio a Leo, en son de paz. Luego, al verme, entrecerró los ojos. Una mirada rápida a mis piernas desnudas, lo hizo sonreír de forma sardónica. 

—Entonces, si están cogiendo. ¿Qué diría Joana de esto? 

—Anda, ya cállate. ¿A que has venido?

Rey entró como si supiera donde estaba todo y se sirvió un poco de agua. Yo no había olvidado nada, la persecución, los golpes, los malos ratos. ¿Qué pretendía?

—Leoncio te quiere muerto —dijo luego de beber un litro de agua completo.

—Venga, dime algo que no sepa. 

—Es que te has metido en muchos problemas Leo, ¿Por qué nos abandonaste?, solo quiero saber,¿ Por qué trabajas para ese idiota?

Leo  y Rey me miraron, pero yo ya sabia. El idiota era mi padre. 

—Hay cosas que no puedo decirte. —Leo se mantuvo firme.

—Losé, pero te he estado investigando. ¿Ella puede escuchar o la metemos en una caja para que no se entere?

«Idiota» —pensé.

Leo cerró los puños  y pasó su pistola por su frente. Estaba nervioso y al mismo tiempo, molesto.  Yo quería escuchar, pero sabía que no debía estar ahí. así que media vuelta.

—Alto —me detuvo Leo— , ella se queda. 

«¿Acababa de escuchar que si podía quedarme?, otro logro»

—Me vale verga lo que ella signifique para ti, sin ofender. Aunque dudo que ya te hayas sacado del corazón a Ana, a pesar de que se haya cogido a Leoncio y ahora  a Gio.

Leo se acercó a zancadas a Rey y colocó las manos en la mesa, haciendo ruido. 

—¿Qué quieres?, y ya no la nombres  —dijo Leo con la mandíbula contraída, solo moviendo los labios.

Rey se rio y buscó en la despensa. Sacó un whisky que mi padre tenía y lo sirvió. 

 —Verás Lucy, hace un tiempo, éramos invencibles. Los cuatro fantásticos. Matábamos a sueldo, fornicábamos con quien nos diera la gana porque teníamos casinos que mantener y debíamos probar la mercancía —me guiñó un ojo luego de cerrar la botella—, Leo siempre ha sido el más fuerte de todos, y nos dolió mucho que nos haya abandonado hace unos años. ¿Porqué?, éramos felices —empezó a beber— , dos nombres y ahí estás tu: Joana Lombardi y Vito Bonvertre.

—¿Qué pasó con ...—dudé, no podía decirle a Rey que Vito era mi padre. Agradecí la mirada de Leo que me impidió decirlo— con ese señor?

—Ese señor, merece morirse de la forma más cruel. Tiene más sangre derramada que nosotros, pero ese no es el caso. Ambos están conectados en algo y es lo que estoy averiguando. Vito le jugó sucio a los Lombardi  al explotar las granjas de droga y robarle un mapa muy importante a Leoncio. ¿Quieres saber que había en ese mapa? —se dirigía a Leo—, claro que lo sabes. Lingotes de oro, ¡millones de dólares!, ¡qué bastardo ese bueno para nada!, y escondió todo, la ubicación de su banco fraudulento en un mísero chip de pendrive, el cual Joana y Leoncio andan buscando y que creo que tú tienes. 

Leo estaba tenso. Veía a Rey con ojos de exuberantes, mientras yo me acercaba a ellos.

—Vuelvo a preguntarte, ¿Qué quieres? 

—Quiero lo que todos queremos , dinero  —sonrió al final de esta frase— .Todos andan detrás de ese pen drive y ¿sabes qué?, me anoto en la lista.  

—Estás loco. Ese pen drive es de Vito, y se lo voy a dar.

—Supuse que dirías eso,  y tengo justo en mi mano derecha un botón que le daría tu ubicación a Leoncio. Sabes que el vendría por ti y acabaría contigo...y con ella.

Leo frunció el ceño y me vió.  En su rostro había preocupación.

—Ella no tiene nada que ver con esto, ¡no te atrevas a hacerle daño!

—Ah, ya veo. Te has enamorado. Qué patético. ¿Cómo te fue la última vez que te enamoraste?, masacraron tu corazón y a tu hijo —tomó a Leo por los hombros— Entiende que el amor no sirve y te hace más débil, cualquiera te traiciona y esas heridas son las peores porque a veces ni siquiera sanan. 

Leo lo empujó para que se alejara y Rey se echó a reír. 

—¿Qué de especial tiene esa niña?, es una simple chica —se metió las manos en los bolsillos y sacó una bolsa con un polvo blanco. Vi como le temblaban las manos a Leo —. ¿Una ronda? es de las buenas, con dos jaladas estaremos en otra galaxia. 

Leo tragó fuerte. 

—No, estoy dejando las drogas. 

Sonreí ante tal respuesta y saber que había tenido esa determinación. 

—¿Tú, dejando las drogas?, como quieras  —colocó el polvo en una tarjeta de crédito e inhaló— quiero parte del botín, y si, ya sé, ya sé. Es de Vito. Pues este es el trato:  conociéndote, no le darás nada a Vito, ya sabes, yo no lo haría tampoco. Te ayudo a buscar la contraseña, y repartimos el dinero.

—¿Es una amenaza? 

—Yo nunca amenazaría a un hermano —se acercó y tomó la pistola, colocándosela en el abdomen, la droga estaba haciendo efecto—, pero si debo matarte, o incluso a ella —me apuntó con la pistola y quitó el seguro, Yo cerré los ojos y escuché el forcejeo con Leo que bajó su brazo—, ¿Tenemos un trato?

Leo no dijo nada. Pero su silencio fue mas que suficiente.  Rey me miró con cara perversa y salió de la casa. ¿Qué se traía Rey con todo esto?,  debía ser algo más serio, porque hasta yo hubiera dicho que no ante la amenaza de ser encontrada por Leoncio. Habíamos escapado de muchas cosas. Leo sabía que Rey era un oponente fuerte, y en su mirada pude ver que estaba maquinando un plan para deshacerse de él. Y no pude preguntarle más nada.

Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora