Justo llegamos a la cabaña, Leo abrió la caja de pizza y tomó mi ensalada. Dentro, había una bolsa con un par de lechugas y una nota. El enarcó una ceja y me miró. Y en el medio del silencio, después de lo que había ocurrido, con el rostro ensangrentado, me preguntó–¿Quieres pizza?, Tu ensalada llegó un poco estropeada –preguntó mientras dividía los pedazos, divirtiéndose por la situación.
«Que sínico » -pensé.
Tomé la nota a la fuerza, se la arranqué de las manos. La mesera me había servido dos lechugas, y con su letra me había escrito:
«El ha sido mío varias veces, puta»
Leo vio mi rostro, y tragó para luego preguntar por la nota. Pero yo estaba cansada de tanto pelear con la muerte, de enfrentarme con mujeres que solo querían ofenderme ...y sobretodo, cansada de los celos.
–No gracias.
–Qué mal agradecida, todo esto fue para que tú comieras, ¿ Así es como me agradeces? –gritó.
Yo no podía dar crédito a eso. Me acerqué a zancadas para enfrentarlo.
–¿Mal agradecida? , me apuntaron con una maldita pistola en la frente, y si no fuera por esta marca –le mostré mi media luna – estuviera junto aquella mesera, ah cierto, no es cualquier mesera, es tu querida mesera –hice énfasis en esas palabras–, porque se me olvida que te has acostado con ella varias veces.
Leo aprovechó mi cercanía para pegarme a el en una de sus rabietas. Sus manos me acorralaron por mi espalda y nuestros labios estaban tan cerca que podía besarlo a pesar de odiarlo.
–A quien yo me coja, con quién yo me acueste, y a quien yo le quite la ropa, no es tu problema. Eres una terca que no entiende eso.
Sus palabras tenían intenciones que frenaba. Sus ojos besaban mis labios, pero sus labios solo se movían para lanzar palabras afiladas.
–Si, ya eso me lo has hecho saber varias veces –esperé una vez más, pero no me besó. Así que me separé de el de mala forma –, por cierto, sé que fuiste tú.
Noté en su pantalón algo que no había visto antes: una erección por mi cercanía. Pero me hice la dura.
–¿ De que hablas? – la incertidumbre estaba impresa en su rostro.
–Aquella noche, cuando salí del gimnasio, ustedes, aquellos chicos de la pizzería y tú, se bajaron de un auto y me golpearon –Leo abrió los ojos, lo había descubierto –, llevaban máscaras y no pude saber quiénes eran, yo ...llevaba la camisa de Gio, nosé si lo buscaban a él, o tal vez a Ana – hice una pausa–, pero esa noche no me dejaste sola, me llevaste al hospital...y, también recuerdo unos ojos peculiares– su rostro perplejo me hizo dudar si seguir–, sé que usas lentes de contacto Leo.
Aquellas últimas palabras fueron como una bala en su corazón. Me miró con tanta intensidad, que no pudo negar nada.
–Yo...eh
–No digas nada –me acerqué –he intentado descifrar qué escondes, pero creo que es más fuerte de lo que había imaginado. Así que yo no puedo seguir pidiéndote algo que no puedo tener. Y a veces es mejor recordar lo que mereces, y hacer a un lado los sentimientos.Su rostro estaba inmerso en una gran incógnita.
– Leo, quiero que me lleves con mi padre. Y es una orden. Pero antes de eso, –lo miré a los ojos con mucha ímpetu –quiero que quememos el casino de Gio y le partamos la cara a ese idiota.
Al darme la vuelta tomó mi muñeca, sin embargo, supe que no diría nada. Me fuí, llorando en silencio. Estaba ya cansada de todo. De querer que el me quisiera, de huir y pelear. Yo era una Bonvertre, ya no más.
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Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)
Teen FictionLucy, una chica de 18 años decide meterse en el gimnasio para bajar de peso, pero al conocer a Gio, su amor platónico, su Gymboy, descubre los placeres de la seducción a pesar de que el tiene novia. Y mientras ella intenta bajar de peso y no morir...