Escuché murmullos de personas y una música suave. Los pasos se acercaron hasta colocarse cerca de mis piernas. Yo estaba atada por las muñecas y no podía hacer nada, así que solo pensé en lo tonta que había sido. No había aprendido nada, en ese mundo de mafia dónde no debes confiar ni en tu sombra. Estaba ahí por mi despiste, y por Gio, quien me mandó aquella bebida con alucinógenos. Caí por completo en sus redes...de nuevo.
Sentí que por mis muslos subían unas manos, pero tenían guantes. Eran suaves, tiernas, dulces. Luego esas manos acariciaron mi monte de Venus, haciendo círculos al rededor de él. Mi piel se puso de gallina, con uno de sus dedos, masajeó mi sexo de forma superficial. Yo llevaba la ropa interior que Leo me había regalado, así que podía tocar todo. Sentí un calor en mi pelvis cuando presionó en mi clítoris, pero fue solo por un momento. Luego, sentí sus labios en mis muslos mientras sus manos firmes sostenían mis glúteos y me dió pequeños mordiscos. Sus caricias subieron por mis caderas, hasta donde el podía, porque estaba en una cúpula. Solo podía tocar mis piernas.
El público empezó a vociferar y una voz dijo por el auricular:
―El público quiere que la chica salga del Glory hole. Pero deberá seguir amarrada y vendada.
Escuché la cúpula abrirse y en seguida el me posicionó de rodillas. Así que quedé con las manos estiradas por las cintas. Cómo un cristo arrodillado. Escuché sus pasos, a pesar de tener miedo, me estaba excitando un poco. Porque aquellas manos no parecían querer hacerme daño, todo lo contrario, eran sutiles. Su respiración en mi cuello me sorprendió, pero su lengua me hizo humedecer cuando mordió mi oreja.
―Tu y yo, tenemos orgasmos pendientes ―susurró.
Y con eso, supe que era Leo. ¿Había escapado de la trampa de Gio?, hiperventilé un poco. Éramos observados mientras me hacía el amor. Tuve un dejavú del casino de Gio, aunque esta vez era diferente.
La piel de sus guantes era suave, y recorrieron mi cuerpo. Una fue directo a mi sexo, para estimular mi zona y la otra fue a mis senos, para tocar mis pezones erectos. Me hizo levantarme y obedecí. Me dominaba por completo. ¿Sabía cómo había llegado ahí?, el solo pensar en una respuesta a esa pregunta, me hizo estremecer un poco. ¿Estábamos en peligro?
―Grita, disfruta, y pídeme que te haga el amor como nadie nunca lo ha hecho ―ordenó en tono autoritario.
Pensé que era algo del juego, así que así hice:
―¡Quiero que me penetres! ―dije.
Tomó mi rostro con sus manos y me besó. La tela de sus guantes bajó por mi cuerpo y el estaba de frente a mi. Sentí su lengua bajar desde mi cuello, besó con intensidad mis pezones, uno por uno, lo cual me hizo gemir de placer, sentí calor en mi zona íntima con la estimulación de esa zona, hasta pequeños mordiscos que fueron un dolor excitante. Sus manos se posaron en mi espalda y su lengua bajó por mi vientre. El se agachó y sus labios tocaron los míos (los de mi sexo). Yo grité mientras respiraba entrecortada. No podía tocarlo porque estaba atada. Tampoco podía verlo pero su olor era maravilloso. Olía a hombre sexy. Apretó mis glúteos hacia su rostro mientras su lengua bailaba en mi clítoris y mi sexo. Aquello hizo que me tambaleara. El sabía dónde hacerlo, con la velocidad y presión adecuada. Un pequeño calor se fue incrementando desde mi pelvis y explotó en todas mis piernas, haciendo que yo gritara de placer. Al terminar mi grito, se secó en mis muslos y se levantó.
―El público aclama el Glory hole de nuevo ―dijo la voz.
Sentí que me colocaba de nuevo en la camilla y una vez en posición, Leo, mi cliente fiel, me tomó de las piernas y sentí su miembro entrar poco a poco dentro de mi. Primero fue sutil, y escuché sus gemidos, y luego, fue incrementando el vaivén. Me gustó sentir sus manos recorrer mis piernas mientras me penetraba. En ese momento, me olvidé que estábamos en un casino de mafiosos y estábamos en un show sexual, porque ese Leo, sí estaba haciéndome el amor.
De repente, sacó su miembro y escuché sus gemidos finales. El murmullo de las personas se fue incrementando. Y cada vez fue mayor. Leo besó mis pies con dulzura, porque aún estaba en posición de «V», y luego me las colocó en el suelo.
El se fue de la habitación y la voz dictó sentencia:
―El público ha hablado, los participantes, se llevan 600$ de premio, y quedan invitados al próximo evento. ¡FELICIDADES!
Un gran alivio me embriagó. Sentí esperanza, y luego, unas manos me soltaron de mi amarre y me llevaron a un salón para vestirme y limpiarme. Me quité la venda de los ojos y ahí, todo cambió. Yo hiperventilaba de la emoción. Una vez vestida con mi ropa, Leo apareció en el salón. Después de eso, no podía verlo con los mismos ojos...
Me abrazó fuerte, cosa que nunca había hecho. Sentí que su abrazo era sincero.
―¿Estás bien?, tengo el pen drive. Así que debemos irnos antes de que Gio se entere que encerré al hombre que te tenían preparado.
Nadie se había dado cuenta de que era él, porque todavía cargaba puesto el antifaz.
Tomó mi mano, y salimos inmediatamente del casino, sin ver atrás. Algunas chicas quisieron conocer a Leo, supongo que vieron su miembro y se enamoraron, pero el no les hizo caso. Solo se detuvo en las afueras cuando vio a Ana coqueteándole a Rey.Leo se paralizó por completo. Su mirada se entristeció y su mano apretó la mía más de lo normal.
―¿ Leo? ―dije interrumpiendo su desilusión. Yo no tenía ganas de ponerme celosa, porque el efecto de la droga de la bebida, me habían dado ganas de vomitar― tengo náuseas.
Me miró y notó mi palidez, así que nos fuimos al auto y apenas llegué a la puerta, no pude evitar soltar todo. El sostuvo mi cabello mientras el mareo pasaba.
―Eso, sácalo ―empezó su sermón― , para que te des cuenta que cuando te digo que no hagas algo, es por algo. Esa bebida fue para ti en especial. Maldito Gio. Pero apenas subí las escaleras después de haber golpeado a unos matones que tenían para mí, te vi bailando con ese imbécil y vi que estabas mareada. Lo supe todo, yo sé cómo trabajan, así que me fui al show donde te colocan frente a un público y son los que deciden todo. ¡Ja! Golpeé al idiota que te tenían, era un viejo de ochenta y tantos años con Viagra. Así no te darían una buena puntuación, y creo que le dimos uno bueno ―yo seguía vomitando―, ¡ Ah Lucy, mis zapatos!
«Lo siento »– pensé, mientras moría por dentro.
ESTÁS LEYENDO
Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)
Teen FictionLucy, una chica de 18 años decide meterse en el gimnasio para bajar de peso, pero al conocer a Gio, su amor platónico, su Gymboy, descubre los placeres de la seducción a pesar de que el tiene novia. Y mientras ella intenta bajar de peso y no morir...