NOTA: LEE OTRA VEZ EL CAPITULO ANTERIOR.
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Leo arrancó nuestro viaje para llevar a cabo, la venganza. Manejaba con tanta rapidez y seguridad que me impresionaba. Hacía los cambio de velocidad, derrapaba y giraba el volante tan perfecto, que me hicieron sentir mal por no saber estacionarme bien todavía. En el camino, paramos en una casa de muy mal aspecto, por municiones, y como tardó varios minutos, me puse a pensar en mi padre. ¿Cómo estaría?, ¿Lo habían torturado más?, y por otro lado, estaba Ana. No quería sentir ningún aprecio por ella, pero, ¿Qué sabía de su vida?, había sido una bailarina del casino Lombardi y Leo la había salvado de ese terrible acontecimiento. Se habían enamorado y habían tenido un embarazo del cual ella decidió despedirse al abortarlo. Recordé aquella velada en el sótano cuando discutieron. Aquel dicho que dice "donde hubo fuego, cenizas quedan", era cierto. Pude verlo con mis propios ojos.
Leo entró al auto y me sacó de mis pensamientos.
—Ten —Me entregó un revolver—Si debes matar a alguien, hazlo. No dudes. Créeme que ellos no dudarán en lastimarte.
—¿Algún punto estratégico donde pueda dejarlo fuera de combate rápido?
Se colocó el cinturón de seguridad y bajó el freno de mano. Tomó mi mano y besó con dulzura mi dorso. Sentí un escalofrío en mi cuerpo. El nunca me había besado la mano y menos con esa dulzura.
—Dales en la cabeza, sin piedad —sentenció con un dejo de malicia.
Arrancó haciendo rugir el auto. y Fuimos a toda velocidad. Al llegar a la fábrica Lombardi, todo estaba a oscuras, no se escuchaba nada. Leo se colocó unos lentes oscuros y me entregó unos.
—Ellos detectan el calor, así que si hay algún sujeto que se acerca, lo verás como una masa amarilla o naranja. Trucos de mafias.
Al colocarme los lentes, todo se había puesto oscuro, pero el cuerpo de Leo expedía un color naranja extremo. ¡vaya!
—Esto no me gusta nada. Lucy —Empezó a colocarle al revolver municiones y giró el gatillo—, Quédate aquí, iré a investigar. Solo voy a entrar, veré donde está tu padre y vuelvo. Por ningún motivo, escúchame bien, por ningún motivo te vayas a salir del auto, al menos de que venga alguien e intente matarte, de ser así, ¿Sabes manejar sincrónico?
Vaya mierda, no sabía.
—No.
—Mierda, ¡Lucy!, Cómo que no sabes?, eso lo cambia todo. No puedo dejarte aquí sin posibilidad de correr.
—Puedo ir contigo —dije en voz baja.
—Ni de chiste. Si vas conmigo serias carnada fácil además de que...—me miró de reojo—, si te pasa algo, no me lo perdonaría.
Sus sentimientos me confundían un poco. Me había llamado su novia, me había hecho el amor, me había besado la mano pero, yo sabía que Ana seguía en su corazón. Además, yo era fuerte.
—No va a pasarme nada, porque estaré contigo. –Tenia que tentar a mi suerte.
—No. Te quedarás aquí.
Colocó el auto en retroceso y lo escondió en unos arboles. Era negro como la noche. Suspiró al apagar el auto y apretándome la mano me dijo viendo a la fábrica.
—Tengo un mal presentimiento. Sé que es una trampa, porque lo es. Y se cómo salir de una trampa....y ellos lo saben. —Su mandíbula estaba tensa.
—¿Y entonces? —pregunté con miedo.
—Lucy...antes no me importaba porque no tenía una razón para vivir. La tuve, y me la arrebataron, incluso antes de hacer estas cosas, usaba drogas que he ido dejando poco a poco. Pero ahora, tengo algo valioso y ellos lo saben. Ana, Rey, Gio...y ahora Leoncio.
Quise preguntar, porque el me confundía. Un día me trababa bonito y al otro me trababa de forma despectiva. Cómo si se rehusaba a quererme.
—¿Qué es eso tan valioso que tienes?
Apretó mi mano aún más y la acercó a su pecho.
—Iré y veré que está pasando. Si alguien se acerca, como siempre te lo he dicho, no temas en disparar. Incluso te daré un micrófono para que te comuniques conmigo.
Me colocó un dispositivo pequeño en el oído y el también se puso uno. Por ellos nos podíamos comunicar. Me tranquilicé un poco, aunque la idea de permanecer ahí, sola, no me gustaba para nada. Sacó una bolsita de su bolsillo y lo inhaló.
—¿No habías dejado eso? —Me sorprendió lo rápido de su movimiento.
—Lo he estado dejando poco a poco —dio un respingo. Pero no del todo. Así me concentro mejor Lucy. Para matar —cerró los ojos y se puso las manos en la cabeza— debo concentrarme.
Coloqué mis manos en sus brazos y el se asustó. El efecto del fentanilo con cocaína era muy fuerte.
—No quiero que sigas en esto. Ya es suficiente Leo, te estás haciendo daño a ti mismo, ¿Cómo quieres tener algo valioso en tu vida si ni tu mismo sabes quererte? ¿Cómo quieres pretender tener amor de otros si no...
Mi discurso motivacional fue callado por sus labios. De forma impulsiva y de manera exigente, sus labios se apoderaron de los míos apretando fuerte. Su lengua se introdujo en la mía reclamando territorio mientras sus manos quemaban mi piel. Sentí el frío de la pistola rozar mis brazos mientras me besaba. Mi respiración entrecortada hizo que el oxígeno se acabara y empañara más el vidrio. Y ahí entendí, que Leo quería ser amado tanto como cualquier otra persona. Que su deseo contenido estaba a flor de piel. Que había sido un niño recluido en la agresividad de la mafia porque no había tenido opción. El quería amor, y nadie se lo había dado, al contrario, se lo arrebataron de forma cruel, por eso, bajo esa fachada de chico malo y testarudo, usaba su escudo para hacerse pasar por un gran mafioso. Pero por dentro, quería ser felíz.
Me alejé de el reposando mi frente contra la suya. Sus cabellos rozaron mi piel haciendo que se pusiera de gallina.
—Tu eres lo más valioso que tengo —dijo tan bajo, que apenas pude escuchar.
Yo solo sonreí. Y luego de eso salió del auto a oscuras. Su vestimenta negra se perdió en la noche y supe que estaba sola cuando no la brisa se asomaba por el auto. Tragué fuerte, esperando que volviera sano y Salvo.
El silencio de la noche se mezcló con mi miedo. El monóxido que emanaba hizo que el auto se empañara y solo escuchaba los grillos de la noche. Con los lentes solo podía ver algunos animales que se movían en la noche y mientras veía a todos lados, esperando alguna señal de peligro o al mismo Leo, yo apretaba el arma de forma tal, que temblaba.
Mi teléfono sonó de repente con la llamada de un número desconocido. Leo me había comprado otra línea, así que solo el tenía ese número para casos de emergencias.
–¿Leo? –cerré los ojos y maldije en voz baja, porque si algo había aprendido, era a no decir nombres. ¡Carajo!
–Lucy, sal de ese auto ahora mismo.
Aquella voz hizo que mi corazón se parara por unos segundos. Mi boca se abrió al darme cuenta. No podía creer que el estuviera llamándome a mi, es decir, ¿cómo?.
–¿Papá? –pregunté en voz baja pero sorprendida mientras veía a todos lados.
–No hablaré por segunda vez. Sal del auto y ve a la fábrica.
Colgó. Miré al teléfono. Era mi padre, pero su tono era tan frío que casi no supe reconocerlo. ¿era ese el verdadero Vito?, el frío y hostil. Miré hacia la fábrica y tragué fuerte. Todo estaba oscuro. Apreté mi pistola y salí del auto.
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Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)
Teen FictionLucy, una chica de 18 años decide meterse en el gimnasio para bajar de peso, pero al conocer a Gio, su amor platónico, su Gymboy, descubre los placeres de la seducción a pesar de que el tiene novia. Y mientras ella intenta bajar de peso y no morir...