Esa misma noche, planeamos un ataque al casino de Gio Lombardi. Un proxeneta que intentó seducirme para que cayera en su circulo de mujeres sexualmente explotadas. Leo me entregó cinco bombas, y el tenía otras para colocarlas en las afueras.
Solo las colocaríamos en las paredes de afuera, para no dañar los dormitorios de las mujeres y los empleados. Gio se enteraría justo al día siguiente, porque Leo consiguió cortar la señal telefónica de esa zona por unas horas a través de un amigo.
Me hizo colocarme un chaleco antibalas, un pasamontañas y me entregó un revolver calibre 29. Yo estaba vestida de negro, al igual que el. Debo decir que verlo con esa ropa, me hizo sentir deseo y escalofríos en mi interior. Su mandíbula se contraía fijando la vista al papel donde habíamos escrito el plan de ataque. Sus ojos estaban concentrados en lo que haríamos, y yo...lo veía.
—¿Estas escuchándome Lucy?, esto es importante. Al explotar este casino, estaremos iniciando una guerra. —Su voz me sacó de mis pensamientos libidinosos. Pero me enfoqué en el plan.
—No te preocupes, he escapado tanto de la muerte, que esta no será la vencida, además, si algo me pasa pues...—Leo enseguida me tapó la boca y me miró a los ojos. ¿estaba preocupado por mi?
—No te va a pasar nada. Tu solo mantente cerca de mí. En ese casino está Rey y Alonso. —Me soltó y fijo la mirada en el plan escrito sobre la mesa, apoyándose con sus brazos musculosos. —Ellos tienen orden de casarnos a los dos. Somos presa, ellos cazadores —suspiró—, ¿Entiendes?
Si. Entendía a la perfección. Pero quería hacerlo a pesar de que mi vida corría riesgo. Debía eliminar ese casino que estaba amedrentando a esas mujeres. Las explotaban por dinero, sin tener en cuenta su salud. Yo tuve suerte de ser salvada por el.
—Apenas los vea —empuñe el arma e hice una pantomima de apuntarlo y hacer un disparo —, me lo deben. Por aquella vez en la fábrica.
Su mirada se sintió como una navaja afilada y luego suspiró.
—Para ti esto es un juego, pero la muerte nos llegará tarde o temprano Lucy —Fue a la cocina y sacó una bolsa pequeña con un polvo blanco. Lo apiló con agilidad sobre una tabla y con su nariz, lo inhaló. Haciendo luego respingos. Me había olvidado de su problema de drogas y alcohol. Leo aún consumía fentanilo, y otras drogas cuando sentía ansiedad. Me miró por encima de su hombro —. Lo siento, no quería que vieras esto pero —sacudió su nariz —, estoy algo ansioso.
Confirmó mi sospecha.
—¿Por qué no dejas de drogarte? —pregunté.
El colocó la bolsa de droga en el bolsillo de su pantalón. Luego tomó una caja de municiones y empezó a recargar las pistolas, ignorando mi pregunta. Eso causó mi molestia.
—Leo, ¡respóndeme cuando te hablo! —lo enfrenté.
—¡Qué quieres que te diga Lucy!, —sus ojos estaban dilatados, así que eran negras perlas como la noche. Y el Leo agresivo...había vuelto. —¿Crees que mi adolescencia fue fácil?, matar para sobrevivir, fue lo que me enseñaron, mientras tu jugabas con muñecas y pensabas en duendes voladores, yo debía aprender a vender droga, matar a quienes le debían a —titubeó un poco, pensando en lo que iba a decir, y se dio un leve golpe en la cabeza, cerrando los ojos con desesperación— ¡ah!, olvídalo, necesito concentrarme.
Lanzó un puñetazo a la mesa y un fuerte gruñido. Yo estuve a punto de darme la vuelta para no soportar su mal humor, pero tomó mi muñeca para retenerme.
—Las drogas son las que me mantienen alerta —dijo luego de unos segundos, con mucho pesar—, me consumen, lo sé. Pero mis recuerdos, mis demonios del pasado son peores, y con ellas, yo...intento olvidarlas. Al principio no consumía tanto, pero mientras más consumes, más adicto te vuelves —suspiró—, se que te preocupas por mí, pero estas drogas, de verdad, mantienen mi estado de alerta un poco más de tiempo.
Yo sabía que eso era mentira. El tenía una adicción, y no había tenido ayuda. Me acerqué a el y por primera vez, intenté tocar su rostro. Pensé que iba a rechazarme, pero, al sentir mi mano en su mejilla, cerró los ojos. Creo que no había tenido gestos de amor, el había sido un niño que solo aprendió sobre la violencia.
—Eso te está haciendo daño. —Tenía que hacer algo por el, las drogas lo consumían, lo debilitaban. El colocó su mano encima de la mía y eso me puso nerviosa, a fin de cuentas, me estaba correspondiendo el gesto, después de mucho tiempo. Con la otra mano intenté tomar la bolsita de su pantalón, pero justo al sacarla, abrió los ojos de par en par y me sujetó con fuerza la mano, colocándola de un golpe en la mesa, clavando la bolsa en la superficie con una daga que sacó de su otro bolsillo. Pensé que la daga había atravesado mi mano, pero no, solo había quedado cerca. Me sorprendió aquel acto tan impulsivo y agresivo.
—No vuelvas a tocar mi droga Lucy Bonvertre —me amenazó—es enserio, ahora termina de vestirte, que tenemos un casino que explotar —dijo entre dientes.
Se levantó con un aire de superioridad y fue al dormitorio. El era como una montaña rusa. Un enigma, una caja de pandora que me hacía poner nerviosa y luego me daba miedo. Unos minutos después salí en silencio hacia la moto, esperando que el me diera el casco. Se paró en frente de la puerta y me miró de arriba abajo. Me coloqué las botas cuero antibalas que el me había comprado, con todo el armamento. Su rostro apacible no mostraba ninguna emoción. Me abrió el cierre entre mi pecho del traje y cercioró que mi chaleco estuviera bien amarrado. Yo trataba de no mirarlo a los ojos, pero era evidente la tensión que había entre nosotros. Luego, me sujetó el cabello con una banda elástica y bajó el pasamontañas.
—¿Estas lista?, tu chico malo se va a molestar mucho hoy contigo —hizo una mofa.
Fue a la moto y me dio el casco.
—Por lo menos el me trató como una dama en ...algún momento —dije secamente, aunque me refería cuando tuve intimidad con Gio.
Y el, antes de arrancar la moto dijo de forma sarcástica, hasta creo haber escuchado una risa.
—Eso es porque no has estado conmigo —bajó su casco e hizo rugir la moto varias veces—además, mereces darle tus insomnios a alguien mejor.
Esas últimas palabras se perdieron en el viento y el sonido de la moto.
Nota:
¿Te gustan los puntos de giro?
¿Quisieras que Gio estuviera dentro del casino?
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Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)
Teen FictionLucy, una chica de 18 años decide meterse en el gimnasio para bajar de peso, pero al conocer a Gio, su amor platónico, su Gymboy, descubre los placeres de la seducción a pesar de que el tiene novia. Y mientras ella intenta bajar de peso y no morir...