Capítulo 26.1: Después de todo, GIO.

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Leoncio encendió un cigarro y se quitó la chaqueta, quedando en camisa manda larga la cuál se arremangó. Uno de sus chicos le sostuvo un balde de agua y se lavó las manos mientras tomaba grandes bocanadas de humo.

Me miró de reojo y soltó una risa un poco extraña.

—Ah, Lucy. No te haré daño si colaboras conmigo.

—¿Dónde está mi padre?  —dije con odio.

Leoncio colocó un audio del teléfono y mi estómago dio un vuelco. Era mi padre gritando, en una grabación antigua.  Así que si era una trampa, pero Leo no era tan tonto, había algo más. Y aparte, mi padre me había llamado. ¡No entendía nada!

—Esta grabación es vieja. Cuando lo tuve en mis manos alguna vez. —Sonrió de forma cruel, mostrando sus dientes amarillos.

Me temblaban las manos. Ana estaba enfrente de mis ojos, golpeada y amarrada. Leoncio era despiadado, golpear a las mujeres era el acto más vil que había visto. Mi padre me lo había enseñado siempre, que el respeto a las mujeres era siempre por encima de todo. Con Leo inconsciente y mi padre sin aparecer, no tenía claro mi destino.

Leoncio se acercó y se sentó enfrente. Tomó mi mandíbula y me hizo mirarlo a los ojos.

—Tienes los ojos de tu padre, ¿Tendrás el mismo coraje? ¿ Sabrás algo de...

Gio y Rey levantaron la mano antes de que esté continuara.

—Padre, siento interrumpir...ella no sabía que su padre era de la mafia.

Leoncio enarcó una ceja sorprendido. Y sacó una pistola de su bolsillo para apuntarme.

—¿Es cierto eso? —posó la pistola en mi frente, así que yo solo cerré los ojos—, ¿No sabías que tu querido padre es mi peor enemigo?—se relamió los labios, mirándome con cierto brillo macabro, y luego dejó ver una sonrisa un poco maquiavélica—  Vaya, la hija perdida que siempre buscamos, está bajo mis narices.

—¡No la mates madre, porfavor! —Gio se había acercado a nosotros. No abrí los ojos pero su voz sonaba ansiosa.

—¿Le tienes cariño a la hija del enemigo? —dijo Leoncio con cierto sarcasmo—, a ver hijo, cuéntame todo.

—Rey, Alonso y yo hemos investigado a Leo. Él.. —hubo una pausa—, llegó a la vida de Lucy justo hace 10 meses. Nos pareció extraño que estuviera con ella y con Vito justo cuando nos quemó las granjas de cocaína y las de oro. Todo fue después de eso. Luego, la hemos capturado varias veces para provocar a Leo, para que confiese, pero anda en otros trámites con otra persona que aún no sabemos. Lo cierto es que...Rey descubrió que Lucy es la hija de Vito, y que el la estuvo ocultando todo este tiempo.

—Esa historia está muy bien, pero...¿ Porqué no debo asesinar a la hija de quién destruyó el 80% de mi imperio?

—Porque, ella sabe que hay dentro del pen drive, sabe la contraseña...

—¡Puede servirnos de carnada! —dijeron Rey y Alonso al unísono.

Seguía con mis ojos cerrados. Pero unas manos se plasmaron con plomo en mis hombros y sentí el aliento a cigarrillo en mi boca.

—Te salvó la campana. Serás mi rehén VIP, y me darás la contraseña del pen drive y si tu padre se aparece por acá, con un solo disparo con mi bazuca, lo exterminaré.

Mi corazón dio un vuelvo, y  la adrenalina estaba zumbando mis oídos. No sabía de dónde, pero tuve el coraje para hablar,  y justo abrí los ojos, Leoncio ya estaba un poco lejos de mí. 

–Porfavor, perdónale la vida a Leo —dije en voz alta. Arriesgando todo.

Leoncio se detuvo y por encima de mi hombro me miró de reojo. Sentí la mirada de Gio, penetrante.

—Leo es hombre muerto. —Sentenció.

Una vez fuera de mi vista, Gio me desató. Yo estaba confundida.

—¿Porqué me salvaste?

Unió mis muñecas y me colocó unas esposas.

—No mereces morir sin explicación. Además   —me guiñó un ojo— planeo que vuelvas a trabajar en mi casino. Eras una excelente atracción.

Me llevaron a un salón abajo de la fábrica. Gio me escoltaba adelante, y los otros dos atrás. Escuché gritos de tortura, y también gritos de lujuria en aquellos cuartos. Era escalofriante. Luego, pasamos por unas celdas dónde habían hombres golpeados y amordazados. Mi corazón dio un brinco al ver a Leo en una de ellas, atado con dos esposas y grilletes en el cuello, muñecas y tobillos. Le habían desgarrado la camisa, y en su pecho tenía  marcas de latigazo. Su rostro tenía pequeños moretones.  Grité su nombre desesperada pero Rey me empujó hacia delante.

—Camina, el es hombre muerto.

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Debo decir que siempre tuve que hacerle caso a Leo. Cada vez que el decía algo, era cierto.  Como Alicia en el país de las maravillas, yo no hacía caso y todo salía mal. Esto era una trampa, aunque no pensé que el cayera tan fácil.  Habíamos ido a la guarida de lobos, justo a nuestra muerte. Leoncio era nuestro verdugo, y mi padre le había destruido su imperio. Por eso el había huido y me había dejado a cargo de Leo...pero lo que no entendía, era porqué Gio me había dicho que el me quería asesinar, si siempre estuvo protegiéndome. Pero, justo cuando Gio me colocaba en una habitación y me esposaba a un tubo, comprendí que había algo más. Leo había trabajado para ellos, antes de cambiarse de bando: al de mi padre. Y  supongo que tuvo que ganarse la confianza de él por un tiempo para que mi Vito, el hombre mas desconfiado, tuviera que dejarlo a cargo de su única hija. 

Yo era muy observadora, pero habían cosas que no comprendía, y  una de ellas era esa Joana. ¿Porqué le tenía tanto aprecio a Leo?, la había visto coger con el varias veces, pero estaba casada con Leoncio. Claro, un hombre abusivo y controlador no era amoroso con ella y Leo, bueno, el era muy sexy. Era el tipo de hombre que solo con su presencia y su porte de Gym boy, podría hacerle temblar las piernas a cualquiera.

Alonso y Rey empezaron a fumar y Gio se colocó frente a mi.

—Te odio —lancé con los dientes apretados. 

—¿Porqué no te creo?, sé que piensas en mi día y noche, sobre todo por lo que hicimos —Alonso hizo una mofa, realmente eran molestos. 

—Te crees el mejor porque estas en ventaja, pero ¡no pudiste defender a Ana!, ¿Qué pasa por tu mente?, y no, no he pensado en ti. Al contrario, te olvidé por completo con alguien mejor y más dotado que tu.

Rey y Alonso se sorprendieron  y Gio los miró para hacerlos callar. Luego en un arrebato de ira me tomó por el cuello y me dijo más de cerca.

—Cuida tus palabras cerdita. No estás en posición de hacer amenazas. A pesar de que te salvé de las garras de mi padre, tu me perteneces, recuérdalo. Lo que le suceda a Ana no es de tu incumbencia —Sentía que el oxígeno se acababa y luego dejó de apretar.

Se alejó con los muchachos y antes de salir, me dijo con tono sarcástico

—Si tanto te gusta tu amigo dotado, entonces dile a él que te traiga agua y comida. Pensaba hacerlo yo, pero prefiero que te mueras de hambre unos días. 

Cerró la puerta y  mi mente se nubló por completo. 

Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora