Capítulo 24.1: La traición

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Estacionamos cerca de una fábrica la cual yo reconocía: era la fabrica de los Lombardi. Te todos  los lugares que pudimos haber ido, tuvo que ser esa fábrica. 

—¿Qué hacemos aquí? —pregunté.

Leo puso el auto en neutro y colocó el freno de mano. Sus nudillos estaban blancos mientras apretaba. 

—Debo hacer algo —miró  el sobre con el dinero y frunciendo el ceño me preguntó—, ¿Todo este tiempo sabías la contraseña y no me la habías dicho?

—No me preguntaste por ella —dije secamente—, además, ¿tu novia?

Su comisura se curvó un poco. Pensé que iba a molestarse pero mi pregunta le causó gracia. Golpeó el sobre contra su puño y esquivó su mirada.

—Si eso te molestó tanto,  puedo retirarlo. 

—Yo...no es que no me guste, es que...¿Cuándo dije que si?

Sus ojos me vieron de forma impulsiva y se acercó a mi, invadiendo mi espacio personal. Su respiración se mezclaba con la mía mientras sus brazos rodeaban mis hombros.

—Dijiste que si, desde que me viste desnudo y no pudiste quitarte esa imagen de tu mente. Desde que te quito los sueños y tus desvelos tienen mi nombre —su voz seductora me hizo temblar—, dijiste que si desde que aceptaste mis labios y cuando pedías a gritos que tu piel y la mía se mezclaran. Porque tu me deseas.

—¿Y tu a mi? —pregunté de forma impulsiva. 

Sus labios rozaban el leve espacio que había entre los míos, se relamió el labio inferior con algún pensamiento que pasó por su mente y sin dejar de verme a los ojos me dijo:

—Hay cosas que no debo desear, y aun así lo hago. 

¿disculpa?, pensé.

Justo cuando el momento estaba más íntimo, el ruido de un auto nos desconcentró. Leo cambio de actitud y se alejó de mi. Miró el sobre de nuevo y colocó algo pequeño dentro. Yo lo miré  preguntándome que era y el me guiñó un ojo justo antes de salir. Caminó hacia en frente de la fabrica y me impresionó ver que la persona que salía del auto era...Ana. ¡Esa arpía!

Caminó hacia el blandiendo sus cabellos y moviendo sus caderas, haciéndose la interesante. Lo acarició por los brazos y empezaron a hablar. El la miraba con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Ella le coqueteaba como si nada hubiera pasado, y al final, cuando el le entregó el sobre,  lo besó en los labios. Aquello me hizo encolerizar y estuve a punto de salir del auto pero vi que Rey estaba con Ana...no era conveniente. 

Leo se devolvió y al entrar, arrancó enseguida. 

—¿Y ese beso? —pregunté luego de un minuto de silencio.

Leo veía el retrovisor para vigilar que no nos siguieran y me hizo seña de silencio mientras sacaba de su bolsillo un dispositivo negro parecido al que había introducido en el sobre. Lo prendió con un clic y la voz de Ana sonó.

—El no sospecha nada, pronto nos apoderaremos de todo el dinero. Con los Lombardi, los Bonvertre y Leo fuera, podremos irnos tranquilos tu y yo. —dijo Ana risueña.

—¿Ese amigo tuyo es confiable?, no es fácil implantarle un chip de búsqueda a Leo.  Era mejor mi plan, sabes que él aun nos tiene aprecio, y hacer que piense que estamos del mismo bando es mejor que tu amigo drogadicto le inyecte el chip. 

Ana rio.

–El es el mejor. Cariño, una vez me de las coordenadas, atacaremos a Leo justo cuando esté durmiendo, le quitamos el pen drive, lo llevamos con Lombardi y Joana y los quemamos vivos en la fabrica.

–¿Ese es tu gran plan?, te olvidas de Gio y de Vito.

—Si...Leoncio tiene cautivo a Vito en sus jaulas de la fábrica.

—¿Cómo planeas convencer esta vez a Leoncio?, desde que se enteró que estás con Gio, ya no te cree mucho que digamos —la voz de Rey parecía alterada.

Ana rio fuerte.

—Leo, ese idiota consiguió la contraseña del pen drive , no sé cómo pero...lo hizo. Así que planeo contarle a Leoncio y luego que los matemos a todos, nos quedaremos con el dinero. ¿Trato?

Al escuchar eso, me llevé las manos a la boca, ahogando un grito. ¿Mi padre era rehén de Lombardi?

Leo lo apagó y se detuvo ipso facto. Sus ojos abiertos de par en par mostraron desilusión. Su querida Ana y Rey, su gran amigo planeaban traicionarlo. 

—Lucy...—pude ver una lágrima bajando de su mejilla—, ¿Ves porqué debíamos matar a esa sabandija?, ellos querían que él me fichara en su base de datos y así saber donde yo podría estar siempre. Regla importante en la mafia: no confíes en nadie. 

Era cierto. Leo había descubierto el plan de Ana y Rey. Estaba afligido por descubrir su traición, pero el era muy astuto, sabia que no le habían pedido aquel favor en vano. 

Enamorada del Gym Boy |Romance Erotico+21|✔️( Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora