Capítulo 3.- Querido Diario: Sí, es verdad.

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Dedicado a mis amadas amigas, Nicole Marie, Ali y Beverly.


"El equilibrio es no dejar que nadie te quiera menos de lo que te quieres tú..."

(Liz Gilbert. Comer, rezar y amar.)

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Rain.

----¡Lo odio, lo odio, lo odio! ----gruñí al entrar al vestíbulo de mi casa, embadurnada de lodo hasta las orejas. ----¡Maldito puerco!
----¡Hey! ----Se acercó lentamente, estudiando esa especie de obra abstracta que habían hecho conmigo----. ¿A quién odias tanto?
----A un hombre, para variar----respondí junto con lanzar lejos mi mochila.
----Niña, ¿pero qué sucedió contigo?
----¡Un maldito imbécil no me vio al salir de la facultad! Justo hoy que fui sin mi coche, porque está en revisión mensual---espeté furiosa, soltando la maraña de pelo dentro de la capucha, a esas alturas, convertida en un asqueroso musgo de pantano.
----Lo siento tanto----comentó con una risa nerviosa, que intentó reprimir enseguida.
----Puedes reírte a tus anchas, Alba. No hay problema con eso----lancé con sarcasmo, mientras me quitaba el lodo de los ojos----. ¿Dónde carajos se mete Víctor cuando se le necesita?
----Está con un permiso especial, su esposa tuvo un bebé, ¿lo olvidaste, niña?
----Grrrrr... ¡Maldita sea!!----Gruñí fuera de control----. Papá debería considerar seriamente traer a un chofer de repuesto para este tipo de eventos. Ya que odia que me monte en un taxi o un Uber.
----Lo hará, de hecho, ya están buscando a alguien que sea de toda su confianza.
----¡Puta madre! ----exclamé, seguido de hacer un infantil puchero.
----Nena, ¿pero qué te pasó? ----preguntó al venir desde el otro lado de la casa.
----Guerra de lodo en la facultad, ¿qué imaginaste Poppy?
----Ja, ja, ja, pero el año está muy avanzado para eso. ----Se burló arrugando la nariz.
----¡Por eso estoy tan sorprendida!
----Ja, ja, ja. Tienes respuestas para todo.
----Te amo, pero juro que en este preciso segundo ¡También te odio! ¡Odio a todos los hombres sobre la faz de la tierra! Eso excluye a papá, obvio.
----Awww. Bebé ----Me miró de lado como un niño chiquito.
----Es increíble cómo la lluvia que cayó anoche en esta ciudad del demonio me haya perjudicado esta tarde.
----Así es vivir en Seattle. No debería extrañarte.
----Aunque, después de todo, tengo que agradecerle lo que hizo.
----¿De qué hablas? ----Frunció el ceño, y se miró las uñas.
----Aquello impidió que me encontrara con Maia---respondí con un dejo de tristeza. Mi madre nos había abandonado hace años, y desde hacía algún tiempo luchaba por acercarse a mí, según ella, para recuperarme.
----¿Era hoy?
----Sí, precisamente hoy.

Entonces les conté que aunque no tenía muchas ganas, Maia y yo, habíamos quedado de encontrarnos en el café que existe a la vuelta de la universidad. Insistió tanto en el tema, que no pude negarme, supongo que una parte de mí... siempre la extrañaba. 

Solo serían unos cuantos minutos, pero finalmente no me presenté, debido al incidente con ese maldito cretino. Desde que me subí al taxi que me llevaría a casa, y fiel a su maldita insistencia, Maia no había parado de llamar y enviarme mensajes, pidiendo explicaciones junto con hacerme reproches.

Al ver mi semblante, mi amado Poppy comentó que el destino se interpuso para que aquello no pasara. En clara alusión a que cada vez que eso sucedía, mis crisis de ansiedad se acrecentaban, y siendo honesta, odiaba ver a mi madre en las circunstancias que fuera.

Alba, mi querida nana, preguntó por qué iría a verla si me afectaba tanto, y les expliqué que Maia me advirtió, más bien, me chantajeó de la manera más baja, con que si no me presentaba, aunque solo fuera por algunos minutos, ella iba a venir a casa para que habláramos, y de paso, encarar a mi padre.

Si Tú Me AmarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora