Capítulo 21.- ¡Arriba las manos!

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"Tierra trágame, pero escúpeme en Las Bahamas"

Anónimo.

Todas las canciones de la historia están en Spotify, en una lista llamada: Si tú me amaras The love Story.

Para que juntos descubramos los detalles que se guardan a lo largo de este emocionante capítulo, te invito a programar la nueva versión de otro clásico ochentero, Hysteria, perteneciente a la banda británica, Def Leppard.

Jordan.

----Vamos. ----La agarré de la mano hasta arrastrarla por el pasillo.
----¿A dónde?
----A la farmacia de aquí junto, tenemos que salir de dudas.
----¿Y si es así?
Preguntó con la voz entrecortada. Yo no supe qué decir, ella insistió.
----Jordan, respóndeme. ¡¿Y si estoy embarazada?!
----¡Qué diablos, Jennifer! ----Cerré los ojos por un segundo, antes de admitir la verdad que me estaba matando----. Lo estás. Y nada más que hacer al respecto.

Mientras Jenn hurgueteaba en los estantes de las pruebas de embarazo, para conseguir el trío de test que suponíamos iban a sentenciar nuestra suerte, y yo me mordía las uñas, y aunque sacudí la cabeza, no pude evitar que el recuerdo de esa chica se me viniera a la memoria.

En tanto recargaba mi cuerpo en un estante, traté de recuperar el aliento, estar ahí me ahogaba, como si hubiera estado dentro de una olla a presión.

Fue tan extraño, no entendía el motivo por el cual pensé en ella justo en ese segundo de tan profundas contradicciones.

Quizás, se debió a que, pese a su histeria, algo en esa niña me traía paz; una que no hallaba en ninguna parte, excepto al sentirla cerca.

Y aun encontrándome junto a la mujer que elegí como novia, en mi alma reconocí que la necesitaba; requería de oír su voz cantarina, la única capaz de calmarme.

O tal vez y por muy cursi que sonara viniendo de mí, nuestras almas se conectaban en algún punto más allá de la lógica.

Y ese hecho resultó tan inexplicable como perturbador. Aun cuando, me hallaba en esa vital disyuntiva, y encima de todo, junto a mi novia oficial.

Sin embargo; lo que más dolía era reflexionar con respecto al futuro inmediato, puesto que, y por mucho que lo lamentara, sí, antes de esa noche un océano nos apartaba, era claro que con la incertidumbre de mi inminente paternidad se hacía real el hecho de renunciar a la posibilidad de volver a verla.

No había más alternativa, ya no sería correcto continuar jugando a la conquista. Un embarazo no deseado, aun así, era un motivo de peso para olvidar todo acerca de ella. En concreto nos hallábamos en diferentes planetas.

Ni siquiera porque ese mismo destino que hizo que nos conociéramos de manera tan absurda, me llevara directo a ella solo para aceptar que lo nuestro era imposible.

Tenía que convertirme en un hombre, uno de verdad, integro y responsable. No podía ser, como Rob, ese asqueroso sujeto que solo nos abandonó a nuestra suerte. Yo sí daría el ancho.

Mientras tomaba en mis manos un shampoo de orquídeas y flor de Hibisco para brillo intenso y bla, bla, bla, solo con la intención de disimular lo que en realidad estaba pensando (A mí se me notaba en la cara) supe que el colibrí con sus brillantes colores de fiesta y aleteos inquietos se alejaba cada vez más de mí.

Mi desazón se debía a que decidí que después de lo vivido en el Marea, y antes de que Jenn me clavara esa terrible duda, yo sí quería conocerla, pero sin engaños, ni mentiras, sin filtros, tal como éramos. Y quizás... bueno, ya no valía la pena hundirme en esas suposiciones.

Si Tú Me AmarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora