Capítulo 37. - No Me Quieres.

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Dedicada a Ben Hardy, que fue quién sin saber me estimuló a retomar mi antigua pasión de escribir.

"No me querías. Con esa oscuridad era imposible notar las estrellas"

Kate Morton.

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Todas las canciones de la historia están en Spotify, en una lista llamada: Si tú me amaras The love Story.

Hablando de canciones con sentido, esta es una de ellas, todo un éxito del año 1981. Programa, la contagiosa e inmortal: Don't You Want Me, perteneciente a la banda británica, The Human League. Para musicalizar una escena, donde los pelos se te pondrán de punta. ¿De qué lado estarás esta vez?

Jordan.

Todavía prisionero en la cafetería Be, en desventaja y burlado, mientras los miraba devorarse, seguro que con la lengua metida hasta el fondo, pensé que ojalá de verdad Rain lo estuviera disfrutando, porque habría de ser la última vez que se reiría de mí.

Antes de esa puta tarde, se atrevió a lanzar por la ventana las galletas, el pastelillo y mi propia dignidad, expresó odio a través de las canciones y para colmo de males se besó con otro en mi presencia.

Aunque en mi bien conocido estatus de novio envuelto en una relación que permanecía en compás de espera, no tenía ningún derecho a reprocharle nada. Porque encima de todo, no éramos nada.

Entonces reflexioné que tampoco fue necesario caer tan bajo al enrostrarme sus babosas conquistas de centro comercial. Aquello apestaba igual que la basura, y la odié por orillarme a creer que lo podríamos lograr, que tal vez la críptica relación que compartimos a lo largo de ese corto tiempo pudo hacerse real.

Solo esperaba que esos besos y caricias ascendiendo por su espalda que iban en una peligrosa escalada de provocaciones en mi contra llenaran el vacío que seguro se anidaba en su vida tan desbordada de frivolidad; tan escuálida de sentimientos; tan cerca del lado más oscuro del corazón.

De alguna manera otro ocupaba mi lugar, y eso arañó mi amor propio, jamás iba a negarlo. Los errores de esa chica crecían progresivamente.

Los mismos que enfocados en romper mi autoestima me dieron la fuerza para aceptar una verdad cruenta; me abrieron los ojos y así reconocer que: Rain y yo no seríamos nada ni en esta vida ni en la que le siguiera.

Los minutos no avanzaban, parecían horas; el tiempo me azotó mientras paralizaba su marcha ante mis tristes ojos. Durante esos duros momentos el destino se ocupó de maniatarme para impedir el escape, o tal vez, yo necesitaba ver esa escena y así dar todo por terminado. Porque prisionero de mi eterno orgullo, jamás se lo iba a perdonar.

Sus acciones me hicieron odiarle junto al pasado reciente; maldecir lo que pudo ser. Con esos besos obsequiados a una boca que no era la mía, pasó por encima de lo que nos dijimos e hicimos estando en ese secreto lugar oscuro del Marea, por tanto, yo haría lo mismo.

Aun cuando sonara dramático y hasta súper cursi. Cada vez que yo desmenuzara esas imágenes que me hicieron sentir pequeño e invisible, que me partieron a la mitad utilizando la lanza de su desprecio, me daría el valor para no volver atrás ni ilusionarme con algo que jamás se iba a realizar porque Rain se ocupó de escupir las promesas en el suelo.

La venganza es tan peligrosa como el deseo de cosas imposibles, ya que siempre quieres más; no importando las consecuencias. Mi cabeza, igual que un cuenco, estaba llena de dudas y especulaciones.

Para encontrar respuestas y nutrirme de ellas debía vaciar la mente cambiando el rumbo de las cosas que a raíz de las maniobras de Rain se habían torcido hasta quebrarse como una rama seca.

Si Tú Me AmarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora