Capítulo 50. - Efecto Mariposa.

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Hola, otra vez estoy aquí después de un bloqueo creativo. Disculpen mi ausencia, esto es tan importante para mí que me duele cuando no me salen las palabras. Si no me logro conectar con lo que escribo, es imposible transmitir las emociones.

Y bueno, ya estamos juntos, les doy la bienvenida al episodio que marca los primeros cincuenta capítulos. Espero que amen el resultado, tanto como yo.

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Todas las canciones de la historia están en Spotify, en una lista llamada: Si tú me amaras The love Story.

"La casualidad se puso el disfraz de una mariposa, que al vuelo se entregó soltando su efecto... nos acarició"

La Oreja de Van Gogh.

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Para vivir los primeros pasajes de un capítulo de alta tensión, un tema que le acompañe con sus potentes notas. Extraído de la banda sonora de Misión Imposible II, Programa, la ilustrativa y poderosa: I Disappear (Yo desaparezco) de la agrupación californiana, Metallica.

Jordan.

Abrumado, masacrado en el amor propio y con la autoestima por el suelo, abordé el coche de la chica rara una vez que llegué al estacionamiento.

Sin perder un segundo, azoté el volante con mis puños, lleno de furia, muchas veces, como si esa mierda hubiera servido de algo.

Después me agarré de los pelos, desesperado. Todavía no daba crédito a lo que Rain se atrevió a hacerme solo porque quiso jugar conmigo.

Tratando de guardar la calma, ubicado en ese mismo lugar, marqué el teléfono sintiendo que una descarga de adrenalina hacía papilla mis terminaciones nerviosas.

Y le llamé a Alba para avisarle de mi abrupta salida de la casa, le mentí diciendo que me presionaron a que ya me fuera a la compañía.

Ni siquiera supe si logró creerme, tuve que disfrazar mi iracundo tono de voz, y este sonó tan falso que enseguida activó la siempre despierta suspicacia de la nana, pero tampoco me importaba.

Solo quería hundirme, más que eso; deseaba desaparecer del mapa, correr lejos de los Langmore y todo lo que representaban para mí.

Pero a la luz de mi menguada situación económica, restarme de la jugada sería una puta Misión Imposible.

Quería mandarlos al demonio, sin embargo; prisionero de mis terribles condiciones, no podía darme el lujo de desertar por mucho que lo deseara.

Desde la distancia volví a mirar hacia la jodida ventana de esa niñita caprichosa y voluble, pero en apariencia ni sus luces.

Mordí mi labio, con amargura. Seguro se hallaba en la sala con ese pedazo de inútil, muertos de risa, mientras a él se le iban los ojos al recorrer lo hermosa que lucía en ropa de ejercicio y se imaginaba un millón de cosas ¡Carajo!

La verdad era que ya no deseaba ver a Rain después de haber perdido toda comunicación con ella, y de paso, la posibilidad de enmendar las cosas en un acto de profunda constricción.

Mucho menos después de lo que me tocó escuchar y presenciar en el patio. Odié que de algún modo las infantiles actitudes de esa niñita me estuvieran convirtiendo en un ser pusilánime y febril que no hacía otra cosa que pensar en ella.

Mientras salía de la propiedad con el pie puesto en el acelerador, deseando irme del país a mil kilómetros por hora, los recuerdos se agolparon en mi cabeza sin piedad, para confirmar que si perdí lo poco que tenía con Rain, solo había sido mi maldita culpa.

Si Tú Me AmarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora