Capítulo 33.- No te debo nada.

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No pienses que me olvidé, es solo que lo había guardado para este momento. Este capítulo se lo dedico a Tyler y Blaire, por su primer cumpleaños.🤩🤩 Espero que cuando crezcan puedan leer esta historia y la amen tanto como tú.😍😍

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Todas las canciones de la historia están en Spotify, en una lista llamada: Si tú me amaras The love Story.

"Si estás leyendo esto ¡No te debo nada!"

Anónimo.

¡¡Sorpresa, adelanté el capítulo!! La fidelidad, merece un regalo, ¿no?

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Yo si te debía esto. Opino que el capítulo anterior estuvo muy intenso, por tanto ¡Este debe superarlo! Solo para comenzar, una canción ochentera llena de ritmo y algo de venganza. Programa, la muy resentida y pegajosa, I Owe You Nothing (No te debo nada) en las voces del dúo inglés, Bros.

Jordan.

Entonces, oculto en la penumbra, miré hacia atrás una última vez, y ahí estaba Rain, sin tener noción de que yo la espiaba igual que un lobo, aunque triste. Irónicamente, deslumbraba con sus vibrantes colores de fiesta apagados por el frío del agua y la tristeza.

La misma que me recorría las venas con una cruda certeza «Los momentos vienen y van» Y así fue, el nuestro pasó de largo. Rain Langmore, se volvió más inalcanzable, y yo un No creyente en las cosas buenas de la vida. Ella no era mía; ni yo suyo, ni lo seriamos jamás.

Por tanto, giré en mis talones, para huir de esa casa a toda velocidad. Para mi mala suerte, debía ir a la de al lado donde estaban todas mis cosas, pues el cuarto de servicio de esa (la de Zoe) fue utilizado para que el Dj y sus asistentes tuvieran donde guardar los implementos de trabajo.

Todo se coludía para acercarme a ella. Sin embargo, no quería verla otra vez, y sí me cambiaba rápido podría evitarlo.

De pronto me detuve al reconocer en la distancia una canción que provenía desde el Campamento de Amargados. Bueno, gracias a lo que esa chica se atrevió a hacerme, era otro de ellos, quería unirme a su banda, y ahí la fiesta de los ochenta estaba que ardía ¡Qué coincidencia! Igual que yo.

Qué ganas de haber ido allá y de manos en los bolsillos, entrar a la carpa de lujo, más mojado que un pato de cuento, y así presentarme frente a todos esos estirados, no como un jodido mesero; sino como Jordan Scallem, o, mejor dicho, el príncipe Vincent, la bestia herida, ya que su Bella sin alma lo hizo papilla.

En tanto, con una actitud engreída, indiferente y sin una gota de aplomo, me acercaba hasta la barra libre exigiendo una botella de escocés, ojalá del más caro. Y ante mi prepotencia, no tuvieron otra alternativa que dármela.

Mientras los asistentes amargados murmuraban a mis espaldas «O sea, ¿Hello?» Yo me la empinaba hasta el fondo, al apretar los ojos por lo fuerte de ese destilado que me quemaba la garganta. Deglutiendo igual que uno de los más buscados, en una cantina del medio Oeste, seguido de secar mi boca con el antebrazo.

Luego de eso me hubiera acomodado en una mesa para beber hasta caer al piso, como borracho de mala muerte, justo antes de romper varias cosas. Copas, platos, floreros, parte de la decoración, botellas, hasta la comida, daba igual. Cualquier objeto hubiera servido de proyectil lanzado en todas direcciones con el único fin de descargar mi furia. Aguafiestas, ¿dijeron?

Si Tú Me AmarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora