"Como me encanta odiarte; amo odiarte"
I love to hate You. Erasure.
Invisible Touch, (Toque invisible) de la banda británica, Génesis, es la canción que sonará de fondo, si tú quieres programarla para darle más emoción.
Jordan.
Cuando giré en sentido contrario, con un puchero en mi expresión, porque mis pasos debían dirigirse al ala sur del restaurante, bajé al infierno por un miserable segundo.
Mi cuerpo buscaba desdoblarse, y así mi espíritu se hiciera cargo del trabajo, mientras yo regresaba a casa, igual que Remy en Ratatouille.
El color de mi cara bajó hasta mis pies, me tensé como un nudo marinero, ya que jamás pensé que en medio de mi resignación algo iba a hacer que me detuviera de golpe, uno tan abrupto que por poco caigo de espalda.
Tuve que aferrarme de una mesa al perder el equilibrio en todos los sentidos.
Ella estaba ahí, la misma chica del club y el incidente del lodo. Como esas alucinaciones que solo pueden relacionarse con la locura.
Mientras ladeaba la cabeza para comprobar que aquello no fuera obra de mi imaginación, creí más que nunca que el Karma era una perra, y no dejaba de seguirme a todos lados desde el jueves anterior.
En ese segundo quise huir, no se me ocurrió nada más, de hecho, lo intenté, pero el infeliz de mi jefe otra vez me interceptó, ¡Gusano, malnacido!
Traté de excusarme con que iba al sanitario, ya que tenía una urgencia, pero ni caso le hizo a mis ruegos, y, en cambio, sin perder un segundo me obligó a seguir mi camino, señalando a la clientela ¡Maldito cretino indolente!
Primero me acerqué hasta la mesa nueve, de los amables señores Gallagher, clientes frecuentes.
Anoté todo en mi artilugio, sin quitarle los ojos de encima a la que se encontraba metros más allá, sin saber, esperando por mí.
Luego de tomar su pedido y enviar vía remota, la comanda hasta la impresora de la cocina, me fui al bar, recogí los aperitivosque pidieron, y resignado a mi suerte, volví al salón. Ese hubiera sidonun buen momento para ordenar un trago.
De manera inexplicable, las rodillas se me doblaban, y la frecuencia cardiaca aumentó. Unos pasos torpes desestabilizaron mi andar, me sudaban las manos, y todo en mí era una maldita maraña de nervios.
Todavía no me convencía de que aquello fuera verdad, y las palabras del padre Conrado retumbaban en mi cabeza, le había prometido algo, pero no sabía por dónde comenzar.
Porque de todas las cosas que pudieron pasarme en mi puta vida de empleado asalariado, esa ocupaba sin duda, el primer lugar en la escala de momentos incómodos.
Con disimulo, y mirando por encima de mi hombro, sin que nadie lo notara, incliné un poco la cabeza y me cercioré de que el aroma en mis axilas fuera el correcto. Por suerte, todo marchaba bien.
Cuando solo me apartaban unos metros supe que el universo y hasta las putas estrellas se coludieron para arruinar mi noche.
Odié a las constelaciones que aquella noche se alinearon para cobrar venganza en nombre de esa linda mujer. Uniéndonos en un rito de repudio mutuo como siempre pasó desde que nos conocimos.
De pronto, un señor alto, delgado y vestido de manera muy excéntrica se puso de pie atendiendo una llamada al salir de mi campo visual. Para colmo, la dejó sola, haciendo que mi desgracia se multiplicara por un millón.
Seguro era su padre, porque me pareció un tanto viejo para tenerlo de novio. Prejuicioso graduado con honores, me pregunté «¿Sería su sugar daddy?» Sin embargo; quién podría confirmar o desmentir ese hecho. Puesto que, ignoraba sus gustos.
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Si Tú Me Amaras
Lãng mạn¿Ignorarían las señales que los iban a llevar a encontrarse? Sí, existen dos mundos muy diferentes en un Seattle moderno y lluvioso. Unos que hasta podrían parecer cliché o conocido; sin embargo, ocultan tras de sí algo más que una historia de amor...