Capítulo 8.-Atrapado por la Euforia.

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Dedicado a mis amados: Charlotte, Blair y Tyler

"Te prometo que si pudiera ser una persona diferente, lo sería".

Rue Bennett. Euforia

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Para que realmente lo disfrutes, acompaña esta escena con: I Don't Care, de Fall Out Boy.

Jordan.

Convertido en un hombre por completo nuevo, a prueba de bellas tentaciones, decidí archivar todo ese asunto del beso en lo más recóndito de mi mente, antes de que me consumieran los remordimientos. 

Pero ocurre que cuando ya me sentía a salvo de lo que hice, esa chica buscando sorprenderme se acercó hasta nuestra mesa, eso no lucía bien. Para variar mis amigotes quedaron con la boca abierta al verla en vivo, impactados con su dulce belleza y personalidad. 

Sin perder un segundo todos se pusieron de pie, y debido al impacto (supongo) yo me quedé en mi sitio, negando con la cabeza y frunciendo el ceño, al tiempo que me dominaba una mezcla de furia y nervios, no puedo negar que tenerla tan cerca me inquietaba.

Mientras mis babosos amigos la recibían como debía ser, y estando en esa misma posición, entre los dos, comenzó una especie de batalla verbal, una que yo inicié con el ánimo de espantarla, bueno, creo que después de todo, me pasé de la raya, haciendo un comentario acerca del club y lo mucho que ella se le parecía a ese ambiente, intercambiamos algunas palabras hostiles, más de mi parte que de ella, en realidad. 

Sobre todo cuando mencionó que quería «Hablar conmigo» ¿de qué? No tenía la menor idea, según yo todo había quedado claro al salir corriendo de la pista de baile. Y se lo hice saber, echando mi cuerpo atrás en la silla, haciendo gala de todo "mi encanto"

No quería que nadie lograra notar cuanto me afectaba, la verdad es que su perfume cargado de aromas atrayentes me estaba matando al punto de desear llevarla al rincón más oscuro del club y así meternos mano. Insistió en que sí se lo debía, con una vocecita tan dulce que me haría caer de rodillas si no la apartaba.

Haciéndome el gracioso y como para recuperar el control frente a todos en esa mesa, abrí la mano en mi oído para indicarle que el ruido no me permitía oírla. Momento que el traidor de Peter aprovechó para invitarle una copa y cederle su silla.

Juro que cuando ella le agradeció su gesto de amabilidad, al pedir un Manhattan, agregando ese punzante «Eres tan lindo» para colmo ¡Coqueteando con él! Y que el muy idiota no perdió un segundo en devolver con una bobalicona sonrisa, algo que jamás logré explicar, me dominó al punto de hacerme entrar en calor, de pronto tuve la extraña y absurda sensación de que aquello se parecía a los celos, ¿celos de qué? Si ni siquiera era mi novia. No le sabía ni el nombre, maldita sea. 

El caso es que me vi como una especie de Otelo de pacotilla, puesto que mi reacción fue totalmente desmedida, mientras le clavaba uno de mis codos en las costillas lo atravesé con los ojos, su postura de bombero al rescate, me estaba hartando, y a juzgar por la sonrisa de esa chica a mi lado, ella lo disfrutaba al máximo.

De manera muy tranquila, con movimientos gráciles y femeninos, aunque un tanto incómoda, se ubicó a mi lado, ¡Precisamente a mi lado! Cruzando las piernas, tragué saliva y miré hacia otra parte, tenía que enfocarme en algo que no fuera su cuerpo, sus labios, sus gestos, o el aroma de su piel. Por suerte, Tate llamó al mesero que raudo llegó a tomar el pedido.

En ese segundo me hubiera gustado ser un avestruz y hundir mi cabeza en un montículo de arena hasta que la chica se marchara de ahí, debí correr a la pista para bailar con otra, a ver si con eso la espantaba, o simplemente huir del club para buscar refugio en mi casa.

Si Tú Me AmarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora