Diecinueve

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Entramos en el bosque en cuanto cayó la noche, y tras llegar al árbol sagrado mis lágrimas mojaron mi rostro sin poder contenerlas por mucho tiempo más..¿Que me iba a deparar el futuro si me casaba con un hombre que no me quería? ¿Por qué el matrimonio debía ser una obligación y no una opción?

-¿Quién viene?- la voz de Aemond era completamente distinta a como la conocía hasta aquel momento, y escucharle pronunciar las palabras de nuestro ritual sagrado hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo entero.

-Sophie de la casa Stark viene aquí a ser desposada..-murmuré-una mujer crecida, florecida, doncella y noble que viene para rogar por la bendición de los dioses.

-¿Quién viene a reclamarla?-preguntó esta vez mi padre con orgullo al aceptar Aemond celebrar la boda de forma norteña.

-Yo, Aemond de la casa Targaryen, la reclamo, ¿Quién la entrega?

-Cregan de la casa Stark, padre de mi querida Sophie, ¿Aceptas a este hombre, hija mia?

Agaché la cabeza completamente destruida.

-Acepto a este hombre.

¿Acaso me quedaba otra opción?¿Volver a huir por ejemplo?

Aemond se agachó a la misma vez que lo iba haciendo yo, hasta acabar de rodillas, y solo en ese momento, ante los ojos de todos los dioses, nos unimos  en sagrado matrimonio.

Escuché como Aemond se ponía de pie incapaz de poder mirarme, y como se marchaba mientras yo continuaba de rodillas.

-Ahora deberías ir a cumplir tu deber como esposa-dijo mi padre.

Me levanté mirándole con rabia y desprecio.

-Lo único bueno de este matrimonio es que voy a perderte de vista-dije sollozando- quédate con todas las cosas que te haya ofrecido Aemond por mi y olvídate de que tienes una hija.

Agarré los extremos de mi vestido y me alejé de él sintiendo un inmenso vacío en mi interior.

Aemond no me amaba, y yo sabía que cada vez que sus ojos coincidieran con los míos le iban a recordar que se casó por obligación amando a Helena. Que esto fue el comienzo de sus problemas con ella.

-¡Sophie!

Yara corrió detrás de mí y me agarró del brazo impidiendome continuar.

-Llévame contigo-sollozó- no me dejes aquí, no quiero que padre me oblige a casarme con nadie.

-¿Crees que Aemond está como para pedirle algo?-pregunté entre lágrimas-¿Crees que tengo ganas de llevarte a conocer el infierno que me espera siendo su esposa?

Ella me miró durante un instante y solo entonces sujetó una de mis manos.

-Padre le ha obligado a casarse conmigo-sollocé-¿En qué situación me deja eso a mí?

-Aemond tiene mucho más poder que padre- me corrigió con enfado- si ese hombre se ha casado contigo ha sido por gusto y no por temor.

-No tienes ni idea..

-¿Habéis hecho…

-¡No!- negué apartando mi mano de la suya.

-Pues entonces esta noche no te resistas, deja que haga lo que tenga que hacer- se echó el pelo para atrás sin dejar de llorar- te prometo que acabará antes de que te des cuenta, si le complaces, si le das lo que seguramente desea,entonces le tendrás en la palma de tu mano, por favor recuerda mis palabras.

La miré asustada y escuché el dragón de Aemond rugir en la lejanía.

-Os habéis vuelto todos locos…-murmuré dando un paso hacia atrás- ¡Si piensas que voy a dejar que me ponga una mano encima estás muy equivocada!

-Yo solo lo digo por tu…

Pero no la dejé terminar de hablar, me giré y caminé maldiciendo a todos en voz baja.  Me habían vendido, sin haberlo hablado antes conmigo, sin darme el derecho a opinar. 

Todo estaba siendo lo contrario a como deseaba yo que fuera mi boda.

¿Casada con Aemond? ¿Con el mismo que decía no sentir absolutamente nada al verme?

Caminé hasta llegar a su gran dragón y acepté su mano cuando me la ofreció para ayudarme a subir.

Mi padre había perdido una hija, de eso no cabía duda.

Aemond agarró con fuerza las cuerdas de su dragón y alzó el vuelo con una velocidad que me asustó.

Mi corazón se encogió al ver por última vez Invernalia.

Mi hogar, mi hogar que terminó siendo mi infierno.

La loba y el dragón// (Aemond Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora