Ochenta y dos

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Di cientos de vueltas en la cama intentando conciliar el sueño. Pero cada vez que cerraba los ojos, las pesadillas volvían a aparecer para atormentarme.

Suspiré deshaciéndome de la sábana con enfado, y levantándome de la cama mientras intentaba despejar mi mente.

¿Porque no podía dejar de pensar en lo mismo? ¿Acaso mi cerebro buscaba recuperar su pasado?

Me pasé una mano por el pelo mientras fruncía el ceño al ver como la puerta de mis aposentos se abría.

-¿No te han enseñado a llamar antes?- pregunté observando a Aemond-¿Y si estuviera desnuda?

-No vería nada que no haya visto ya-comentó cerrando la puerta y posando uno de sus dedos sobre sus labios- Helena podría escucharnos, baja el tono.

-Necesito dormir- caminó hacia mí y desvío la vista hacia la cama- ¿Puedo hacerlo aquí?

-Aemond- me quedé en silencio cuando le tuve suficientemente cerca como para que su aroma me invadiera- si esto te funciona con..

-Mis sábanas ya no huelen a ti, y lo odio, porque desde entonces no puedo dormir bien- me interrumpió pasando una mano por mi pelo- solo quiero dormir- apartó la mano de mi y las levantó esbozando una ligera sonrisa- prometo ser todo un caballero.

-Aemond- suspiré- creo que quedó claro que yo no soy la Sophie que tú esperas encontrar, la Sophie que te prometa amor eterno y esas cosas, y sinceramente, pienso que si no puedes estar con la persona a la que quieres, es mejor que simplemente te conformes queriendo a la persona que te quiere a ti, ¿No crees?

-Si, eso dicen, es muy fácil conformarse- se alejó con decepción de mí mientras se desabrochaba los botones de su camisa-pero antes de conformorarme debo asegurarme de que he hecho lo posible por hacer volver a mi Sophie.

Dejó al descubierto su pecho y yo intenté solo centrarme en su mirada.

-¿Puedo saber por qué no puedes dormir?- preguntó quitándose las botas-¿También es por mi olor?

-¿Tu olor?

Aemond sonrió de medio lado estirando sus brazos para alcanzar mis manos.

-Ven…-susurró.

Dejé que tirara de mí y me rodeara con sus brazos dejándome oler el suave aroma de su piel.

Una extraña sensación me invadió trayéndome algo de nostalgia, tristeza y felicidad. ¿Acaso eso era posible?

-Solo será dormir, Sophie..-susurró hundiendo la nariz en mi pelo- no voy a ponerte una mano encima y estoy seguro de que lo sabes.

Asentí pasando mis manos por su espalda con la intención de no dejarle apartarse de mí. ¿Cómo podía oler tan bien?

-Tu cabeza se ha olvidado de mí, pero esto- se apartó ligeramente de mí y posó su mano sobre mi pecho, justo encima de mí corazón- esto aún me ama.

Nos miramos el uno al otro, y por primera vez en la vida sentí que el resto del mundo me daba igual. ¿Cómo podía conseguir todo eso?

Aemond desvío la vista hacia mis labios y se humedeció los suyos tirando de mí hacia la cama.

-¿La quieres?-pregunté obligándole a frenar- a Helena, ¿La quieres?

Soltó mi mano y rodeó la cama sabiendo que yo no le quitaba el ojo de encima.

-Si, claro que la quiero, es mi hermana.

Suspiré tumbandome en la cama.

-¿Te importan mis sentimientos hacia otras personas?- un ligero brillo se iluminó en su mirada.

-Me importarían más si no te hubieses referido a ella como tu hermana…-intenté ocultar una sonrisa y me cubrí con las sábanas dándole la espalda.

Sentí como se recostaba a mi lado.

-Me encantaría agarrarte fuerte y llevarte lejos de todo esto, Sophie, a un lugar donde nadie nos reconozca y…

Me giré lentamente para observarle, e intenté de nuevo fijarme en su rostro y no en su torso desnudo.

¿Todo eso era mío antes de mi muerte?

Me deslicé hacia él y apoyé la cabeza en su hombro sintiendo una paz mental abrumadora.

-¿Qué fue lo que nos pasó, Aemond?- suspiré desviando la vista hacia el techo-¿Crees que si yo no hubiera muerto aún nos seguiríamos amando?

Los dedos de Aemond se colaron en mi pelo haciéndome ligeras cosquillas que provocaron que cerrara mis párpados con cansancio.

-Creo que estaríamos en un lugar alejado de todo y de todos-confesó.

Levanté la cabeza y abrí los ojos topandome con sus labios.

-¿No vas a quitarte el parche para dormir?

Negó con la cabeza.

-Hoy no.

Suspiré aún con mi mirada sobre sus labios.

-Puedes besarme, Sophie- esbozó una sonrisa- soy tu esposo.

-Un esposo que comparto con otra mujer que da la casualidad de que está en la habitación de al lado.

Agaché la mirada y volví a cerrar los ojos con tristeza.

-Te he perdonado, Aemond, me costó mucho tiempo entender lo que significaba perdonar a alguien. Siempre me pregunté, ¿Cómo podía perdonar a alguien que elegió hacerme daño?- suspiré mordiéndome el labio que ya comenzaba a temblarme- tú mataste a mi hermano y me dejaste a merced de tu hermano y…

Las lágrimas recorrieron mi rostro antes de que yo pudiera impedirlo.

-Y aún así, a pesar de eso, sigo necesitando tu maldito olor para poder conciliar el sueño.

Me incorporé para observarle.

-¿Crees que eso es normal?¿Crees que he perdido la cabeza?

Me humedecí los labios y continúe hablando. Sabía que tenía toda su atención y necesitaba más que nunca soltar todo lo que llevaba guardado.

-No puedo permitirme sentir nada por ti- sollocé- no puedo…

Me quedé sin aliento cuando él pasó su dedo por mi mejillas intentando secarme las lágrimas.

-Siento todo el daño que te he causado, se que es mi egoísmo el que no me deja soltarte del todo- se incorporó ligeramente atrapandome con sus brazos para pegar aún más su cuerpo al mío- pero pienso realmente que estamos destinados a estar juntos, porque a pesar de los obstáculos siempre acabas entre mis brazos,¿No lo ves?

Su aliento chocó contra mi rostro y me recosté encima de él mientras me escondía en su cuello.

-A veces el destino no lo es todo, Aemond…- mis lágrimas bañaron su cuello- yo necesito ser libre, alejarme de todo esto y…

-Sophie…-me rodeó la cintura con sus manos- ¿De verdad eso es lo que deseas?¿Acaso yo no puedo darte esa libertad que tanto anhelas?

Negué con la cabeza.

-No eres ese tipo de hombre…

Le escuché suspirar y entonces me apartó de encima suya para levantarse de la cama.

-Aemond…-susurré.

-Creo que esto ya no tiene sentido, Sophie, creo que me aferro a un completo imposible- cogió su camisa oscura y me miró con un ligero brillo en la mirada- mañana…mañana te dejaré de nuevo en Isla Bella y…

Esta vez tuvo que apartar la mirada de la mía 

-Anularé nuestro matrimonio-terminó de decir con la voz quebrada.

Me puse de pie en un intento de acercarme a él, pero Aemond retrocedió con las manos temblorosas.

-No me lo hagas más complicado -una lágrima resbaló por su mejilla encogiendo mi corazón- yo sigo estando perdidamente enamorado de ti.

Y sin decirme nada más salió de mis aposentos dejándome un vacío desgarrador en el interior.

La loba y el dragón// (Aemond Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora