Ochenta y cinco

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Escuché un caballo en el exterior, eso fue suficiente para que cogiera la espada que me había dejado Aemond antes de irse y caminará casi de puntillas por el pasillo agudizando el oído para escuchar con atención.

¿Quién había decidido venir a Invernalia sabiendo que nadie vivía aquí?

Bajé las escaleras lentamente con el corazón acelerado y antes de llegar al último escalón mis ojos se posaron en Darya.

-¿Qué diablos haces tú….

Pero mi sorpresa fue mayor cuando detrás de ella entró Renly levantando las manos al ver mi espada mientras esbozaba una amplia sonrisa.

-Oh, por los dioses…

Dejé caer la espada y corrí hacia ellos, lanzándome en sus brazos.

-¿Cómo sabíais que…

-Eres la chica lobo- me interrumpió Renly abrazándome con fuerza- debía empezar buscándote aquí.

-¿Estás sola?- preguntó Darya caminando hasta agarrar la espada que yo había dejado caer al suelo-¿O está aquí algún Targaryen?

-Estoy sola- contesté frunciendo el ceño- llevo días sola.

-Pues entonces es el momento perfecto para irnos de aquí.

-No- dije con seriedad- siempre he querido volver aquí y Aemond podría vol…

-¿Aemond?- preguntó sorprendido Renly-¿Quién es Aemond?

-El esposo de Sophie-le informó Darya.

Solo entonces Renly se apartó ligeramente de mí.

-Fue él el que envió a ese borracho a secuestrarte,¿Verdad?

Negué con la cabeza.

-Es una larga historia…-susurré- os la contaré en otro momento.

Caminé a paso acelerado hasta llegar a Darya y le arrebaté la espada.

-¿Y vosotros?¿Cómo habéis llegado hasta aquí?

-En caballo- contestó Renly.

-Yo sabía que estarías bien, pero Renly se empeñó en buscarte por todo poniente para pedirte la mano o no se que chorradas más-dijo esta vez Darya.

Me giré para mirarle.

-Pero yo ya estoy casada…-susurré.

-Si, pero Darya ya me contó cómo fue, estás casada con un hombre que no conoces y yo…

-¿Has venido hasta aquí solo para pedirme matrimonio?- pregunté.

Asintió.

-Oh, vais a tener que iros antes de que vuelva Aemond- dije caminando hacia él- como se llegue siquiera a enterar de esto te matará, ten por seguro que lo hará.

-No le tengo miedo a ningún Targaryen- se zafó de mi cuando le empujé hacia la puerta- ese hombre te secuestró y te está obligando a..

-Ese hombre es mi esposo- le interrumpí- y le conozco lo suficiente como para saber que te hará daño si te llega a ver aquí.

-Sophie- Darya caminó hacia mí- la última vez que le vi apenas podía caminar y se apoyaba en un bastón.

-Eso fue cuando Alys continuaba con vida, cuando ella murió él volvió a recuperarse.

-¿Y nos vas a echar del castillo porque tu esposo es un celoso enfermizo?-Renly me agarró la cabeza con las manos obligándome a centrar toda mi atención en él.

Asentí.

-Ese hombre te deja sola en un castillo en el que cualquier saqueador podría entrar y matarte y ¿Aún así nos echas?

-Lo hago por tu bien, Renly…-susurré.

-Y yo por el tuyo- se alejó de mí y observó detenidamente el castillo- nos quedamos.

Darya aplaudió emocionada y subió las escaleras de dos en dos soltando una risilla.

-Vamos a elegir nuestras habitaciones..

Suspiré desviando la vista hacia Renly.

-He venido a cuidar de ti, Sophie- me sonrió cuando nuestras miradas se cruzaron- relájate, tu esposo no aparecerá por aquí.

Caminó hacia mí y tiró de mi mano para seguir los pasos de Darya.

-¿Quién está cargo de la panadería?- pregunté siguiéndole.

-Mi padre- se encogió de hombros desviando la vista a las puertas-¿Dónde duermes tú?

-Renly…-susurré- debes irte, es inapropiado que…

-Relájate, Sophie, tu príncipe no va a matarme- me soltó la mano y caminó hasta abrir una de las puertas de aquel inmenso pasillo-¿Crees que podré quedarme a dormir aquí?

Le seguí apoyándome en el marco.

-¿Y mañana te irás?

-Sophie- se llevó una mano al pelo caminando hacia mí- ¿Le tienes miedo?¿Te ha pegado o…

Agarró mis manos y tiró de mí dentro de los aposentos.

-Si ese idiota te ha puesto una mano encima entonces él debería tener lo que…

Y sé quedó en silencio. Los dos lo escuchamos cuando apartamos nuestras manos y nos giramos hacia la puerta al escuchar el rugir de un dragón.

Pero antes de que yo pudiera decir nada, Renly me hizo a un lado y caminó a grandes zancadas fuera de la habitación.

Mis manos comenzaron a temblar al recordar las palabras de Aemond la primera noche que me reencontré con él. 

Le iba a hacer daño, estaba segura de que lo haría si yo no lo impedía.

Agarré mi vestido por los extremos y corrí tras él.

La loba y el dragón// (Aemond Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora