Setenta y ocho

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Permanecí quieta, con un nudo en la garganta y un jarrón en mi mano con el que estaba dispuesta a defenderme de Aemond.

No sé cuánto tiempo estuve así,no sé cuánto tiempo permanecí de pie hasta que las piernas comenzaron a pedirme algo de descanso.

Dejé que mi espalda se deslizara por la pared y acabé en el suelo.

Y entonces cerré los ojos. Aún me dolía la cabeza y no había probado bocado desde que el idiota de Aemond me había obligado a venir a Roca Casterly.

¿Acaso nadie iba a traerme nada?

De golpe abrí los ojos cuando Aemond abrió la puerta y dirigió su mirada a la mía.

En completo silencio caminó hacia la cama y se sentó dejando a un lado su espada mientras se deshacía de sus botas.

Lentamente me puse de pie. Aquel hombre me había entregado a su hermano, había dejado que este me manipulara a su antojo y me había engañado con viles mentiras. ¿Cómo había podido pensar que yo estaba en algún pasado enamorada de él?¿Y si no era más que otro engaño por su parte?

Tras quitarse las botas y aún completamente vestido se metió bajo las sábanas de la cama y apagó una de las velas.

-Sé que Renly me buscará…-susurré- y te matará.

Le escuché aclararse la garganta, pero no contestó a mi provocación.

Lentamente y con todos mis sentidos en alerta caminé hacia él aún con el jarrón en la mano dispuesta a golpearle y quitarle la llave.

-No lo intentes, Sophie, escucho tus pasos desde lejos, y solo conseguirás que acabe haciéndote daño.

-Déjame ir, Aemond, yo aquí no…

Me quedé en silencio cuando se giró y me miró con semblante serio.

-Mientras sigas siendo mi esposa permanecerás junto a mí, vivirás en Rocadragón como siempre debió ser y harás todo lo que yo te diga.

-¿Mientras siga siendo tu esposa?- bajé el jarrón sin dejar de mirarla-¿Vas a anular nuestro matrimonio?

Pero no contestó, se limitó a volver a cubrirse con la sábana dándome la espalda.

Le miré en silencio soltando el jarrón y una sensación de tranquilidad se apoderó de mí. ¿No se suponía que debía temerle?¿Odiarle al menos?

Suspiré.

-Lo que le has hecho al hombre de…

-No te metas en mis asuntos, Sophie- me interrumpió con la voz ronca- eso es lo único que te pido.

Me humedecí los labios sin saber que hacer. ¿Cómo iba a volver a Isla Bella?¿Debía esperar a que se quedara dormido?

-Aemond…

-Ojjj, creía que con los años dejarías de ser tan habladora e irritante- se giró de golpe y me miró-¿Qué diablos quieres?

-No he comido nada y…-agaché la cabeza- tengo bastante hambre.

Su ojo me miró durante un instante y entonces se puso de pie soltando un soplido.

-Iré sola- le dije- no quiero cenar y que tú me estés observando.

-¿Crees que soy idiota?- puso el ojo en blanco-¿Crees que no sé qué intentarás escapar?

-Es dignidad, Aemond- caminé hacia él y posé mi dedo sobre su pecho fulminandole con la mirada- me has llamado de todo, has insinuado que soy una…

-Has estado alejada de tu esposo dos años, huyendo de mí como si yo fuera capaz de hacerte daño- dijo con semblante serio- mi hermano me dijo que…

-Y si así fuera no tendrías que recriminarme nada, ¿Acaso soy culpable yo de no recordar mi pasado contigo?

La loba y el dragón// (Aemond Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora