Al día siguiente fui incapaz de levantarme de la cama para ir a desayunar, solo quería seguir acostada, cubierta por completo por la sabana y olvidándome por un instante de mi miserable vida.
-Sophie…-susurró Yara entrando en mis aposentos.
Me destapé el rostro y la miré con atención.
-Él no me quiere-sollocé- al final me acabé casando con un hombre que no me quería.
-No digas tonterías…-Yara se sentó a mi lado y me dedicó una sonrisa- tú te casaste con el hombre que más te ha amado sobre la faz de la tierra, de eso he sido testigo yo.
Fruncí el ceño y me incorporé.
-Es solo que ahora las cosas son un poco complicadas…
Agachó la cabeza y entrelazó sus dedos con nerviosismo.
-Daeron no parece en absoluto el tipo de hombre que dices…mascullé cruzandome de brazos con enfado- es más, parece que le doy miedo o incluso asco.
-¿Por qué lo dices?
-No hemos mantenido relaciones desde que me recuperé de mi herida, no me ha besado ni he sentido ninguna cercanía que no fuera mera amabilidad conmigo.
-Oh, Sophie- se acercó más a mi y me abrazó con fuerza- no sufras por cosas insignificantes, deberías disfrutar la vida, vivirla al límite porque nunca sabemos cuándo será nuestro último día.
Me aparté de ella para mirarla.
-¿Te gusta Daeron? Pues lánzate tú, no esperes a que lo haga él.
Me esquivó la mirada y se puso de pie.
-No ha bajado a desayunar, eso significa que continua en sus aposentos, ve y…
Se quedó en silencio.
-Nadie te recriminará nada.
-¿Quién iba a recriminarme algo?- me puse de pie y caminé hacia ella-¿Por qué todos habláis como si supierais algo que yo ignoro?
Yara no me contestó, en ese momento se abrió la puerta y entró Daeron aún algo adormilado.
-Siento interrumpir- dijo.
-Oh, no te preocupes, yo ya me iba- Yara me guiñó un ojo y salió apresuradamente cerrando la puerta a sus espaldas.
-¿Has venido a recoger tus cosas para irte por completo de nuestra habitación?
-¿Vas a continuar con eso?- preguntó apoyándose en la pared y mirándome con seriedad.
-Se que me estáis ocultando algo, lo noto en vuestras caras llenas de lástima cuando me miráis, como si me hubiera pasado algo terrible que nadie pudiera saber, ni yo misma- cogí aire caminando hacia él- tú no actúas en absoluto como si fueras mi esposo; y mi hermana, a la que conozco mejor que nadie me esquiva la mirada cuando intento hablar de ti para desahogarme.
-¿Hablas de mí con tu hermana?
-¿Me estás escuchando?
-Deja la paranoia, Sophie, yo solamente estoy respetando tu espacio, hasta que empieces a recordar- suspiró- pienso que abusaria de ti si hiciera algo que ni tú sabes realmente si quieres hacer.
-¿Ese es el motivo?-terminé de llegar a donde se encontraba-¿Tienes miedo de que yo no quiera hacer nada contigo?
-Tengo miedo de que sea incapaz de parar si tú me das pie y luego te arrepientes- puso los ojos en blanco- no me he acostado jamás con nadie y aún no sé dónde estaría mi límite…
-¿No nos hemos acostado?
Abrí los ojos sorprendida, casi sin poder creerme lo que acababa de decirme.
-Con nadie que no seas tú - se aclaró la garganta con nerviosismo- es solo que…no quiero hacerlo con una mujer que no me quiera.
-¿Piensas que…
-He podido acudir a burdeles, encamarme con sirvientas o doncellas que buscan el favor de un príncipe, pero no lo he hecho- dejó la pared y caminó hacia mí- porque estoy esperando a alguien que…
-Aquí estoy…-le interrumpí mirándole directamente a los ojos- aquí me tienes, yo soy tu esposa, ¿No es así?
Daeron suspiró pasando sus manos por mi pelo y besó mi frente con delicadeza.
-No voy a ponerte una mano encima, por ahora quiero seguir manteniéndolas…
-¿Ves?ya estás otra vez- puse los ojos en blanco-¿A qué le temes? No debería darte miedo hacer el amor.
-Hoy pensaba dar una vuelta por Antigua, ir al lago y comer algo por ahí- cambió de tema dando un paso hacia atrás- si quieres puedes acompañarme y despejar un poco la mente.
Asentí desganada.
-Pues cambiate y te esperaré fuera- beso de nuevo mi frente y tras dedicarme una sonrisa salió dejándome sola.
Con algo de enfado agarré el vestido que aún se encontraba sobre una de las sillas y me deshice de mi camisón para vestirme con rapidez.
En cuanto salí por la puerta mis ojos se posaron en una chica de larga melena oscura y un hermoso vestido rojizo que hablaba con Daeron cerca de las escaleras.
-Ya estoy lista…-susurré cuando llegué a ellos.
-Hola, Sophie, me alegro de verte bien.
La miré con el ceño fruncido.
-¿Nos conocemos?
-Ella es Alys, la mano de la reina- la presentó Daeron.
Sonreí sintiéndome extraña con su presencia.
-¿Qué tal va vuestro matrimonio?- preguntó fijando su mirada en mi.
-Mejor que nunca-mentí.
-Bueno,ha sido un placer Alys, pero nosotros nos tenemos que ir ya- Daeron tiró de mi mano obligándome a bajar las escaleras mientras mi mirada continuaba fija en aquella chica.
-¿Quién es?- pregunté cuando estuvimos suficientemente lejos.
-Ya te lo he dicho, es la mano de la reina y…-se quedó en silencio durante un instante- la pareja sentimental de mi otro hermano.
-¿Otro hermano?, pensé que…
-No ha podido venir, no es un hombre al que le guste mezclarse con más gente, pero no hablemos de él- tiró de nuevo de mi mano llegando a Tessarion- hoy vamos a olvidarnos de todo y pasar un día agradable juntos.
Sonreí y cuando agarré las cuerdas para subir al dragón mis ojos volvieron a posarse en esa tal Alys, que desde la entrada nos observaba cruzada de brazos.
No podía explicarlo, pero un escalofrío recorrió mi cuerpo por completo.
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La loba y el dragón// (Aemond Targaryen)
RomanceII parte de "La chica del antifaz" FANFIC House of the dragon