Once

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Aemond caminó por los pasillos de la Fortaleza Roja a altas horas de la madrugada, sabiendo que todos los habitantes de aquel castillo dormían ajenos a sus pasos nerviosos.

Pero aún así no podía esperar a que amaneciera y que aquella muchacha a la que evidentemente le faltaba un hervor volviera a cometer otra locura.

Por eso mismo, golpeó la puerta lentamente con los nudillos y escuchó los pasos de los pequeños pies de Lyanna acercarse para abrir.

-¿Ha pasado algo?- preguntó ella con los ojos aún somnolientos.

-Hablemos en el pasillo..-susurró.

Lyanna giró su cabeza para observar a Aegon que dormía ajeno a todo y salió de sus aposentos cerrando la puerta.

-Tengo a una chica cerca de la calle de la seda que..

-¿Una chica?

-Es hija de Cregan Stark, y la pobre escapó de Invernalia sola para no tener que casarse con tu antiguo dueño, ¿Te acuerdas de aquel despreciable Baratheon? Pues ese mismo quiere desposarse con ella.

Lyanna le escuchó con atención y se cruzó de brazos arqueando una ceja.

-¿Sabe Helena algo sobre esa chica?

-Es solo una chica a la que no quiero que acaben matando porque su padre se portó muy bien con nosotros en Invernalia- Aemond se aclaró la garganta y pasó sus manos por los brazos desnudos de Lyanna- no hay nada que pueda preocupar en absoluto a Helena, creeme.

-¿Y que es lo que quieres que haga yo?-preguntó ella.

-Vístete y ven conmigo a la calle de la seda-contestó él con firmeza- convence a esa chica de que tiene que venir a este castillo.

Lyanna le miró detenidamente, fijandose en su mirada y en la herida que había justo encima de su pecho. ¿Se había estado peleando? ¿Por aquella misteriosa chica?

-Lyanna-suplicó.

-Si Aegon se llega a enterar de que me estás pidiendo ir a la calle de la seda…

-No se enterará si tú no se lo dices-la interrumpió- estarás conmigo y nadie te pondrá una mano encima.

Eso hizo que ella esbozara una sonrisa.

-Supongo que lo mismo le dijiste a esa chica norteña- pasó su mano por la herida de Aemond.

-Caerá sobre tu conciencia si la acaban matando o algo incluso peor- dijo él dejándola atrás y comenzando a caminar- ya me las arreglaré para…

-Iré contigo, Aemond-dijo ella siguiéndole por el pasillo- me crea curiosidad saber quién es esa chica por la que te preocupas tanto.

En el rostro de Aemond se dibujó una sonrisa llena de satisfacción.

-Me cambiaré e iré contigo-terminó de decir ella- espérame aquí mismo.

Y la vió marchar apresuradamente con sus pies descalzos de puntillas y el pelo revuelto.

Y no pudo evitar sonreír de nuevo.

La loba y el dragón// (Aemond Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora