Noté algo rozandome la mejilla y entreabrí los ojos aún medio adormilada viendo cómo el blanquecino pelo de Aemond había caído casi por completo sobre mi rostro.
Sonreí.
Se sentía tan bien despertar con él, casi no podía ni creer que mi sueño se hubiera hecho realidad.
Estaba casada con el hombre que siempre había soñado, un hombre bueno, cariñoso y realmente enamorado de mi.
Intenté moverme mientras me apartaba su pelo del rostro, y él murmuró algo en sueños.
-Mi príncipe…-susurré deslizándome entre las sábanas para quedar completamente pegada a él.
Volvió a murmurar algo y yo me moví entre sus brazos para quedar pegada a su rostro.
-Aemond…-susurré-¿Estás despierto?
Hundió la cabeza en la almohada y se giró dándome la espalda.
-No-masculló.
Sonreí de nuevo.
-Aemond he estado pensando y…
-¿Pensando?- preguntó con la voz ronca- espero que no sea algo que me dé quebraderos de cabeza.
Me incorporé intentando girarle para que su ojo me mirara.
-Llevamos ya un tiempo casados y aún no me has presentado a tus hijos.
Eso fue suficiente para que él abriera su ojo y lo clavara en los míos.
-¿Quieres conocer a mis hijos?
Asentí entusiasmada.
-Helena te arrancará la cabeza como te acerques a ellos- dijo con seriedad- me lo dejó bien claro cuando decidí casarme contigo.
-Pero eso es injusto, Aemond- fruncí el ceño- esos niños serán hermanos de Aerys.
-¿Aerys?- sonrió pasando su mano por mi cintura- ¿No cuenta mi opinión para elegir el nombre de nuestro hijo?
-Primero debemos concebirlo..-susurré besando su pecho- hacer el amor hasta poder tener un bebé.
Aemond cerró el ojo cuando rocé su miembro con las manos, pero lo abrió de golpe cuando me quedé quieta observandole.
-Sería un buen regalo de cumpleaños, ¿no crees?
-¿Hoy es tu cumpl….
Pero no terminó de hablar, Aegon abrió la puerta de golpe mientras yo me cubría con rapidez con la sábana, y él miraba a su hermano con la respiración agitada.
-Daeron está peor, el gran maestre dice que deberíamos empezar a despedirnos de él.
Abrí los ojos asombrada.
-Siento entrar sin llamar, pero…- para mí sorpresa, Aegon caminó hacia nosotros con sus ojos inundados de lágrimas- es mi hermano pequeño.
-¿Han matado a los responsables de que metieran el veneno en el vino?-preguntó Aemond.
-A todos menos a Daemon.
-¿Daemon?
-¿Quién iba a ser sino?- Aemond me miró de reojo- él es el único que desea verme muerto.
Miré a los dos hermanos sin saber qué decir, avergonzada por haber confiado mínimamente en aquel hombre.
-¿Lyanna está con él?
-Lyanna no se quiere separar de él, no come, no bebe, solo está pendiente de Daeron.
Resopló con cansancio.
-Y estoy empezando a temer lo peor.
-¿Él qué?-pregunté.
Aemond se aclaró la garganta y tiró de una de las sábanas para ponerse de pie.
-Vamos a ver cómo se encuentra y si podemos hacer algo más por él- agarró del brazo a su hermano-me cambio y voy detrás de ti.
Aegon asintió y salió de nuestros aposentos cabizbajo.
-¿Por qué se teme lo peor?- pregunté de nuevo con curiosidad.
-Sabe que Lyanna siente algo por Daeron o bueno, al menos eso creemos- se encogió de hombros poniéndose una camisa- para ella Daeron fue muy importante y..Aegon no hizo las cosas bien.
-¿Por qué se casó con Aegon?
-Jamás entenderé la mente femenina- puso los ojos en blanco esbozando una sonrisa- ama a Aegon, pero es evidente que siente también algo por Daeron.
Se puso con rapidez los pantalones y caminó hacia la puerta, pero frenó sus pasos volviendo hacia la cama.
-Feliz cumpleaños, mi vida, nos vemos más tarde- besó mis labios y tras dedicarme una sonrisa, salió de los aposentos dejándome completamente sola.
¿Me había dicho "Mi vida"?
Sonreí y me levanté de la cama cubriendo mi cuerpo con la sábana, para quedarme completamente quieta al ver a Helena entrar por la puerta con el rostro repleto de lágrimas.
La miré en silencio, incapaz de comprender qué hacía ella allí.
-¿Sabes dónde está Daemon?- preguntó.
Negué con la cabeza.
-Ha envenenado a mi hermano y…-caminó hacia mí desviando la vista hacia la sábana que rodeaba mi cuerpo- acabará matando a Aemond, ¿Lo sabes no?
Tragué saliva.
-Yo no sé dónde está…
-Búscale, búscale y matale.
-¿Perdón?- la miré atónita.
-Matale antes de que mate a Aemond- me agarró de los brazos acercándome a ella- no dejes que mis hijos se queden huérfanos.
-Aemond no morirá porque nos iremos de este castillo hoy mismo-confesé.
Los ojos de Helena me miraron con desespero, intentando descifrar que rondaba mi mente aún sin soltar mis brazos.
-¿Vas a alejarle de mi?
-Es mi esposo…-susurré- lo normal es…
-¿Él lo ha aceptado?
Su pregunta me sorprendió.
-¿Acaso no debería aceptar ir con su esposa a otro lado?
Helena me soltó y desvió la vista hacia la cama mientras intentaba deshacerse de las lágrimas de su rostro.
-¿Estás en cinta?
Negué con la cabeza.
-Si le das un hijo conseguirás que se desprenda completamente de su vida conmigo- sollozó- de los hijos que tenemos y de todo lo que vivimos.
-Eso no tiene porqué ser así, yo…
Y me quedé en silencio cuando me abofeteó con fuerza.
-Él era mío- sollozó- y si ahora ha decidido estar contigo, ten al menos la dignidad de intentar salvar su vida.
La miré en completo silencio mientras ella se daba la vuelta y se iba.
¿Cómo iba a salvar a Aemond si no tenía ni idea de dónde se encontraba Daemon?
ESTÁS LEYENDO
La loba y el dragón// (Aemond Targaryen)
RomanceII parte de "La chica del antifaz" FANFIC House of the dragon