Trece

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Jamás había salido de Invernalia, ni siquiera para acompañar a mi padre cuando iba de visita a cualquier otro lado. Por eso, cuando llegué a la Fortaleza Roja y vi la inmensidad del castillo me sorprendí.

Llegamos en un carruaje que nos dejó cerca de la entrada y en cuanto bajé y vi la cantidad de guardias apostados en la puerta no pude evitar desviar la vista hacia Lyanna que les dedicaba una sonrisa a cada uno  como si los conociese de haber compartido mesa con ellos. ¿Era así de buena o simple apariencia? Al fin de cuentas estaba casada con el usurpador que mató a Rhaenyra.

-¿Puedo saber dónde has estado?

Y ahí fue cuando vi a Aegon, era la primera vez que parecía no estar en estado de embriaguez por como caminaba hacia nosotros, y tuve que apretar los puños para no golpearle al recordar como le daba falsas esperanzas a mi hermana.

-He ido a por Sophie- contestó Lyanna caminando hacia su esposo- va a estar viviendo por un tiempo con nosotros.

Y cuando Aegon posó sus ojos en mi, esquivó mi mirada con rapidez mientras Aemond se aclaraba la garganta detrás de mí.

-Voy a llevarte a tus aposentos- dijo él con la voz seca- para que así puedas descansar.

-Nos veremos más tarde-sonrió Lyanna.

Y entonces seguí los pasos de Aemond, sintiendo un escalofrío al saber que tendría que compartir techo con aquel hombre. ¿Cómo había podido Lyanna fijarse en él?

-Conoces de algo a Aegon, ¿Verdad?

Miré a Aemond que caminaba a mi lado y asentí con sinceridad.

-Mi hermana perdió su virtud con él - le miré viendo cómo él arqueaba las cejas con asombro- le prometió de todo y no cumplió nada.

Puse los ojos en blanco.

-Y él se fue olvidándose de que había dejado a una chica sin opciones de poder casarse con alguien.

Aemond me miró detenidamente y dejó de caminar abriendo una enorme puerta de madera oscura.

-Estos serán tus aposentos- se cruzó de brazos y entró mientras yo miraba asombrada mi alrededor- muy cerca de los míos por si me necesitas.

Fruncí el ceño.

-¿Y para qué iba a necesitarte a ti?

Aemond soltó una sonora carcajada y se tumbó en la cama mientras mis ojos continuaban fijos en él.

-¿Helena es la mujer que te soporta?- pregunté.

Él, clavó su único ojo en mí y se levantó de la cama como si acabara de acordarse de aquel pequeño detalle.

-Helena es la madre de mis hijos- contestó con sinceridad caminando hacia mí- y sí, es la mujer que me soporta.

-¿Es tu esposa?

-No.

-¿Por qué no es tu esposa?

-Haces muchas preguntas y ya veo que Lyanna no ha perdido el tiempo en contarte más de lo que debería- dijo mostrándose más frío- de todos modos esta es tu habitación y yo ya no debería estar aquí.

Le miré alejarse y me mordí el labio con nerviosismo.

-Gracias por todo lo que has hecho por mi.

Mis palabras provocaron que él dejara de caminar y se girara para mirarme.

-Mandaré a alguien a buscarte para la comida- y sin decir nada más me dejó sola en aquella inmensa habitación.

Caminé hasta cerrar la puerta y sonreí sintiéndome segura en aquel lugar. 

La loba y el dragón// (Aemond Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora