Setenta y cinco

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Me aclaré la garganta con nerviosismo. Llevaba dos años sin saber nada de ellos, sin ver a ningún Targaryen, y ahora tenía a mi derecha completamente borracho a Aegon. 

¿Qué hacía él en tierra Lannister y tan lejos de Desembarco del Rey? ¿Acaso había pasado algo?

Tragué saliva y me puse de pie dispuesta a decirle a Renly que quería irme a casa cuando un hombre al que no había visto en mi vida, caminó directamente hacia Aegon y tirando de él le obligó a ponerse de pie.

-Aquí no eres bienvenido- le zanrandeó.

Pero Aegon simplemente se dejó hacer, completamente borracho.

-Déjale en paz- fruncí el ceño obligando al hombre a apartarse de Aegon.

¿Qué diablos le pasaba?

-Apártate si no quieres también…

-Bueno- Renly intervino- creo que esto no tiene porqué llegar a tanto.

Se encaró con el hombre y yo aproveché ese momento para a duras penas conducir a Aegon hacia la salida.

-¿Recuerdas dónde has dejado a tu dragón?- le pregunté.

Pero él cerró los ojos tropezando y casi cayendo al suelo si no fuera porque Renly que también había salido de la taberna me ayudó a agarrarle con fuerza.

-¿A dónde le llevamos?-preguntó.

-A mí casa-contesté sin estar del todo segura.

-¿A tu casa?

-Si, Renly, ya te lo contaré todo cuando nadie intente matarle, ¿Vale?

Cómo pudimos le arrastramos por la oscura calle que conducía a mi casa, y cuando llegamos dentro y pude dejarle caer sobre mi cama, los ojos de Renly se posaron en mi esperando una explicación.

¿Debía contarle la verdad o dejarlo pasar e inventarme cualquier otra cosa?

Tragué saliva.

-Fue mi cuñado hace bastante tiempo- me sinceré.

-¿Un Targaryen?

Su rostro cada vez parecía estar más desencajado y sorprendido.

-No quiero seguir hablando del tema, Renly, mañana Aegon se irá y todo volverá a la normalidad.

-Pasaré la noche aquí- dijo caminando hacia la puerta- no voy a dejarte sola con un hombre totalmente ebrio.

-Renly, mirarle, es completamente inofensivo.

Salí de la habitación siguiéndole mientras bajaba las escaleras.

-Además no hay más habitaciones, yo iba a dormir en el sofá y si tú te quedas…

-Podemos dormir juntos en el sofá-sonrió tirando de mi mano- deberemos acostumbrarnos a eso para cuando…

-No voy a ser tu esposa- reí- olvídalo, jamás seré esposa de nadie.

-Bueno..- se dejó caer sobre el sofá- si ese hombre de arriba es tu cuñado, eso quiere decir que estuviste casada en un pasado- puso los ojos en blanco- ya has estado con algún hombre y…

-¿A dónde quieres llegar?- me crucé de brazos.

-Podemos compartir el sofá.

-No, Renly- me senté a su lado algo cansada- no compartiremos el sofá, yo dormiré con Darya si no se trae a nadie con ella.

Renly sonrió y me apartó un mechón del rostro mientras apoyaba su cabeza en mi hombro.

-No se que es lo que te habrán hecho en el pasado para que después de tanto tiempo aún seas incapaz de compartir ni siquiera el mismo sofá que yo…-susurró.

Cerré los ojos sin ser capaz de decir nada y las mismas imágenes de siempre me invadieron obligando a abrirlos de nuevo.

-No creo que sea necesario tener a nadie en esta vida para ser feliz…

Pero Renly no me escuchó, ya había caído completamente dormido sobre mi hombro mientras yo le dejaba espacio poniéndome de pie.

Subí de nuevo las escaleras y me dirigí a mi habitación donde tras abrir la puerta me quedé apoyada en el marco viendo a Aegon completamente dormido en mi cama.

Verle de nuevo me hacía revivir recuerdos, recuerdos desagradables llenos de mentiras y traiciones.

¿Qué hacía él en Isla Bella? ¿Qué era lo que había pasado?

Tragué saliva.

¿Estaría cerca también Aemond?

Aegon murmuró algo e intentó moverse mientras se llevaba una mano al estómago.

-¿Estás bien?- pregunté caminando hacia él y sentándome en la cama.

Sin esperar respuesta alguna, le levanté la camisa y me fijé en el enorme golpe amorotonado que tenía sobre las costillas.

-¿Qué ha pasado, Aegon?¿Quién te ha hecho esto?

Él volvió a murmurar algo que no logré entender e intentó apartar mi mano de su golpe con torpeza.

-No tendrías que haber venido aquí, Aegon…-susurré casi para mí misma- o quizás yo no debí ayudarte…

Me subí a la cama y apoyé mi espalda en la pared sin dejar de mirarle.

Era realmente extraño, más extraño de lo que podía llegar a explicar. Pero verle, tener en mi cama una pequeña parte de Aemond me causaba una paz que había estado buscando incansablemente desde el día que había abandonado Invernalia.

¿Porque diablos no podía recordar mi pasado?

Me froté los ojos con cansancio.

¿Acaso merecía la pena recordar el pasado después de lo poco que recordaba de Aemond?

Suspiré cerrando los ojos mientras el sueño se apoderaba de mí.

La loba y el dragón// (Aemond Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora