Setenta y cuatro

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Dos años despues

-¡Darya!- grité desde el piso de abajo sin poder evitar resoplar-¡Darya!

Escuché su risa nerviosa y sus pisadas apresuradas resonando por el suelo de madera antigua.

Solo entonces bajó las escaleras de la mano de un chico de pelo dorado con el pecho descubierto.

Fruncí el ceño.

-Me voy a trabajar- dije sin apartar la vista de ellos- nos vemos esta noche.

-Con esas caras que teneis no deberíais trabajar- sonrió el chico besando la mano de Darya bajo mi atenta mirada.

-¿Y puedes decirme de qué viviríamos?- elevé una ceja algo molesta con su comentario.

-Hay hombres dispuestos a casarse con una bella mujer.

-Pues yo aún no veo mi anillo- se rió Darya.

Puse los ojos en blanco e ignorandoles salí de aquella casa.

Caminé apresuradamente por las calles, intentando esquivar a la gente de mi alrededor mientras me dirigía al puerto donde me encargaba de una pequeña panadería familiar después de que la mujer del dueño hubiese muerto por unas fiebres hace unos meses.

Llegaba tarde como de costumbre. Había aceptado el puesto sabiendo de sobra que me iba a costar levantarme por las mañanas por el insomnio que padecía.

Desde que había escapado de Invernalia para vivir junto a Darya en Isla Bella no podía conciliar el sueño con tanta facilidad como antes. ¿El motivo? Aún no lo sabía.

Llegué al puerto y fruncí el ceño al ver tres barcos nuevos.

-No son Lannister…-susurré cuándo Renly, hijo del panadero se posicionó a mi lado.

-Vienen de las Islas del Hierro- me explicó- nada de lo que tengamos que preocuparnos.

Suspiré.

-Mi padre se pondrá furioso si llega a saber que aún no hemos abierto.

Desvíe la vista hacia sus ojos oscuros e hice una mueca.

-¿Aún no consigues dormir?-preguntó comenzando a caminar hacia la panadería.

-He probado con la infusión que me recomendaste- contesté siguiéndole, pero desviando la vista de nuevo hacia los barcos- te juro que lo hice, pero ni eso me ha ayudado.

Entramos en la panadería y cogí el delantal dirigiéndome a la cocina.

-A lo mejor deberías probar a dormir con alguien- Renly me siguió a la cocina mientras imitándome se ponía su delantal.

Reí buscando la harina.

-Quiero decir- sus mejillas se sonrojaron- dormir con alguna amiga.

-Darya está muy ocupada como para dormir conmigo- puse los ojos en blanco- y no tengo más amigas aquí.

Él arrugó los labios y se alejó de mí cuando escuchó como algún cliente entró en la panadería.

Comencé a preparar la masa de pan perdiéndome en mis pensamientos, en los sueños que habían provocado mi insomnio y en la extraña sensación de tristeza que no me abandonaba.

De repente, un golpe me sobresaltó.

-Sophie, Sophie…-Renly puso los ojos en blanco- ¿Algún día me contarás que ronda siempre tu cabeza?

-No iba a interesarte-sonreí amasando el pan.

-Pienso todo lo contrario, pienso que..

Pero se quedó a medias cuando un fuerte golpe llamó nuestra atención.

Me asomé con rapidez intentando limpiarme las manos en el delantal mientras veía como un hombre caía al suelo y otro le pegaba sentado encima de él.

-¡Aquí no!- gritó Renly caminando hacia ellos.

Los dos se levantaron con el rostro ensangrentado y se empujaron saliendo de la panadería.

-Hijos del Hierro….-Renly cerró la puerta apoyándose en ella- casi parecen animales.

Sonreí.

-Al menos no son Lannister.

Renly me devolvió la sonrisa alejándose de la puerta mientras caminaba hacia mi.

-¿Acaso te disgustan los Lannister, Sophie?- puso los ojos en blanco cogiendo un poco de masa de mi delantal para manchar mi nariz con una sonrisa divertida en el rostro mientras yo reía- no sé qué les ves de….

-Prepotentes, narcisistas, engreídos…

-Vale, vale- Renly levantó las manos soltando una carcajada- me duelen tus palabras, chica lobo.

-Bueno..-me humedecí los labios y volví hacia mi masa de pan- por tu sangre solo corre parte de sangre Lannister.

-¿Y ahora me llamas bastardo?- se llevó una mano al pecho.

Levanté la vista y sonreí de nuevo. ¿Cómo podía siempre alegrarme el día?

-Esa es la sonrisa que quiero ver…-susurró señalándome- esa es la sonrisa de mi futura esposa, eso seguro.

-Oh, Renly, ¿Aún con eso?- con fuerza le lancé un trozo de masa que acabó en su pelo- ya puedes olvidarte de que yo sea alguna vez esposa de alguien.

Renly puso los ojos en blanco y se giró marchándose cuando otro cliente entró en la panadería.



Cuando Renly cerró la panadería me deshice del delantal y caminé hacia la puerta.

-Nos vemos mañana- elevé el tono de voz para que me escuchara.

-No, no, espera- salió de la cocina y caminó hacia mí- voy a acompañarte a casa.

-¿Crees que no me sé el camino?- abrí la puerta elevando una ceja sabiendo que me seguiría.

-Por precaución- me sonrió- tres barcos de las Islas del Hierro, la calle en la que vives estará llena de..

-Soy un blanco fácil por ser mujer, lo entiendo…-susurré dejando que me siguiera- pero no comparto la misma opinión.

-Bueno- Renly pasó su brazo por mis hombros soltando una sonora carcajada cuando me zafé de él- es solo precaución, chica lobo.

-Vale…

Caminamos alejándonos lentamente del puerto.

-¿Puedo confesarte algo?

Le miré con atención.

-Aún me sorprende que hayas aceptado el trabajo que te ofreció mi padre, ¿Puedo saber por qué lo hiciste?

-Para ganar dinero-contesté viendo la decepción en su rostro- y para pasar más tiempo junto a ti.

Me miró con un ligero brillo  y bajo mi atenta mirada agarró mi mano dándome una vuelta sobre mí misma.

-¿Has bailado alguna vez bajo la luna, chica lobo?

Reí negando con la cabeza, dejando que tirará de mí hacia una taberna.

-Nos tomamos algo y te prometo que antes de medianoche estarás metida en tu cama.

Me humedecí los labios entrando junto a él y sonreí cuando me dejó paso para sentarme en una de las sillas.

-¿Qué le gusta tomar a la chica lobo?- hizo una mueca y volvió a sonreír- ¿Cerveza le parece bien?

-Cerveza me parece genial…

Me giré cuando alguien se sentó a mi lado en la barra y mis ojos coincidieron con los suyos.

Fue solo un instante, un solo segundo antes de que yo apartara los ojos de inmediato con el corazón acelerado.

-Hola, Sophie…-susurró él tan bajito que solo logré escucharle yo.

La loba y el dragón// (Aemond Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora