Ochenta y seis

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AEMOND

Bajé de Vaghar llevando mi mano al pomo de mi espada cuando un chico salió apuntándome con la misma espada que yo le había dejado a Sophie para que se defendiera en caso de que algo malo ocurriese en mi ausencia.

Miré a mi alrededor esperando verla salir de algún lado, y mis nervios comenzaron a jugarme una mala pasada. ¿Dónde diablos estaba metida?

-¡¿Qué le estás haciendo a Sophie?!- gritó aquel chico con la mano temblorosa.

No suponía ninguna amenaza para mí, acabaría muerto incluso antes de llegar a terminar de acercarme a él. No era muy difícil adivinar que no tenía experiencia en combate. Miraba a los lados asustado, y me apuntaba con una espada que ni siquiera agarraba bien. Muy fácil de desarmar hasta para un novato.

Pero entonces mis ojos se posaron en Sophie. Y solo entonces solté el aire acumulado hasta aquel momento. Gracias a los dioses estaba bien.

-Aemond, puedo explicarlo- ella dió un paso hacia mí, pero el chico la obligó a frenar posando un mano en el vientre de esta.

Solo entonces comencé a ponerme algo nervioso.¿Quién narices era aquel hombre?

-¿Te divierte pegar mujeres?

¿Perdón?¿Había escuchado bien?

-No me pega, Renly- resopló Sophie- baja ya la espada.

-Por fin te pongo cara- sonreí dando un paso hacia adelante y desenvainando mi espada- el hombre que encontró Aegon con mi esposa.

-Una mujer que huye de ti no es tu esposa- Renly que para mí grata sorpresa era más valiente de lo que esperaba dió un paso hacia adelante-conmigo podría estar más…

No le dejé terminar, caminé hacia él enfurecido y le arrebaté la espada consiguiendo que se tropezara y cayera al suelo.

-No, Aemond, no- Sophie se posicionó delante de él obligándome a bajar la espada.

-¡¿Qué diablos hacía él contigo aquí?!- grité sobresaltandola-¡¿Esto es a lo que te vas a dedicar cuando yo no esté?!

-Es solo un amigo- una chica que recordaba haber visto como sirvienta en este mismo castillo salió por la puerta levantando las manos- no deberías matar a los amigos de tu esposa.

Guardé la espada con enfado.

-¡¿Esta es la nueva Sophie?!¡¿Esto es lo que voy a tener que…

No podía dejar de darle vueltas a lo mismo, ¿Cuánto tiempo había pasado ese tal Renly en el castillo?¿Porque ella le había entregado una espada para defenderse de mí?

Me quedé en silencio viendo cómo su pecho subía y bajaba intentando controlar su respiración nerviosa y desvíe la vista hacia Renly que se ponía de pie detrás de ella.

-Estaban preocupados por mí- sollozó Sophie- simplemente eso.

No dije nada, si me quedaba allí, si continuaba viendo a aquel hombre cerca de ella le decapitaria sin pensarlo, pero…con eso solo iba a conseguir asustarla más de lo que estaba. Por eso mismo la miré por última vez y caminé hacia el interior del castillo.

-¡Me la llevaré lejos de ti!-gritó Renly siguiéndome-¡No dejaré que la maltrates!

Y eso fue la gota que colmó el vaso de mi poca paciencia. Me giré y agarrándole de la camisa le levanté del suelo escuchando los gritos de Sophie. Pero los escuchaba tan alejados, que casi era como si ella no fuera real. Como si yo solo estuviera con aquel desgraciado que había ido a tocar la fibra más delicada de dentro de mi.

La loba y el dragón// (Aemond Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora