Ochenta y tres

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Estaba comenzando a amanecer y yo aún continuaba sin conciliar el sueño. ¿Había acaso sido demasiado dura con él?

Iba a tener todo lo que quería, iba a ser libre, sin ataduras con nadie, iba a poder vivir mi vida bajo mis propias reglas sin tener que estar junto a un hombre del que ya no me acordaba.

Entonces…¿Por qué me dolía tanto el pecho?¿Porque sentía que mi corazón quería desprenderse de mi cuerpo?

Me sequé las lágrimas y me levanté de la cama abriendo la puerta de mis aposentos.

¿Me sentía culpable? ¿O era mi yo del pasado queriendo salir al exterior?

Caminé por el pasillo completamente descalza y desvíe la vista hacia la puerta de los aposentos de Aemond.

¿Debía entrar?

Me mordí el labio. 

Al fin de cuentas aquel iba a ser mi último día junto a él, pero…¿Y si estaba con Helena?¿Y si…

Apoyé la mano en el pomo y sin pensármelo más abrí la puerta.

Y entonces le vi, tumbado en la cama, cubierto simplemente por una fina sábana que no dejaba mucho a la imaginación. 

-¿Podemos hablar?- cerré la puerta a mis espaldas cuando su mirada se posó en mi, y solo entonces me fijé en el zafiro de su ojo.

Intenté mantener la distancia con él. Para mí era casi un completo desconocido y ver cómo se incorporaba dejando que la fina sábana se deslizara por su cuerpo desnudo cubriendo solo su miembro me hizo olvidarme de todo lo que quería decirle.

-Quiero volver a Invernalia- dije centrándome solo en su zafiro- quiero ser dueña y señora de mi verdadero hogar.

Aemond esbozó una ligera sonrisa.

-¿No quieres ir a Isla Bella?

-Quiero ir a Invernalia y…

-Te lo concederé- me interrumpió aún con la sonrisa en su rostro- ¿Algo más?

-Tiempo- tragué saliva atreviéndome a dar un paso hacia él- tiempo para recordar.

Frunció el ceño observandome detenidamente.

-Con la anulación del matrimonio tendrás todo lo que…

-¿Quieres hacer las cosas bien, Aemond Targaryen?- arqueé una ceja y rodeé la cama para acercarme más a él- entonces anula tu matrimonio con Helena, déjame vivir en Invernalia y si quieres…

-¿No buscas la anulación?

Me tomó del brazo y me obligó a acercarme a él. Lo hizo con tanta facilidad que en un abrir y cerrar de ojos, ya me encontraba enredada en sus brazos acotando la distancia que nos separaba.

-¿Te alejarias de Helena por mi?- pregunté.

Jamás me había sentido tan nerviosa como en aquel momento.

-Moriria por ti, Sophie..

Su aliento chocó contra el mío y tuve que desviar la vista hacia cualquier otro lado para no sentirme tentada. Le deseaba, era más que evidente que aquel hombre despertaba en mí algo que no despertaba ningún otro; y entonces las palabras salieron de mi boca casi sin que las pudiera retener.

-Y quiero hijos- me sonrojé- con tres me daré por satisfecha.

-¿Tres?- Aemond soltó una carcajada mirándome con embelesamiento.

-En Invernalia ya no hay nadie y…

-¿Y quieres poblarlo tú?

Sonreí encogiéndome de hombros.

-¿Por qué no?

Aemond besó mi frente con delicadeza y suspiró aún enredado en su sábana. Estábamos cerca, demasiado cerca y poco a poco el calor comenzaba recorrer mis mejillas.

-¿Sabes cómo se hacen los hijos, Sophie Stark?

Su pregunta me hizo soltar una carcajada mientras intentaba no pensar en que él estaba completamente desnudo en aquella cama.

-Me enseñarás cuando Helena no sea tu esposa, mientras tanto espero que cumplas tu palabra.

-Entendido…-sé separó lentamente de mí y volvió a recostar su cabeza sobre la almohada mientras yo recorría con mi mirada su cuerpo.

-¿Puedo saber al menos qué es lo que te ha hecho cambiar de opinión?

Asentí incorporándome y acercándome más a él para agarrar una de sus manos y dirigirla a mi pecho.

-¿Sientes mi corazón?- pregunté sentándome de cunclillas encima de el.

-Gracias a los dioses sí- sonrió.

-Esto es lo que siempre me hace cambiar de opinión- confesé encogiéndome de hombros sin apartar la mirada de la suya- no sé el motivo pero creo que no debería alejarme, al menos no por ahora.

-Esto va a ser más difícil de lo que ya imaginaba…-susurró sin apartar su mirada de la mía.

-¿El qué?- fruncí el ceño.

-Qué me digas esas cosas y no poder besarte.

-¿Quieres besarme?

-Vendería mi alma al mismísimo diablo por volver a besar tu boca.

Su respuesta me dejó sin aliento.

-Deberás esperar hasta que anules tu matrimonio con Helena y vengas a vivir conmigo a Invernalia.

Aemond pasó su mano por mi pelo y yo desvíe la vista hacia sus apetecibles labios. ¿Debía ser tan estricta con él? Si me moría por besarle…

-Danos un momento, Sophie, no voy a alejarme después de estar contigo ni voy a elegir a Helena por encima de ti- recostó su frente sobre la mía y deslizó sus manos por mis brazos hasta llegar a mi cintura- pero llevo esperando besarte de nuevo casi una eternidad.

Me humedecí los labios y me aparté de él.

-Debería irme..-susurré.

-No- volvió a colocar sus manos en mis brazos impidiendome moverme- quédate conmigo.

Suspiré agachando la cabeza.

-Prometeme que este no es el fin, que vamos a intentarlo hasta que ya no podamos más- colocó su dedo en mi mentón para obligarme a fijar la mirada en él- hasta que todos los recursos y medios se hayan agotado, y aún así continuar intentándolo.

Desvíe la vista hacia sus labios.

-Entonces jamás te des por vencido conmigo, acosame, persigueme- me reí sin poder evitarlo- hazme la vida imposible, pero no te des por vencido.

-Prometo jamás darme por vencido, Sophie Stark…-susurró pasando su dedo pulgar por mis labios- siempre permaneceré a tu lado.

Rodeé con mis manos su nuca y pegué mi frente a la suya. Era inexplicable, pero sentía a aquel hombre mío, mío y de nadie más.

-¿Puedo besarte?- preguntó.

Suspiré y antes de poder contestar a su petición me besó. 

Y, por todos los dioses, jamás nadie me había besado como hizo él aquella madrugada. En la que inevitablemente había conseguido traer de vuelta parte de la Sophie del pasado.



La loba y el dragón// (Aemond Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora