Sesenta y cuatro

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DAERON

-Así no- Sophie soltó una sonora carcajada viendo cómo yo intentaba cocinar algo decente- vas a quemar el castillo.

-Te niegas a ser tú la que cocine- la miré de reojo removiendo la carne ya totalmente quemada.

-Te recuerdo que fuiste tú el que decidiste echar a las cocineras para que yo te preparara un plato de carne que no recuerdo haber hecho en mi vida.

Suspiré sin dejar de sonreír.

-Podemos comer pan y….- miró a su alrededor llevándose un dedo a los labios- zumo de frambuesa.

Se acercó a mí y tiró de mi mano soltando una risa demasiado tierna. Se agachó en busca de pan casero y yo la imité sin apartar mi mirada de ella.

La estaba engañando, me estaba haciendo pasar por un hombre que no era para mantenerla en una burbuja que tarde o temprano acabaría explotando.

Tragué saliva.

¿Y si me enamoraba?¿Cuánto tiempo iba a resistirme a ella?

-Aquí lo tengo…-susurró, y entonces se dió cuenta de que mis ojos estaban encima de ella-¿Pasa algo?

-Sé que no suelo decirlo, pero eres realmente hermosa, Sophie, sobre todo cuando sonríes.

Ella agachó la cabeza con timidez, ignorando que sus mejillas ya la habían delatado.

-No puedes decirme esto así, sin más, tan de repente.

Solté una carcajada.

-¿Y cómo quieres que lo diga?

Se encogió de hombros, pero entonces la puerta de la cocina se abrió dando paso a Lyanna que nos miró soltando una risilla.

-¿Interrumpo algo?

-Oh no, no- me puse de pie- es solo que..

-Huele a quemado desde la sala principal- dijo ella con una sonrisa divertida en el rostro-¿Puedo saber dónde están todas las cocineras?

-Iré a buscarlas- desvíe la vista hacia Sophie cuando comenzó a hablar- sino acabaremos con hambre durante toda la noche.

Me guiñó un ojo y se alejó saliendo de la cocina, solo entonces me relajé.

-Esto que estamos haciendo está mal- Lyanna caminó hacia mí con el ceño fruncido dejando atrás su expresión amable- no podemos engañarla así, no puedo hacer como que me divierte la situación cuando no puedo sacarme a Aemond de la cabeza.

-Esto lo pidió Aemond- me aclaré la garganta- él exigió esto.

Lyanna suspiró apoyándose en la mesa de madera.

-No hagas nada con ella- me apuntó con el dedo- recuerda siempre que ella no te está dando del todo su consentimiento al no recordar lo que ocurrió en realidad.

-Es mi…

-No- Lyanna me miró fijamente- es la esposa de tu hermano.

Tragué saliva.

-Aemond está con Alys, debería anular de una maldita vez su matrimonio si voy a ser yo el que siempre esté con Sophie, ¿No crees?

-No te confundas, Daeron, sabes perfectamente los motivos y las razones de la relación de Aemond con Alys- caminó hacia mí y me apuntó con el dedo en el pecho- algún día volverá a por ella y tú deberás entregársela.

-¿Y sus sentimientos?- pregunté enfadado-¿Acaso lo que sienta ella no importará?

Lyanna fue a hablar, pero la interrumpí con enfado.

-¿Deberá irse con un hombre del que no se acuerda? ¿Un hombre que…

-Él salvó su vida- me interrumpió ella.

Pero nos quedamos en silencio cuando Sophie volvió a entrar junto a dos cocineras.

-Sophie, vámonos de aquí- le dediqué una última mirada a Lyanna y caminé a grandes zancadas agarrando la mano de la que era mi esposa.

-¿Pasa algo?- preguntó ella intentando caminar tan rápido como lo hacía yo.

Abrí la puerta de nuestro aposentos y solo entonces la agarré con fuerza de los brazos.

-He cambiado de opinión sobre lo que te dije esta mañana en el lago- desvíe la vista hacia sus labios- que vayamos despacio no quiere decir que no nos acostemos, al fin y al cabo somos un matrimonio.

-Pero…

-Quiero hacerlo hasta que te quedes embarazada- la desesperación en mis palabras se podía percibir perfectamente en el temblor de mi cuerpo.

-¿Embarazada?- preguntó casi en un hilo de voz.

-Siempre permaneceremos juntos si tenemos un hijo en común…-susurré intentando convencerla de alguna forma- nadie te separará de mi.

-¿Por qué iban a separarme de mi esposo?

Besé sus labios intentando buscar una buena contestación a su pregunta, pero como no conseguí pensar en nada, la empujé ligeramente hacia la cama con la intención de que se olvidara, pero ella se zafó de mi antes de que pudiéramos llegar.

-¿Por qué íbamos a separarnos?

Por suerte alguien llamó a la puerta y cuando me giré para abrir, me quedé quieto, observando el rostro lleno de enfado de Aegon.

-¿Qué quieres?- pregunté.

-Sal y hablemos- tiró de mi camisa y cerró la puerta de un portazo lanzándome contra la pared.

-Acabo de hablar con Lyanna, y en otro caso me daría completamente igual lo que haces con esa chica, pero…

Se quedó en silencio cuando Sophie salió de la habitación para mirarnos con confusión.

-Sophie, recoge tus cosas- Aegon tensó su mandíbula desviando la vista hacia ella- irás con nosotros a Desembarco del Rey mañana mismo.

-¿Y Daeron?-preguntó asustada.

-Daeron también irá, serán solo un par de días, luego podréis volver a vuestro castillo-Aegon volvió a mirarme- ahora te agradecería que nos dejaras un momento a solas.

Ella, para mí desgracia, asintió y cerró la puerta dejándonos en el pasillo.

-Aemond no quería que ella fuera a la Fortaleza Roja, en cuanto Alys la vea….

-Él tiene derecho a verla después de haber entregado su maldita vida por ella,¿No crees?- me agarró de nuevo de la camisa empujándome contra la pared- espero que al menos así se refresque tu memoria y recuerdes que esa mujer no es en absoluto tuya.

-Él la dejó a mi cuidado, y yo prohibo que vaya a Desembarco del Rey- le empujé con enfado.

-Aemond no soy yo- esbozó una sonrisa de medio lado- él romperá lentamente tus huesos si se llega a enterar de que estás haciendo lo mismo que intentabas hacer con Lyanna.

Suspiré.

-De Lyanna estaba enamorado y de…

No terminé de hablar, me soltó un puñetazo que me hizo retroceder.

-Sophie irá al castillo para que Lyanna se quede tranquila al ver qué tú sigues comportándote como un caballero, ¿Lo has entendido? Entonces podrás irte con la esposa de tu hermano a donde quieras.

Sonreí llevándome una mano al labio partido.

-¿Y tú qué hubieras hecho, Aegon?¿Acaso hubieras respetado a tu hermano?

Aegon me miró con frialdad.

-Por eso Aemond te la confío a ti y no a mi, intenta al menos comportarte como el hermano más decente de los tres.

Y sin decirme nada más se alejó por el pasillo mientras yo golpeaba con fuerza la pared.


La loba y el dragón// (Aemond Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora