Veintidós

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Me puse rápidamente de pie cuando vi como Aemond daba grandes zancadas hacia Daeron y con fuerza le empujaba contra la pared.

-¡¿Dónde has estado metido?!

Daeron sonrió apuntándome con el dedo.

-¿No ibas a decirme que has decidido al fin sentar la cabeza?

Aemond agarrando con fuerza a su hermano de la camisa volvió a golpearle contra la pared.

-Te advierto, aparta tu sucia mirada de ella o te sacaré los ojos- la voz de Aemond me asustó haciéndome retroceder- y créeme, me muero de ganas de hacerlo.

-Aemond, para-dije armándome de valor suficiente como para alzar mínimamente la voz- tu hermano solo ha venido a comer.

-Y ya veo que tú no has dudado en darle de comer-Aemond soltó a su hermano girándose para mirarme-¿Has invitado a algún hombre más en mi ausencia, Sophie?

-No…

Caminó hacia mí alterando mis latidos y con fuerza me agarró del brazo tirando de mí, sin escuchar mis quejidos.

-¡Aemond para, me haces daño!- grité.

Pero él continuó así hasta abrir la puerta de mis aposentos y lanzarme con enfado sobre la cama.

-¡Creo que dejé claro que no quería verte con ningún hombre!-espetó.

Me levanté enfadada, ¿Cómo podía hablarme así después de dejarme sola durante todo ese tiempo?¿Acaso él había seguido todo nuestro acuerdo a rajatabla?

Le miré y con fuerza le abofeteé.

-¡¿Crees que tienes algún derecho a ponerte así después de todo?!- volví a abofetearle-¿¡Me quedo aquí sola y encima tengo que soportar tus enfados!?

Aemond me miró con rabia y tensó la mandíbula.

-No vuelvas a golpearme-me advirtió dando un pasó más hacia mí sin parte su ojo de los míos.

Mis latidos apenas me dejaban respirar con normalidad, no podía controlar las mil emociones negativas que tenía en aquel momento recorriendo mi cuerpo, pero no le tenía miedo, ni a él ni a nadie.

-¿O qué harás, Aemond Targaryen?- le desafié deseando volver a golpearle-¿Acaso vas a devolverme el golpe?

-Si.

Su respuesta me hizo dudar de mi valentía.

-Me dan unas terribles ganas de doblarte sobre mis piernas y enseñarte como debes respetar a tu condenado esposo.

Su voz sonaba ronca, y hubiera jurado que iba a dar otro paso más hacia mi, cuando Daeron abrió la puerta interrumpiendonos.

-No puedes ser así de celoso- Daeron puso los ojos en blanco sin borrar la sonrisa de su rostro- ella solo me invitó a comer, ahora somos familia.

Escuché la respiración agitada de Aemond. ¿Cómo iba a estar celoso si era más que evidente que no me aguantaba?

-Vamos a hablar fuera, Daeron- Aemond se alejó de mí caminando de forma amenazante hacia su hermano.

Le empujó haciéndole salir al pasillo y cerraron la puerta dejándome de nuevo sola.

Escuchaba los latidos acelerados de mi corazón y sentía el temblor en mis piernas a la perfección. Estaba alterada, más que nunca y me enfadaba haberme casado con un hombre que había decidido encerrarme en un castillo mientras él hacia fuera todo lo que le daba la gana.

Caminé hacia la puerta y la abrí escuchando el rugir de los dragones en el exterior.

-¡Aemond!- grité.

¿Se iba a ir de nuevo?

Corrí por el pasillo y cuando bajé apresuradamente las escaleras, le vi entrar por la puerta aún con el mismo gesto de enfado.

-¿Daeron se ha ido?

Pero él solo continuó mirándome en completo silencio, como si buscara memorizar cada parte de mi ser.

-No pienso quedarme más tiempo sola, volviéndome loca y…

-Te vas a ir conmigo a Desembarco del Rey-me interrumpió cuando llegué al último escalón- no voy a dejarte aquí sola.

Le miré con atención, sus ojos aún seguían rojizos y sus manos que intentaba ocultar tras su espalda se las podía ver temblar desde mi posición.

-No quiero que vuelvas a acercarte a él-mantuvo su mirada fija en la mía- nunca, me es indiferente donde le veas.

-¿Qué?

-No voy a repetirlo, Sophie.

-No puedes tenerme encerrada aquí y pretender que no hable con nadie- caminé hacia él- mientras tú sabrán lo dioses qué estarás haciendo en Desembarco del Rey.

Respiré cogiendo aire.

-No entiendo tu comportamiento- me crucé de brazos con enfado- actúas como si te mataran los celos, pero los dos sabemos que solo sientes lástima por mi.

-He pensado en nuestro matrimonio y…

-Más te vale que lo hayas hecho porque dejarme aquí tirada durante una luna no te da derecho a recriminarme nada aunque me encuentres metida bajo las sábanas con otro hombre.

-No me provoques…-susurró entre dientes.

-¿Te molesta lo que te digo?- pregunté dándole golpes en el pecho con mi dedo- me sorprende que puedas tener alguna emoción después de haberme abandona…

-Te he dicho que voy a llevarte conmigo- con fuerza agarró mi mano cogiéndome desprevenida.

-¿Y con quién dormirás,Aemond?- me zafé de su mano con el ceño fruncido-¿Con Helena o con tu nueva esposa?

-Desconocía que tenías interés en compartir la misma cama que yo.

Sus palabras me hicieron esquivar su mirada ruborizada.

-Hay más cosas que se pueden hacer en una cama que hacer el amor-titubee.

Aemond esbozó una sonrisa relajando su expresión.

-¿Hacer el amor?- sonrió de nuevo y agachó la cabeza- me encantaría saber qué cosas te gustaría hacer en la cama que no sean "hacer el amor".

-Conocernos- levanté la vista con el corazón acelerado- ese sería un buen comienzo.

Para mí sorpresa,Aemond rozó mi mejilla pasando mi pelo detrás de mí oreja.

-Tenemos toda una vida para conocernos…-susurró.

-¿Y por qué esperar?-pregunté dando inconscientemente un paso más hacia él, casi pegando mi cuerpo al suyo.

-Está bien- contestó más relajado- está noche pasaremos la noche juntos y nos conoceremos.

Sonreí y él desvió la vista hacia mis labios durante un pequeño instante antes de alejarse de mí.

La loba y el dragón// (Aemond Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora