Pov: Christopher
Cuando le quitó a mi hijo a Atenea él se aferra a mi como si su vida dependiera de eso y comienza a llorar. Por un momento me olvidó de las dos personas que están aquí, solo abrazo a mi hijo.
Después de unos minutos veo Atenea la cual nos mira enternecida, pero a la vez con mucha duda, creo que su cerebro está a punto de hacer corto circuito. Si es muy unida con Alex ¿cómo es que no sabía que tenía un nieto?
De pronto siento como ahora Alex me quita a mi hijo para abrazarlo y darle un beso.
Atenea carraspea un tanto incómoda, estoy por hablar pero ella se adelanta.
— Bueno... en vista de que el pequeño ya está con su papá yo creo mejor me voy, este un momento demasiado familia así que compromiso— intenta escabullirse pero Alex la frena antes.
— Wow quieta preciosa que aún tenemos algo que tratar todavía— le dice mientras le aparta el cabello de la cara.
En ese preciso instante la puerta es abierta, y los tres giramos para encontrarnos con una Sara paralizada.
Me preparo divertido para la escena de celos que se le viene al ministro ya que ellos lo están “intentando” o no sé a qué mierdas juegan pero dudo que a Sara le agrade verlo cerca de Atenea, y no la culpó pues a mí tampoco me gusta.
Sin embargo me quedo confundido y esperando, cuando veo que a Sara se le humedecen los ojos y abre los brazos, a los cuales Atenea no fua en correr a ellos para abrazarla con fuerza.
Duran abrazadas unos 3 minutos hasta que al fin se separan y la primera en hablar es Sara.
— Mi niña al fin estás aquí— le acaricia sus mejillas y la llena de besos.
Ella solo toma sus manos y les da un beso en el torso.
— Me pueden explicar de dónde carajos se conocen, ¿Es su hija escondida, perdida o que carajos? — me es inevitable no fruncir el ceño.
Alex y Sara solo se ríen.
— Hola a ti también cariño, no te enojes Si quieres besos también te los puedo dar— me dice Sara con burla y ternura a la vez desesperándome por no entender.
Al ver que no me da risa me ignora para tomar en brazos a mi hijo el cuál chilla feliz al verla.
— De verdad me tengo que ir, los veo después— se acerca a darles un beso a Alex y a Sara, también le murmura un adiós pequeño a mi hijo, y al final no sabe cómo despedirse de mi así que solo me da un asentamiento con la cabeza y sale a toda prisa.
No me lo pienso más y voy tras ella, hasta que llegamos a su oficina. Está por cerrar la puerta pero la detengo pasando yo también.
— ¿Coronel necesita algo? — pregunta.
— Si, no me dio tiempo de agradecerle por ayudar a mi hijo— me voy acercando a ella lentamente.
— No tiene nada que agradecer, solo debería tener más cuidado con el tipo de persona que lo deja a cargo— se escucha un poco molesta al final. — ¿Necesita algo más?, aún tengo muchas cosas que organizar como puede ver, y si eso es todo lo invito a retirarse— noto que se está poniendo nerviosa.
Empieza a retroceder a medida que yo me acerco, y sin darse cuenta llega hasta cocha con el escritorio. Ella maldice en un murmuró y yo sonrió.
— ¿Te pongo nerviosa nena? — le digo muy cerca de su rostro.
Trata de pasar saliva disimuladamente, los ojos verdes se le oscurecen y baja la mirada a mis labios para luego volver a conectar la mirada con la mía.— O-obvio no, y no me llames así— frunce su ceño.
— ¿Segura que no? — pongo las manos a sus costados y me inclino aún más sobre ella.
Ahora soy yo el que baja la mirada a sus labios, mientras me humedezco los míos.
— A la mierda— la escucho murmurar y en seguida se abalanza sobre mi dándome apenas tiempo de sujetarla por el culo.
Ella me devora los labios con desesperó a lo cual no dudo en corresponderle, me prende que no sea de besos suaves y tiernos, todo lo contrario a eso, me muerde hasta el punto de que siento un sabor metálico en mi boca, lo que la hace sonreír sobre mis labios.
Me dejó caer en el sofá aún con ella encima, una vez sentada en mi regazo no pierde tiempo para empezar a moverse contra mi polla.
Le beso el cuello, las tetas ese escote que trae me tiene mal, le aprieto el culo, lo cual la pone más ansiosa que empieza a soltar pequeños gemidos.
Me desabrochar los pantalones con agilidad, y estoy por hacer lo mismo con los de ella pero alguien llama a la puerta haciéndonos gruñir.
SI TIENEN ALGUNA SUGERENCIA NO DUDEN EN DEJARLA 💗
ESTÁS LEYENDO
Siempre fuiste tú
Ficción GeneralAtenea Guzmán de la Torre: Una mujer perfecta no solo físicamente, con tan solo 25 años de edad es una empresaria multimillonaria exitosa, también es una de las mejores comandantes que la FEMF ha tenido. Christopher Morgan Harts: Un hijo de puta (có...