CAPITULO 91

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Pov: Christopher

Por primera vez una de las cosas que pedía se estaba cumpliendo y eso me calaba hasta lo más profundo en mí.

El tiempo parecía haberse detenido, los disparos se oían lejanos al igual que los gritos de Atenea, al instante qué el hombre qué dice ser mi padre cayó al suelo descargue con furia mi arma sobre la lacra del Mascherano. El miedo en los ojos de Brando antes de caer fue lo que necesitaba.

— ¡Vete a la camioneta! — le ordeno a mi mujer y agradezco que lo haga.

Caigo el ministro se está desangrando en el piso y meto el brazo bajo su cuello empapándome las rodillas de sangre.

— ¡Oye, oye! — le digo— ¡Pon atención a lo que te voy a decir, maldita sea!

— Vete, no puedes dejarlos solos...— me dice botando sangre por la boca.

El miedo me toma apagándome los sentidos, quieren joderme y... Algo me quema por dentro como si se desencadenara un infierno bajo mi piel.

— ¡Cállate, no te voy a dejar aquí! — lo arrastró hacia la camioneta.

Tiemblo en medio de las balas con Alex agonizando en mis brazos, se aferra a mi brazo y yo a la tela del traje.

— Chris...— le limpio las lágrimas— Te amo hijo...

Me detengo por un momento y uno mi frente con la suya. respirando por la herida que le da salida a todos mis monstruos.

— Cállate maldita sea— susurro porque de lo contrario ya yo también lo diré— ¡No van a matar al padre de Christopher Morgan!

Le afirmo, me quito la chaqueta haciendo presión en la herida, miro a todos lados y los malditos escoltas nos rodean, tomándolo. El tiempo es ahí cuando comienza a ir más de prisa, le ordeno a dos hombres que lleven a mi perro el cual también agoniza.

No sé cómo carajos llegamos al hospital militar, Atenea se mantiene fuerte y de pie a mi lado. Patrick ya se encuentra aquí y él se queda con mi hijo. Cambian a Alex de camilla rompiéndole la ropa y no me le despego.

— Coronel prepárese para lo peor— capto un eco a lo lejos.

Atenea se aferra fuertemente a mi queriendo reconfortarme. Reparo el pecho grabándome los dos tiros que no dejan de soltar sangre, y me veo como una botella, un envase agujereado el cual derrama la pizca de humanidad que le quedaba.

— ¡Maniobra de reanimación ya!

— Estoy aquí mi amor— Atenea me repite una y otra vez que lo único que puedo hacer es cubrirla en mi brazos pero sin apartar la vista de Alex.

Dejo de escucharla, a mi alrededor no hay más que zumbidos recuerdos lejanos de un niño esperando a su padre en la orilla de la cama, ese mismo niño de cuatro años frente al radio militar que le dio su padre para mantenerse en contacto.

— Soldado Morgan ¿sigue despierto?

—Aquí soldado Morgan, deme su posición coronel.

— Abriéndome paso en el cielo de Bangkok.

Palabras suficientes para que ese niño se durmiera. Atenea me saca colocándome contra la pared del pasillo mientras la enfermera corre con el reanimador.

— No estás solo mi vida, yo no me iré de tu lado— sé que ella esta sufrido también, pero solo observo la camilla.

Un intento... Miro el monitor a través del vidrio.

"Mis triunfos son para compartirlos contigo - 10 años"

Dos intentos.

"Se llama Zeus - 7 años"

Siempre fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora