Capítulo Veintinueve: La receta perfecta para el desastre.

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La explosión, si bien originó que algunas cosas del local se cayeran, al menos no ocasionó que el lugar estuviera en peligro de colapsar. Pero eso no era lo que realmente importaba, al menos no para el capitán, pues para él lo que importaba era ver que su castaño favorito estuviera bien. Y fue por eso que después de que dejó de temablar, Redfield bajo con rapidez, mientras era seguido por sus compañeras, quienes intentaban evitar caer ante algunos restos que habían regados por todo el suelo.

Aunque por parte de las mujeres, ellas esperaban no tener que caerse, por lo que estaban muy al pendiente de los restos esparcidos.

- Si me caigo, juro que odiare al capitán, porque por él es que tenemos que bajar rápido - Mencionó fastidiada Woods, pues no le agradaba el tener que ir por su superior como si fuera un niño.

Aunque por parte de Valentine, ella solo dio una ligera sonrisa para luego seguir bajando por las escaleras hasta llegar a la planta baja, donde habían más daños, que por alguna razón, eran más graves de lo habitual, lo que causó bastante sorpresa y terror en el capitán, quien de inmediato se dispuso a buscar a su teniente lindo entre los escombros dispersos por el suelo.

- Bueno señores, a buscar a nuestro amigo, a su hermana y a las niñas. Y hay que ser rápidos - Mencionó de pronto Jill, para luego adentrarse entre los restos del lugar, mientras ella veía con asombro, que algunas partes del techo se habían caído, lo que curiosamente no afecto al piso de arriba. Pero también lo sería el ver que algunas partes de los pilares se habían venido abajo.

Sería una búsqueda bastante interesante para todos ellos.

Al cabo de unos breves segundos, fue que todos empezaron a buscar, pero lo único que veían eran restos del techo, los pilares que sostenían el lugar y muchas mesas y sillas aplastadas; además de ver las lámparas colgantes en el suelo, y otras susp...

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Al cabo de unos breves segundos, fue que todos empezaron a buscar, pero lo único que veían eran restos del techo, los pilares que sostenían el lugar y muchas mesas y sillas aplastadas; además de ver las lámparas colgantes en el suelo, y otras suspendidas gracias a sus cuerdas metálicas.

Aunque cuando el capitán miró la barra del mostrador, él se sorprendió al ver que ésta había sido casi destruida por los escombros que le cayeron, pero aún así tuvo que seguir buscando, ya que sabía que aquel quien estaba buscando, muy seguramente estaría en otro lado.

Y vaya que tuvo razón, ya que al poco tiempo, Redfield escucho ruido proviniente de un cuarto cercano a la entrada. Así que fue a investigar, solo para darse cuenta que los ruidos en realidad eran varios golpes que provenían desde el interior de aquel cuarto, cuya puerta era metálica, que a su vez era lo suficientemente gruesa, lo que le recordó a la puerta de una bóveda que pueda haber en un banco.

 Así que fue a investigar, solo para darse cuenta que los ruidos en realidad eran varios golpes que provenían desde el interior de aquel cuarto, cuya puerta era metálica, que a su vez era lo suficientemente gruesa, lo que le recordó a la puerta de...

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