Capítulo Treinta y dos: Bienvenidos al infierno.

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El elevador descendía con normalidad, pero el silencio en el cubículo era bastante inquietante, además de ser muy fastidioso.

Y fue claro para la sargento, que esa situación no podía continuar ni un segundos más, así que dio un suspiro pesado, para de inmediato cruzarse de brazos y pensar lo que diría, ya que era crucial que el silencio se acabe de una vez.

“Piensa Valentine, debes saber cómo terminar este silencio” Si bien era claro que debía hacer algo al respecto, la fémina sabía que debía actuar lo más pronto posible.

Pero antes de que Jill pueda hablar, una vez tuvo las palabras que decir, fue que Nivans tomo la iniciativa, por lo que se separó de la pared metálica del cubículo, ya resignado, pues en serio debía decir lo que en su mente le generaba bastante in...

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Pero antes de que Jill pueda hablar, una vez tuvo las palabras que decir, fue que Nivans tomo la iniciativa, por lo que se separó de la pared metálica del cubículo, ya resignado, pues en serio debía decir lo que en su mente le generaba bastante inquietud.

— Lo que yo necesito, una vez se termine está misión, es descansar y tomarme un tiempo. Y enviare mi solicitud de descanso al alto mando — Dicha noticia sorprendió a los agentes, y más a Chris, quien se acercó al castaño, quien simplemente volvió a sonrojarse por la cercanía.

— Si es lo que quieres, respetaremos tu decisión, después de todo, hablas con uno de los fundadores de la B.S.A.A, y además un alto mando de la Organización — Mencionó con cierta simpatía y felicidad la joven mujer, quien se había volteado hacia el chico, y que además se recostó sobre las puertas metálicas, con una mirada calmada y tranquila.

— ¿Eso quieres en verdad, Piers? — Preguntó con seriedad el capitán, causando cierta intriga en el resto de agentes, quienes no entendían el punto al que quiera llegar.

— Redfield, ¿a qué quieres llegar con tú pregunta? — Cuestionó con gran enojo la sargento, pues no entendía la razón de aquella pregunta, que a su parecer, fue demasiado absurda.

Sin embargo, el ascensor se detuvo con gran sorpresa, causando gran sorpresa en el trío, pues no esperaban eso. Además que las luces del cubículo se apagaron por no más de diez segundos, para de pronto encenderse, sólo que la iluminación era de color rojiza; que se vio superada en cuanto una alarma se empezó a oír y el cubículo se detuvo, causando que la sargento se despegue de las compuertas.

Esa acción realmente la salvo de caer, ya que a los pocos segundos, las compuertas se abrieron, revelando un piso donde un gran número de laboratorios se podían apreciar, además que la misma alarma que se escuchaba en el elevador, se escuchaba por todo ese piso, además que los gritos agudos de un gran número de lickers se escuchaban por todas partes. Y los ladridos de numerosos perros zombies se oían por todas partes, que además eran acompañados por el sonido de las pisadas de los perros, que corrían por todo el nivel de laboratorios.

 Y los ladridos de numerosos perros zombies se oían por todas partes, que además eran acompañados por el sonido de las pisadas de los perros, que corrían por todo el nivel de laboratorios

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